La producción de aguacate en el Estado mexicano de Michoacán creció un 3% en 2021, pese a los problemas climáticos y de deforestación que genera JUAN JOSÉ ESTRADA SERAFÍN (CUARTOSCURO)

Comer aguacates reduce el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, según un estudio publicado hoy por la revista de la Asociación Estadounidense del Corazón. Su alto contenido en fibra y en grasas insaturadas estarían detrás de este efecto sobre factores como el control del colesterol, que ya se habían observado en ensayos clínicos anteriores.

En este caso, la conclusión llega de un estudio observacional que siguió a 68.780 mujeres y 41.700 hombres durante 30 años. En ese tiempo, se detectaron 9.185 casos de enfermedad coronaria y 5.290 accidentes cerebrovasculares. Después de tener en cuenta varios factores de riesgo cardiovascular y de la dieta de los participantes, los autores del trabajo, liderados por Lorena Pacheco, del departamento de nutrición de la Escuela T.H. Chan de Salud Pública de Harvard, calcularon que tomar dos veces a la semana raciones equivalentes a medio aguacate cada una reducía un 16% el riesgo de sufrir estas dolencias frente a los que no comen nunca esta fruta. No se vio una diferencia significativa, sin embargo, en el número de accidentes cerebrovasculares.

El estudio, que se realizó en grupos reclutados entre profesionales de la sanidad, tiene limitaciones porque, más allá de la relación que se observa, no es posible establecer una relación de causa y efecto entre el consumo de aguacate y el riesgo cardiovascular. No obstante, Pacheco apunta que “existen potenciales mecanismos biológicos por los que los aguacates ejercen sus beneficios cardioprotectores”. “El ácido graso monoinsaturado principal que se encuentra en los aguacates es el ácido oleico, una grasa saludable que, creemos, ayuda a reducir la hipertensión, la inflamación y la sensibilidad a la insulina”, explica la investigadora. “Además, los aguacates contienen esteroles vegetales y fibra soluble, que podrían llevar a unos niveles inferiores de colesterol malo”, añade.

Pacheco destaca el interés de productos como los aguacates para sustituir otro tipo de alimentos con grasas saturadas porque son una fruta bien aceptada y, en muchos casos, la parte más difícil del cambio de dieta no es saber qué alimentos son mejores, algo que puede ser sencillo, sino ser capaz de introducirlos en las comidas cotidianas frente a otros que resultan más apetecibles. No obstante, igual que sucede con otros alimentos, la forma en que se consume es importante. “Hay gente que consume el aguacate en forma de guacamole. En esos casos, hay una tendencia a tomar demasiado, habitualmente en combinación con otras comidas grasas como los chips y a que proporcionen demasiadas calorías”, indica. La incorporación adecuada a la dieta consistiría, según la autora del estudio, en incluir los aguacates como alternativa a peores fuentes de grasa como la mantequilla o el bacon.

El laboratorio genético del aguacate
En el análisis publicado hoy, los autores vieron que los aguacates tienen un efecto sobre el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares similar al consumo de frutos secos o aceite de oliva, dos tipos de comida ricos también en ácido oleico. Sin embargo, en algunos países, la producción de aguacates tiene un elevado impacto medioambiental. Esta fruta originaria de Centroamérica y América del Sur estaba presente en la alimentación de los habitantes de la región siglos antes de la llegada de los españoles. En el mercado globalizado, su producción requiere grandes cantidades de agua y tiene una huella de carbono elevada al viajar largas distancias desde países como México a EE UU o Europa. Según publicaba EL PAÍS en un artículo de 2019, el cultivo de esta fruta ha llevado al Estado mexicano de Michoacán violencia, deforestación y precariedad laboral. Según muestran Pacheco y sus colaboradores, es posible consumir aguacates de origen local y durante su temporada de producción, y buscar alternativas con efectos similares.