Boris Johnson y Volodímir Zelenski recorren este miércoles Kiev acompañados de un grupo de militares. SERGEI CHUZAVKOV (AFP)

Boris Johnson, probablemente el político más querido por los ucranios, irrumpió este miércoles por sorpresa en Kiev. A las cuatro de la tarde, cuando hacía pocos minutos que habían vuelto a sonar las alarmas antiaéreas que avisan de un posible ataque ruso, el primer ministro británico recorrió a paso ligero la plaza de la Independencia junto al presidente ucranio, Volodímir Zelenski. Los ciudadanos que estaban en la zona respondieron primero con incredulidad y luego con carreras, gritos de ilusión y palabras de agradecimiento por la ayuda militar prestada por el Gobierno británico a Ucrania.

La tercera visita de Johnson a Kiev se ha desarrollado en una jornada especialmente tensa. Es el día del aniversario de la independencia de Ucrania y también se cumplen seis meses de guerra. Tanto las autoridades ucranias como el Departamento de Estado de los Estados Unidos habían advertido que para esta fecha esperaban un posible ataque ruso a gran escala, sobre todo contra la capital, Kiev. La ciudad estaba más vacía que la semana pasada porque miles de personas habían abandonado sus residencias por unos días ante el miedo de una ofensiva del invasor. Mientras muchos vecinos de la capital salían a lugares más seguros, Johnson aparecía junto a Zelenski para darle otra vez apoyo. “Lo que sucede en Ucrania nos incumbe a todos. Por eso estoy hoy en Kiev. Creo que Ucrania puede y ganará la guerra”, afirmó Johnson.

La Embajada de Estados Unidos emitió el martes un comunicado en el que instaba a sus ciudadanos a abandonar Ucrania cuanto antes. “El Departamento de Estado tiene información de que Rusia está incrementando sus esfuerzos para atacar en los próximos días infraestructuras e instalaciones gubernamentales”, dice la nota. La embajada de Pakistán también pidió este martes a sus ciudadanos que abandonen el país.

El presidente ucranio, Volodímir Zelenski, había ordenado que los funcionarios en Kiev y el personal de la Rada (el parlamento), teletrabajen esta semana. También el servicio de metro se ha acortado una hora por la noche desde el pasado sábado, para que sirva como refugio antiaéreo en caso de necesidad. En Járkov, la segunda ciudad de Ucrania, severamente afectada a diario por los bombardeos rusos, se ha impuesto un toque de queda de 36 horas.

Una fuente próxima al Ministerio de Defensa mostró este martes a EL PAÍS un mensaje que supuestamente se distribuyó entre los cuerpos diplomáticos desde los servicios de inteligencia de este ministerio. El mensaje estaba compuesto por una lista de una veintena de posibles objetivos rusos durante esta semana, la mayoría en la región de Kiev. Estos objetivos podrían ser infraestructuras energéticas y bases militares.

Johnson evita los tanques rusos
Ninguno de estos peligros disuadieron a Johnson de acudir a Kiev. Si el primer ministro británico genera un amplio rechazo en su país, en Ucrania es considerado un héroe, por el suministro de armas y formación que está aportando su Gobierno (es el segundo proveedor de material militar a Ucrania después de Estados Unidos) pero sobre todo por su contundencia retórica y épica contra Rusia. El recorrido que han andado Johnson y Zelenski, unos 300 metros por la calle Jreshchátyk, corría en paralelo a la exhibición pública de un centenar de vehículos militares rusos destrozados en combate. El primer ministro británico y el presidente ucranio han evitado visitar la larga columna de blindados rusos reventados o capturados por las fuerzas ucranias.

