Un agente de policía herido en la explosión de este lunes, 30 de enero, en una mezquita de la ciudad paquistaní de Peshawar. MUHAMMAD SAJJAD (AP)

Una explosión en el interior de una mezquita en la ciudad de Peshawar, en el noroeste de Pakistán, ha matado este lunes al menos a 32 personas e hirió a entre 120 y 150, de acuerdo con diversas fuentes locales. La mayoría de las víctimas eran agentes de policía que habían acudido a ese lugar de culto para la oración del mediodía. La mezquita está situada dentro de un complejo que alberga también el cuartel general de la policía provincial y un departamento de lucha contra el terrorismo, ha explicado a la agencia Reuters el jefe de policía de la ciudad, Ijaz Jan.

Según la policía, la explosión se produjo en la segunda fila de los fieles que se habían congregado allí para orar. Los equipos de desactivación de explosivos están examinando la posibilidad de que se trate de un atentado provocado por un terrorista suicida. Nadie ha reivindicado aún la autoría de la explosión, que arrasó la mezquita y provocó el derrumbamiento de uno de sus muros. En el momento del suceso, en el interior del edificio había al menos 260 personas, según otra fuente policial, que confirmó a Reuters que aún hay gente bajo los escombros.

“En este momento, nuestra prioridad número uno es rescatar a los atrapados bajo los escombros”, declaró a la agencia France Presse Shaffiullah Jan, un alto funcionario de la provincia de Jaiber Pastunjuá, de la que Peshawar es capital. Una gran operación de rescate, dirigida por bomberos con equipamiento de desescombro, proseguía este lunes para tratar de hallar supervivientes.

La jefatura de policía de Peshawar, en cuyo complejo se encuentra la mezquita siniestrada, se encuentra en una de las zonas más vigiladas de la ciudad y su perímetro está fortificado. El recinto policial también alberga las oficinas de varias agencias de inteligencia paquistaníes.

En marzo de 2022, un atentado suicida asumido por la rama local de la organización terrorista Estado Islámico —el Estado Islámico de la provincia de Khorasan o ISIS-K— causó la muerte a 64 personas en una mezquita chií de Peshawar. Aquel fue el atentado más mortífero en Pakistán desde 2018.

Según la policía, el terrorista suicida era un ciudadano afgano que había residido en Pakistán con su familia durante varios años, y que había preparado el ataque en su país natal. Situada a unos 50 kilómetros de la frontera con Afganistán, Peshawar fue el escenario de atentados casi diarios a principios de la década pasada.

Aunque la seguridad en esta ciudad ha mejorado notablemente en la actual década, en los últimos meses, la ciudad ha sufrido varios atentados dirigidos principalmente contra las fuerzas de seguridad. Desde la toma del poder por parte de los talibanes en el vecino Afganistán, el 15 de agosto de 2021, Pakistán ha sufrido un deterioro de la situación de seguridad. Los atentados se han reanudado, tanto por parte del ISIS-K, como de grupos separatistas baluches, y también de los talibanes paquistaníes de Tehrik-e-Taliban (TTP).

Pakistán culpa ahora a los talibanes afganos, a quienes ha apoyado tradicionalmente, de permitir que estos grupos utilicen el territorio de Afganistán para planear sus atentados, lo que Kabul ha negado en repetidas ocasiones. El TTP, un movimiento separado del liderazgo talibán afgano, pero que comparte ideología y orígenes comunes con él, ha reivindicado la autoría de varios ataques en los últimos meses.

Una de sus peores atrocidades, que ha dejado una huella imborrable en la conciencia nacional de Pakistán, fue la masacre de unas 150 personas, en su mayoría estudiantes, en Peshawar, en diciembre de 2014.