Lorenzo Córdova, presidente del Instituto Nacional Electoral, en la sala de sesiones del consejo general del INE. GLADYS SERRANO

La reforma electoral presentada por el partido del Gobierno, Morena, abre nuevos frentes en el ya clásico enfrentamiento entre el Ejecutivo y el Instituto Nacional Electoral (INE). Lorenzo Córdova Vianello (Ciudad de México, 50 años), titular de este último, no se muestra en contra de una reforma del sistema. Está a favor de modificar la financiación de los partidos eliminando los recursos locales que perciben, por ejemplo, o de aliviar la sobrecarga de regulación que cae sobre el INE. También modificaría la representación parlamentaria no ganada en las urnas, los plurinominales. Pero cree que el Gobierno está planteando derribar en su totalidad un sistema que, a su parecer, funciona. Y lo hacen sin un análisis profundo ni un consenso propicio, opina. Las nuevas reglas de juego entrarían en vigor para las próximas elecciones presidenciales y ahí atisba Córdova un gran riesgo. “El sistema electoral es fantástico, pero los jugadores tienen un precario compromiso democrático”, critica.

Pregunta. Entre el INE y el Gobierno hay una guerra abierta, parece.

Respuesta. Hay un intento de parte de los circuitos gubernamentales y del poder de colocar al INE como una contraparte, cuando somos los árbitros de la contienda democrática y de la rendición de cuentas de los partidos políticos. El árbitro está siempre en situación de enorme complejidad, pero lo que viene ocurriendo ahora es el intento de construir una narrativa.

P. Pero en esta pelea el árbitro no está callado.

R. Antes había presiones y descalificaciones, pero normalmente venía desde la oposición. Lo que ha cambiado ahora es que la descalificación y los ataques llegan desde circuitos gubernamentales y tienen un grado de estridencia poco visto antes. El INE responde porque en un contexto de posverdad y desinformación la autoridad electoral no puede permitir que una narrativa falsa, como que INE conspira contra la democracia o que es parcial, se convierta en una realidad. El INE ha contestado, sí, lo ha hecho y no lo dejará de hacer.

P. ¿Cómo calificaría entonces la relación con el Ejecutivo?

R. Con ningún gobierno hemos firmado tantos convenios, por ejemplo, para la identificación de cadáveres utilizando la base biométrica del INE. Colaboración hay. Mano tendida, siempre, y disposición a trabajar juntos. Pero no vamos a permitir que desde el gobierno o los circuitos del poder se utilicen los aparatos de comunicación para descalificar una institución que es de toda la ciudadanía.

P. Vista esta sintonía, ¿diría que esto esta encallado en un problema personal del presidente desde aquellas elecciones en las que no consiguió el poder?

R. No lo sé, pero que el presidente sigue evocando el año 2006 un día tras otro como parte de su narrativa pública sí es cierto. Y si es así es absurdo, porque ninguno de los funcionarios que hoy estamos en la dirección del INE estábamos entonces. De 2014 a la fecha hemos organizado 330 elecciones y el índice de alternancia ha alcanzado el 63%. Y se han beneficiado todos los partidos, Morena el que más. Yo creo que todo es parte de una estrategia que busca el control y subordinación de organismo en un contexto de gran concentración del poder en la figura del presidente.

P. Morena ha planteado una reforma en el Congreso del sistema electoral. ¿Es pertinente?

R. Siempre es pertinente ajustar las reglas del juego. Lo que sí nos toca es advertir sobre tres condiciones para una posible reforma. Primera, que sea producto del mayor consenso posible. Y en un contexto en el que a quienes no piensan como tú los señalas de traidores a la patria y los acusas penalmente, pues no sé si hya ese acuerdo. Segunda condición: que sea para mejorar lo que se tiene, nos costó mucho el sistema electoral, barroco, complejo, sí, pero ha sido funcional para dirimir las disputas, es un referente internacional. Tercera: que la reforma se haga con la cabeza, no con el estómago, con información y diagnósticos reales.

