Los dirigentes del PAN, PRI y PRD -Marko Cortés, Alejandro Moreno y Jesús Zambrano-, en mayo de 2022. ANDREA MURCIA (CUARTOSCURO)

“La alianza está muerta”. Así ha resumido Jesús Zambrano, líder nacional del Partido de la Revolución Democrática (PRD), el impacto que ha tenido el último fracaso de la oposición en el Senado mexicano. El autodenominado “bloque de contención” no solo no fue incapaz de detener la iniciativa de ley para mantener al Ejército en tareas de seguridad, un proyecto prioritario para el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, sino que también se desgajó y la reforma pasó con votos de legisladores opositores que cambiaron el sentido de su voto en la recta final de las negociaciones. La derrota parlamentaria ha multiplicado las dudas alrededor de la coalición que el Partido Revolucionario Institucional (PRI), el Partido Acción Nacional (PAN) y el PRD habían anunciado para competir en las votaciones del año próximo y en las elecciones presidenciales de 2024.

Aunque no ha habido un anuncio oficial, las declaraciones de Zambrano certifican el estado crítico de Va por México, el membrete electoral del frente amplio de opositores. El PRI, dividido entre quienes se mantienen leales al dirigente nacional Alejandro Alito Moreno y a pesos pesados del partido que controlaban la bancada en la Cámara alta, terminó por doblegarse en la votación sobre la militarización en el Senado. Nueve de los 13 senadores priistas votaron a favor del proyecto. La revuelta que había encabezado Miguel Ángel Osorio Chong, líder del grupo parlamentario, contra Alito se desmoronó y con ella, la confianza de sus socios. La histórica formación que dominó la política mexicana durante el siglo XX, al menos la facción que aún controla la dirigencia, está más cerca de Morena que del PAN y del PRD. Al tiempo que el PRI de Alito pide no descartar una candidatura opositora conjunta en las elecciones de 2023 en Coahuila y el Estado de México, su grupo coquetea con el oficialismo para convertirse en el fiel de la balanza que los lleve a sacar adelante reformas constitucionales, que requieren de mayorías calificadas.

Hace tiempo que el PAN perdió la paciencia. Julen Rementería, coordinador del partido conservador en el Senado, insinuó que podía haber actos de corrupción detrás del cambio repentino en el sentido de los votos de los legisladores priistas y perredistas. A pesar de apostar por la militarización en los 12 años que estuvieron en el Gobierno, los panistas fueron los únicos que se ciñeron a la disciplina partidista y acataron la orden de votar en contra. El partido opositor con mayor presencia en el Congreso y en los Gobiernos estatales echa cuentas para saber si no es mejor ir solo que en alianza con dos socios debilitados y con cada vez menos arrastre electoral y credibilidad.

El PRD se presenta como el más vulnerable de los aliados. Dos de los tres senadores perredistas votaron a favor del bloque gobernante y desafiaron la instrucción de Zambrano de oponerse. “Es vergonzoso”, admitió el líder del partido, sin ocultar su molestia con Miguel Ángel Mancera, el rostro más visible y coordinador de la formación amarilla en el Senado. Como el PRI, el partido se muestra resquebrajado y deja serias dudas de cara a las próximas batallas parlamentarias, entre ellas, la discusión de la reforma electoral promovida por el Ejecutivo de López Obrador. Esa puede ser la prueba de fuego del llamado “bloque de contención” en el terreno legislativo.

En lo estrictamente electoral, Zambrano ha ventilado que pedirá a Marko Cortés, el líder del PAN, considerar otras “posibles alianzas”. A pesar de que mantiene bases electorales en Estados como Guerrero y Ciudad de México, un mal cálculo puede dejar sin registro al histórico partido de izquierda. A más de 30 años de su fundación, el PRD encomienda su futuro a Acción Nacional, el mayor representante de la derecha.

“Murió”, “muerta” y “dislocada”. Zambrano recurrió a múltiples fórmulas en varias entrevistas para colocar el mensaje de que es urgente para el bloque opositor tomar una decisión sobre su futuro. “Está claro que el esquema anterior ya está literalmente tronado, quebrantado, y que la coalición Va por México como tal, con esos componentes y actores, no existe más”, lamentó, por ejemplo, en una columna publicada en El Universal.

Más allá de lo programático, del debate entre regular la presencia del Ejército en las calles y la necesidad de generar un modelo civil de seguridad, la votación en el Senado sobre el papel de las Fuerzas Armadas se trató de un pulso entre el bloque gobernante y la oposición. En la prueba de fuerza, Morena y sus alfiles legislativos se impusieron con claridad, en una victoria celebrada también por el presidente. Del otro lado, solo hay incógnitas. Esas dudas se extienden para lo que concierne a este periodo legislativo y a las elecciones de 2023 en Coahuila y el Estado de México, la entidad con más votantes del país.