El centro de Kiev estaba menos transitado que en los días previos porque, como admitían la joven de Járkov Natalia Viloshtovska y un grupo de conocidos locales, muchos de sus vecinos habían optado por alejarse de la capital o por evitar visitar distritos que pudieran ser objetivo militar ruso, como el barrio de Lypky, el que visitó Johnson, donde se ubican el parlamento e importantes ministerios. La comitiva de Zelenski y Johnson irrumpió a pie por uno de los laterales de la plaza de la Independencia, donde en 2014 se produjo la revolución del Maidán que derrocó al presidente prorruso Víktor Yanukóvich. La zona, a diferencia de otras ocasiones, estaba atestada desde el mediodía de policía y agentes de paisano, aunque la gente no podía sospechar el motivo. Rodeados de militares, asesores y coches oficiales, el ritmo al que andaban los dos mandatarios era muy rápido, pero se permitieron intercambiar saludos con algunos de los transeúntes que querían dar la mano a Johnson. Zelenski se mostró sonriente en todo momento, algo inusual en el semblante duro que le ha hecho famoso. Ambos líderes se reconocen como amigos y hablan periódicamente por teléfono.

Día de la Independencia de Ucrania: celebraciones y muestras de apoyo
Las alarmas antiaéreas han sonado durante toda la jornada en Kiev sin que se produjera el impacto de misiles sobre la ciudad. Las salidas por carretera de Kiev han aumentado el tráfico desde el lunes por un aumento de ciudadanos que optan estos días por alejarse de la metrópolis, por miedo a un ataque ruso. Esta salida ha estado lejos de ser masiva como la que se produjo al inicio de la guerra, el pasado febrero, cuando las tropas de Moscú intentaron tomar, sin éxito, la capital. Pero todos los transeúntes entrevistados por este diario coincidían en que conocían a gente que había abandonado la ciudad.

Ante el riesgo de una ofensiva con misiles de largo alcance, en este aniversario de la independencia del país no ha habido desfiles ni concentraciones de personas por prohibición expresa de la presidencia de Ucrania. Para celebrar la fecha sí se exponen desde la semana pasada en la principal avenida de Kiev los vehículos militares rusos destrozados, una exhibición patriótica y de provocación que ha atraído a miles de visitantes. La liga de fútbol también arrancó este martes tras ocho meses suspendida, una decisión que también se enmarca en la voluntad de las autoridades de transmitir confianza a la población. El campeonato se jugará a puerta cerrada y solo en cuatro ciudades.

Guerra hasta liberar Crimea
El 31º aniversario de la independencia de Ucrania ha servido a Zelenski para reiterar que la guerra solo terminará cuando Rusia haya abandonado todos los territorios ocupados, incluso la península de Crimea, anexionada en 2014. Los principales aliados internacionales de Ucrania dieron su visto bueno el martes en una conferencia telemática sobre Crimea a los planes para que Kiev tome la iniciativa y pase de la defensa al ataque, un cambio de tercio que amenaza con perpetuar la guerra durante un largo plazo imposible de prever.

El frente en el este está congelado, sin avances significativos de ninguna de las dos partes. En el sur, en la provincia de Jersón, donde las Fuerzas Armadas ucranias quieren llevar a cabo una contraofensiva para alejar al invasor de la costa del mar Negro, Rusia ha fortalecido sus posiciones con la incorporación de nuevas unidades. Para que las tropas ucranias ejecuten la esperada ofensiva necesitarían multiplicar el aprovisionamiento de armas y de soldados bien entrenados. El mayor general Vejko Vello-Palm, segundo en el Estado Mayor estonio, aseguró el pasado lunes, en una entrevista para el medio ERR, que Ucrania tiene menos de tres meses para lanzar la ofensiva: “El margen de tiempo es corto, de entre ocho y 10 semanas. A partir de mediados de octubre, será muy difícil organizar una ofensiva”. Las condiciones climatológicas en otoño son adversas para el necesario movimiento de blindados. El Gobierno ucranio de Jersón afirmó el pasado julio que esa ciudad, el enclave más occidental ocupado por los rusos, sería liberada en septiembre.

Valerii Zaluzhnii, comandante en jefe de las Fuerzas Armadas ucranias, ofreció el pasado lunes el primer recuento oficioso de soldados defensores fallecidos en medio año de combates, unos 9.000 militares. El Kremlin no aporta datos de sus bajas. Kiev calcula que son más de 45.000 soldados rusos muertos, aunque los servicios de inteligencia estadounidenses rebajan esa cifra a menos de la mitad.