El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, con el expresidente de Cuba Raúl Castro, en La Habana. CORTESÍA

Andrés Manuel López Obrador escala otro peldaño en su defensa de Cuba, Nicaragua y Venezuela. Durante su visita la semana pasada a La Habana, el presidente de México ya dió muestras de su respaldo diplomático al Gobierno de Miguel Díaz-Canel. En un encuentro cargado de simbolismo, López Obrador condenó con firmeza el embargo de EE UU e insistió en su rechazo a la exclusión de Cuba de la próxima Cumbre de las Américas, convocada por Joe Biden el próximo mes de junio en la ciudad de Los Ángeles. Este martes, durante su rueda de prensa matutina ha redoblado el cierre de filas con el gobierno cubano: “Si no se invita a todos va a ir una representación del gobierno de México, pero no iría yo”.

El envite diplomático del presidente mexicano cobra aún más relevancia tras los recientes acercamientos a Washington. Durante las últimas semanas se habían acelerado las negociaciones con el foco puesto en la política migratoria y la preparación de la Cumbre de Los Ángeles. A finales de abril, el presidente estadounidense Joe Biden y López Obrador mantuvieron una conversación telefónica con ambas cuestiones en lo más alto de la agenda. Un encuentro que tuvo su prolongación con la visita del canciller mexicano, Marcelo Ebrard, a la Casa Blanca. La intensificación de las negociaciones habían escenificado una buena sintonía entre ambos países después de los episodios de tensión vividos a principios del año. La polémica reforma eléctrica mexicana, que merma la operación de muchas empresas estadounidenses, y el apoyo a Rusia de sectores de Morena, el partido en el poder, habían despertado una ola de preocupación y malestar en instancias gubernamentales y del Partido Demócrata.

Preguntado por cómo afectará el anunció a su relación con EE UU, López Obrador matizó que en todo caso su decisión no es definitiva: “Todavía falta para la cumbre y podemos llegar a un acuerdo, pero tenemos que unirnos todos y buscar la unidad”. Su decidido apoyo a Cuba -y por extensión a Venezuela y Nicaragua- no es nuevo. López Obrador ha repetido que con insistencia que es uno de los temas que ha tratado durante sus reuniones con las autoridades estadounidenses. “Sentimos que no debe de haber confrontación y aun con las diferencias tenemos que dialogar y hermanarnos. “Aunque tengamos diferencias las podemos resolver, cuando menos escuchándonos y dialogando, pero no excluyendo a nadie, además, nadie tiene el derecho de excluir y que nadie excluye a nadie”, ha vuelto a repetir este martes.

Pese a su proverbial reserva a la política internacional, el mandatario mexicano parece sin embargo dispuesto a pisar el acelerador durante la segunda parte del sexenio con los recientes viajes centrados en los vecinos del sur -Centroamérica y Cuba-, desempolvando una agenda latinoamericanista que tuvo un primer precedente durante la presidencia temporal de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) hace dos años.

Su reciente viaje a La Habana volvió a dejar claro que López Obrador ha hecho una bandera de su política de respaldo activo a Cuba frente a EEUU. A diferencia de otros presidentes mexicanos –todos han visitado Cuba desde 1959, pero la mayoría lo han hecho al terminar su mandato, de un modo protocolar-, López Obrador llegó a mitad de legislatura y después de haber visitado tres veces Estados Unidos, escenificando que quiere dar el máximo nivel a las relaciones entre los dos países en consonancia con la tradición que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) mantuvo durante décadas, siguiendo la filosofía de que “al defender a Cuba se defiende también a México y sus principios”.