P. Entonces, ¿qué le parece la reforma presentada?

R. Hay cuatro curiosidades en la iniciativa del presidente. Es la primera reforma que se presenta desde el poder, antes eran demandas de la oposición. Es la primera que se plantea para que sea probada en una elección presidencial. Es la primera que se presenta sin discusión previa, social y política. Y es la primera que es refundacional, plantea dinamitar lo que tenemos y reinventar el sistema electoral, cuando está funcionando.

P. Que lo que se plantea no se haya hecho antes no es malo per se. ¿Cuál es el inconveniente de que la reforma se ensaye en unas presidenciales?

R. No es malo per se. No son críticas, pero si se reinventa el sistema no va a haber tiempo para aprobarlo en una elección con tantas implicaciones políticas. Si sale mal, se trata de una elección presidencial, ojo. No creo que haya urgencia por salir de un sistema electoral que funciona. Modifiquémoslo, mejorémoslo, pero hagámoslo bien.

P. ¿Cuáles son los ámbitos de mejora?

R. El sistema electoral esta hiperregulado, y eso lo vuelve abigarrado y potencia la litigiosidad. Yo mejoraría también el sistema de representación, que ahora permite una sobrerrepresentación de un 8% de la fuerza mayoritaria, eso es muchísimo y altera artificialmente a algunas fuerzas que no han ganado en las urnas. Mejoraría también el asunto de los secretos bancarios. En casos como el de Odebrech no avanzamos porque no tenemos acceso a las informaciones ministeriales y la fiscalía está obligada a entregárnoslo. Y le quitaría al INE la capacidad para imponer medidas cautelares en las quejas que tienen que ver con la propaganda electoral y con las actuaciones ilegales de los servidores públicos, porque quien resuelve el fondo es el tribunal electoral, es quien debería imponer las cautelares.

P. Se ha planteado también la centralización del INE, con la eliminación de los organismos estatales.

R. Entiendo el tema, pero ya hay funciones que el INE ha asumido, por ejemplo, el conteo rápido electoral. El problema de desaparecer a los INE estatales son las problemáticas locales, sobre todo las municipales, que responden a intereses focalizados y que terminarían convirtiéndose en asuntos nacionales.

P. ¿Quizá habría que reformar esos institutos locales?

R. Totalmente. Uno de sus problemas es que sus presupuestos dependen de los gobiernos locales y a menudo los someten a una astringencia presupuestal que no les alcanza más que para tres o cuatro meses y tienen que ir a pedir, casi de rodillas, una ampliación de recursos. Pero lejos de eliminarlos, la solución es fortalecerlos, a tal grado que, en un futuro, algunas funciones centralizadas puedan delegarse. Si todo estuviera centralizado, en pueblos como San Dionisio del Mar (Oaxaca), donde hace 10 años que el INE no puede entrar a poner mesas de votación por disputas locales, y llega nuestra gente y la secuestran, la amarran en unos palos en la playa, la dejan ahí asoleándose varios días, con la marea llegándoles al cuello… eso se convertiría en un asunto nacional y debe resolverse en el ámbito local.

P. En México es práctica común que al cierre de las urnas electorales salgan todos a darse por ganadores.

R. Hay quien dijo que existe un libreto profundamente antidemocrático que todos los actores políticos replican: en la tarde, sal a decir que ganaste, convoca, festeja, advierte de que el cambio viene… Cuando lleguen los resultados y veas que no ganaste, denuncia que hay fraude, impugna, en una de esas agarra la cosa y se renueva el juego. Es de una irresponsabilidad política tremenda, y de falta de compromiso democrático. Es un problema de cultura política. El sistema electoral es fantástico, pero los jugadores tienen un precario compromiso democrático.

