Un mercado de Chernihiv, destruido por los ataques rusos, este miércoles. AP

El fin de la guerra de Vladímir Putin contra Ucrania no parece cercano. Pese a las promesas de Moscú de reducir “drásticamente” los ataques en esa zona, las tropas del Kremlin han seguido bombardeando con fuerza Chernihiv, en el noreste del país, prácticamente sitiada por las fuerzas rusas y muy castigada por los bombardeos. Un día después de las conversaciones de paz en Estambul que ofrecieron pequeños avances en la senda del diálogo, el portavoz presidencial ruso, Dmitri Peskov, ha negado esos supuestos progresos hacia un acuerdo de paz. Rusia también ha atacado los alrededores de Kiev pese a que, como en Chernihiv, se comprometió a no hacerlo para “aumentar la confianza mutua” en las conversaciones.

Ante la falta de avances en la capital y con sus tropas empantanadas y problemas logísticos, Moscú sigue presionando esas zonas, aunque centra sus esfuerzos en el este de Ucrania. Sobre todo en Donbás, donde han aumentado los esfuerzos para avanzar hacia la ciudad de Sloviansk, en la región de Donetsk, y progresa en la ofensiva sobre Mariupol, la localidad portuaria arrasada por las bombas de la que ya controlan una parte y donde están tratando de forzar una capitulación.

Las tropas rusas se han reorganizado también para desbaratar la contraofensiva ucrania en el sur, donde han hecho sus mayores avances hasta ahora con la captura de Jersón, la única capital regional que controlan. Moscú trata de mantener sus logros en ese flanco donde está usando como lanzadera militar la península de Crimea —que se anexionó ilegalmente en 2014— y avanzar sobre Mikolaiv y hacia el este, con el objetivo de rodear a las tropas ucranias en Donbás desde el noreste y desde el sur, según el último análisis del Instituto para el Estudio de la Guerra.

Un hombre pasa junto a un carro de combate destruido en Mariupol el martes.
MAXIMILIAN CLARKE / ZUMA PRESS / CONTACTOPHOTO (EUROPA PRESS)

El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, advirtió el martes por la noche que el país “no debería dejar de estar vigilante” tras el anuncio de Rusia de que reduciría sus actividades militares cerca de Kiev. El Gobierno ucranio y sus aliados occidentales son escépticos sobre los anuncios e intenciones de Putin. Este miércoles, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, ha rebajado las expectativas creadas por la nueva ronda negociadora con Ucrania que se celebró la víspera en Estambul al asegurar que las conversaciones terminaron sin progresos hacia un acuerdo.

“No podemos constatar avances, nos espera un trabajo bastante largo”, ha dicho el portavoz del Ejecutivo de Putin durante su rueda de prensa telefónica diaria. Según Peskov, entre los elementos positivos se puede destacar, sin embargo, que la parte ucrania comenzara a “formular y poner por escrito” sus propuestas, algo que, hasta ahora, ha asegurado que Rusia no había logrado. Moscú trata de tener ventaja en la mesa de negociaciones.

El martes, el jefe de la delegación rusa en Estambul, Vladímir Medinski, aludió por primera vez a la posibilidad de un “tratado” entre Moscú y Kiev después de unas negociaciones que describió como “constructivas”. El propio presidente ruso, Vladímir Putin, había reconocido la víspera “avances” en las negociaciones con Ucrania, en una conversación telefónica con su homólogo francés, Emmanuel Macron, al tiempo que se mantuvo inflexible sobre su voluntad de continuar con la ofensiva en el este de ese país.

Mientras, el ministerio de Defensa de Reino Unido ha señalado que las tropas de Putin se han visto obligadas a regresar a Rusia para reorganizarse y reabastecerse tras sufrir grandes pérdidas. El cambio de enfoque de Moscú hacia Donbás es “probablemente una admisión tácita de que está luchando para mantener más de un eje de avance”. En su análisis, Londres ha advertido también de que Rusia “probablemente compense su reducida capacidad de maniobra terrestre a través de artillería masiva, ataques y misiles”.

Edificio alcanzando por la metralla, este miércoles en Chernikiv.
AP

400 civiles muertos en Chernihiv
En Chernihiv, la situación es dramática, advierten las autoridades locales. En la ciudad han muerto unos 400 civiles desde que Putin lanzó la invasión. Quienes permanecen en la ciudad, con 285.000 ciudadanos censados antes de la guerra, una localidad tranquila y donde apenas nadie creía en la posibilidad de que el conflicto armado llegase a sus puertas, no tienen agua, electricidad ni gas. Esta noche y esta mañana han seguido allí los bombardeos. El gobernador, Viacheslav Chaus, y el alcalde, Vladislav Atroschenko, han acusado al Kremlin de mentir. “La ‘disminución de la actividad’ en la región de Chernihiv fue demostrada por el enemigo que realizó ataques en Nizhyn, incluidos ataques aéreos, y durante toda la noche atacaron Chernihiv”, ha alertado Chaus en un mensaje de Telegram. Chernihiv está a unos 140 kilómetros de Kiev.

Oleksiy Arestovich, asesor presidencial ucranio, ha señalado este miércoles que Rusia está moviendo tropas desde el norte, sobre todo de la región de Kiev, hasta el este para cercar a las fuerzas ucranias; pero no ha constatado retirada de la zona de Chernihiv. Mientras, han agudizado la ofensiva en el área de Donbás, la zona minera del sureste del país que da nombre a la operación de Putin para “desnazificar” Ucrania y liberar y “proteger” a la población rusoparlante.

Pavlo Kirilenko, el gobernador de Donetsk, una de sus dos regiones de Donbás, ha remarcado este miércoles que las tropas del Kremlin están bombardeando todas las ciudades a lo largo de la línea del frente que ha separado durante casi ocho años las fuerzas ucranias de las de los separatistas prorrusos a través de los que Moscú controla la autodenominaba “república popular” de Donetsk.

Las fuerzas de Kiev han combatido cuatro avances rusos en las regiones de Lugansk y Donetsk en los últimos días, según el Ejército ucranio. Las autoridades denuncian, además, que Rusia está bombardeando con “artillería pesada” zonas residenciales de la ciudad de Lysychansk, en la región de Lugansk. El Ministerio de Defensa de Rusia ha asegurado este miércoles que ha destruido con sus ataques “equipo militar ucranio” y dos almacenes en Donbás.

En Mariupol, también en la región de Donbás, siguen produciéndose intensos combates. La ciudad lleva bajo asedio y cercada un mes y está prácticamente devastada. Las autoridades locales estiman en 5.000 los civiles muertos en la ciudad. Mientras, Moscú ha asegurado que no ataca a civiles y culpa a las “fueras nacionalistas” de la destrucción de la ciudad portuaria, símbolo ya del sufrimiento de la ciudadanía ucrania. Más de cuatro millones de personas han abandonado ya Ucrania por la violencia desatada por la invasión de Vladímir Putin, que pese a las grandes pérdidas de vidas humanas — y de sus propias tropas— y la condena internacional, insiste en que todo está saliendo según su plan.