La buena noticia es que la neumonía, la enfermedad que más niños menores de cinco años mata en el mundo, se puede prevenir y curar con vacunas y tratamientos que ya existen. La mala es que estos pequeños viven en países pobres, a los que no llegan ni los fondos financieros ni la voluntad política necesarios para revertir esta situación, coinciden autoridades, organizaciones internacionales, empresas, donantes y expertos, en el Segundo Foro Global de Neumonía Infantil que se celebra desde el miércoles en Madrid. Son muertes evitables, pero no se evitan, y la razón hay que buscarla en la economía.

“Por fin vamos a introducir en el país una vacuna contra la neumonía en 2024, pero no tenemos suficientes recursos para comprar las dosis necesarias ni para garantizar su aplicación”, dijo en este encuentro Mohamed Lamine Yansané, secretario general del Ministerio de Salud de Guinea-Conakry, resumiendo el sentir de una parte importante de las autoridades presentes en este foro.

La neumonía mata anualmente a 2,4 millones de personas, es decir, más que los fallecidos oficialmente registrados por la covid-19 en 2020, que llegaron a dos millones. Esta infección pulmonar se cobra las vidas de 2.000 niños menores de cinco años cada día, uno cada 42 segundos, y el perfil de las víctimas se repite en cada país: pequeños que nacen en países o regiones pobres o en conflicto, están expuestos a infecciones, malnutrición y aire contaminado, factores que aumentan el riesgo de neumonía, y viven en zonas donde hay un acceso limitado o nulo a servicios básicos de salud, a menudo precarios y colapsados.

El objetivo de esta reunión internacional es que los países, financiadores e instituciones multilaterales fijen en Madrid compromisos concretos para prevenir y tratar esta enfermedad y reducir drásticamente el número de muertes infantiles. Un primer Foro Global de Neumonía Infantil, celebrado en Barcelona hace tres años, se fijó objetivos concretos para poner freno a esta patología, pero la pandemia de coronavirus truncó la mayoría de los planes.

Poner fin a las muertes por neumonía infantil significaría resolver la inmensa mayoría de decesos de menores de cinco años en el mundo
Quique Bassat, investigador del Instituto de Salud Global de Barcelona

“En los últimos tres años la pandemia de coronavirus mató a muchas personas de edad avanzada en países ricos, pero hay otra pandemia que tiene lugar ahora, que acaba con la vida de miles de niños y está enteramente vinculada a la pobreza”, resume a este periódico Keith Klugman, experto en neumonía y pandemias de la Fundación Bill y Melinda Gates, celebrado en CaixaForum Madrid. “La realidad es que los niños víctimas de neumonía mueren en los países pobres y casi no hay fallecidos en los países ricos”, añadió.

Según Quique Bassat, investigador del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), la neumonía está presente de alguna manera en un 43% de las muertes pediátricas. Poner fin a estos decesos significaría resolver la inmensa mayoría de las muertes de menores de cinco años en el mundo, asegura.

En este momento, solo un tercio de los niños con neumonía recibe los antibióticos que necesita, según la OMS, y la mitad de las muertes por neumonía infantil se concentran en cinco países (Nigeria, India, Pakistán, República Democrática del Congo y Etiopía). Son cifras tan graves como desconocidas por el gran público. Si en los últimos 20 años, el número de muertes infantiles por neumonía se redujo a la mitad, hay todavía 54 países en los que se concentran los casos, y el 80% de ellos están en África.

“Estamos aún a tiempo, pero para eso hay que sostener el esfuerzo financiero dedicado a la pandemia de covid-19″, pidió Gustavo Suárez Pertierra, presidente de Unicef España.

Un plan conjunto de donantes y gobiernos
El coronavirus provocó que la inmunización infantil registrara el mayor retroceso en vacunación infantil en 30 años. Según los últimos datos de Unicef, la pandemia ha mermado la confianza en las vacunas y ha hecho que 67 millones de niños no hayan sido inmunizados, total o parcialmente, contra enfermedades prevenibles. De este total, 48 millones no recibieron ningún tipo de vacunación. Son los llamados niños “dosis cero”. En términos absolutos, los países que más niños cero dosis registran son India y Nigeria, dos de los Estados con más muertes infantiles por neumonía. Uno de los objetivos de este foro es encontrar soluciones concretas para llegar a estos niños que han quedado fuera de los sistemas de inmunización.