P. La reforma plantea un sufragio universal a partir de unos candidatos designados por los tres poderes.

R. Un dato: según el Instituto Internacional para la Democracia y Asistencia Electoral (Idea), de 125 Estados democráticos, en ninguno se elige a través del voto popular a los funcionarios electorales. Solo quien tenga aparatos de promoción política detrás y financiamiento podrá participar en esos ejercicios. Hacer un spot es costosísimo. Y hacer campaña a nivel nacional solo se consigue con estructuras de respaldo y promoción política y esas, en buen castellano, se llaman partidos políticos. Lo que se va a conseguir es politizar hasta las candidaturas. El asunto, además, parte de una premisa equivocada: nosotros no somos representantes populares, somos técnicos que requerimos conocimientos básicos, no respaldo público. Eso se gana con el trabajo. El INE tiene un respaldo público del 70% según las encuestas, por cierto.

P. El INE ha intervenido en algunas elecciones sindicales.

R. Sí, está siendo punto de lanza de la democracia sindical. El presidente es uno de los cinco funcionarios que garantizan estos procesos tras el tratado de libre comercio con Estados Unidos y Canadá. El año pasado, con motivo de las elecciones en la planta de la General Motors de Silao, fuimos observadores con la OIT e hicimos el primer protocolo de observación para unas elecciones sindicales. Y salió bien. Ganó un sindicato independiente no vinculado a las grandes centrales. En eso hay que centrar las preocupaciones y no en las reformas electorales, caray.

P. Al INE se le puede desaparecer ahogándolo económicamente. Una reforma bien podría blindar su presupuesto.

R. Yo no digo que no a la reforma, ¿eh? Si es para mejorar ahí me tienen a mí marchando junto al presidente de la República. Hace un mes, la Corte emitió una sentencia por unanimidad que es un parteaguas. La Cámara, dijo, puede ajustar los presupuestos, pero está obligada a fundar y motivar estas decisiones. Ahora tienen un problema con los 5.000 millones que recortaron al INE. Y nosotros también, porque si nos los devolvieran, me voy a la Mañanera y, con un cheque de esos de los concursos televisivos, les regreso los 5.000 millones y a lo mejor habla bien de nosotros el presidente, no lo creo. Pero es que ya no nos sirven, eran para la revocación de mandato.

P. Más de la reforma. Se plantea recortar la financiación de los partidos políticos. ¿No puede abrir eso vías de financiación indeseables?

R. El financiamiento público mayoritario de los partidos ha sido una de las grandes decisiones de nuestro sistema democrático. Pero hoy se les da una cantidad enorme, porque no solo es lo federal, sino en el ámbito local, con controles más precarios. Se nos ha pasado la mano, y eso genera malas prácticas, por ejemplo, ningún partido recurre ya a la financiación de sus militantes, el financiamiento privado de la política es apenas del 4%. Dicho esto, no está mal una discusión sobre cómo racionalizar los montos, pero con mucho cuidado. Si cierras la llave no reduces las necesidades de gasto, y en este país hay quien estará dispuesto a financiar la política: grandes grupos de interés o peor, los grupos criminales. Yo sí quitaría el financiamiento local.

P. ¿Con decenas de candidatos muertos antes de los comicios se puede hablar de una democracia saneada?

R. Las elecciones no detonan la violencia, que ya está ahí. El problema es organizar elecciones en ese contexto. Antes, el crimen intervenía después de las elecciones, mataba alcaldes, por ejemplo. Ahora, no sabemos en qué dimensión, es que el crimen interviene en las campañas, con secuestros, por ejemplo, que permiten a su candidato concurrir en solitario. Esto requiere una reflexión de Estado.

P. ¿Por qué no pueden los ciudadanos beber alcohol cuando hay elecciones en México?

R. El INE no solicita la ley seca, la piden las autoridades locales. Yo creo que es un exceso. Hay detrás un moralismo infumable. Hay que tenerle más confianza y respeto a las y los ciudadanos. ¿De veras creemos que el ciudadano es tan imberbe para emborracharse? A veces la oferta política seguramente propiciaría esto… pero no crea, las elecciones salen adelante gracias a las y los ciudadanos.