“El coronavirus nos ha enseñado varias cosas que pueden servir para luchar contra la neumonía: la importancia de producir oxígeno localmente para tratar a los enfermos o la necesidad de que, aunque ocurra un cataclismo, los mínimos servicios sanitarios funcionen. Por ejemplo, las vacunas”, opina Bassat, investigador de ISGlobal.

En este momento y según los organizadores de este foro, un 51% de los niños del mundo recibe las tres dosis de la vacuna antineumocócica conjugada (PCV), que ayuda a prevenir la neumonía. Según Klugman, a medio plazo dos vacunas nuevas incrementarán la prevención de la neumonía: una es contra el virus respiratorio sincitial, principal causa de muerte en bebés de menos de seis meses, que se aplica a la madre y se transmite por la placenta, y otra contra un tipo de estreptococo que mata a niños recién nacidos, desarrollada por Pfizer.

Los donantes no se fían de las organizaciones locales y el dinero se canaliza a través de grandes instituciones multilaterales o académicas del norte, convertidas en grandes monstruos
Leith Greenslade, coordinadora de Every Breath Counts

“Pedimos a Gavi, la alianza para las vacunas, y a sus socios, que nos ayuden”, señaló el responsable guineano Lamine Yansané. “En el país tenemos casi 200.000 niños cero dosis y una mortalidad infantil de 90 por cada 1.000 nacidos vivos. La neumonía causa gran parte de esas muertes”, subrayó, añadiendo que se necesitan, además de las dosis de vacunas, sensibilización y capacidad para almacenarlas y transportarlas correctamente a puntos remotos del país. Según expertos presentes en este encuentro, cualquier país de renta baja como Guinea-Conakry puede acceder a la financiación de Gavi para introducir esta vacuna, aunque coinciden en que los requisitos para demostrar sus necesidades son un camino de obstáculos para algunos de estos Estados.

“Es inaceptable que los niños sufran por la incapacidad de los países de pagar vacunas. Tiene que haber un plan conjunto de donantes y países”, insiste Klugman, de la Fundación Bill y Melinda Gates, uno de los organizadores de este foro, junto con la Fundación ‘la Caixa’, Unicef, Gavi y otras instituciones y ONG.

La mejor vacuna, invertir en las niñas
Leith Greenslade, coordinadora de Every Breath Counts, coalición público-privada de entidades que desean erradicar las muertes por neumonía, cree que, al margen de los fondos que se conceden, el problema radica también en la forma en que se reparten. La experta sostiene que “falla el modelo”, y que los donantes no se fían de las organizaciones locales y el dinero se canaliza a través de grandes instituciones multilaterales o académicas del norte convertidas en “grandes monstruos” que cuesta muchísimo mantener.

Para ella, la solución pasa por apoyar financieramente a los actores locales de la sociedad civil. “Hemos llegado a un momento en que hay que hacerse preguntas muy duras sobre cómo funciona el sistema”, admite a este diario. Su preocupación está en sintonía con numerosos participantes del foro, que subrayaron el papel fundamental que desempeñan los trabajadores sanitarios locales para fomentar la prevención y el tratamiento de la neumonía.

Reducir la mortalidad infantil provocada por la neumonía también incluye paliar la desnutrición infantil, fomentar la educación y fortalecer los derechos de las mujeres, responsables de la salud de sus hijos en una gran mayoría de los países afectados. “La mejor vacuna es invertir en las niñas, que se convertirán en mujeres y en madres informadas, conscientes de sus derechos, con capacidad de decidir cuándo y con quién quieren tener un hijo, valientes para exigir a los gobiernos que las cosas cambien”, aseguró Rebeca Gyumi, directora de Msichana, organización que trabaja por la igualdad de género en Tanzania. “Cuando se dedican fondos a la educación femenina en países como el mío, Tanzania, los niños de esas madres tienen menos posibilidades de morir de enfermedades como la neumonía”.