El embajador de Nicaragua ante la Organización de Estados Americanos (OEA), Arturo McFields Yescas, ha denunciado esta mañana las arbitrariedades de lo que considera la “dictadura” de Daniel Ortega y ha abogado por la liberación de los más de 170 presos políticos del régimen. En una comparecencia ante el Consejo Permanente de la OEA, McFields Yescas ha afirmado que en su país no hay libertad de prensa, separación de poderes, que se han registrado confiscaciones de universidades y se han cancelado 130 organizaciones de la sociedad civil. “La gente de adentro del Gobierno está cansada de la dictadura”, ha afirmado el diplomático.
Las declaraciones de McFields Yescas son un duro golpe para la estrategia diplomática de Daniel Ortega, quien dentro de la OEA ha mantenido la narrativa de que en Nicaragua se intentó orquestar un golpe de Estado en su contra tras el inicio de las masivas manifestaciones de 2018, que el presidente ordenó reventar con violencia: la represión dejó más de 360 muertos, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Debido a su deriva autoritaria, Ortega está aislado por la comunidad internacional, por lo que ha tenido que buscar apoyos en Rusia, China e Irán. Las fuertes afirmaciones del embajador McFields Yescas de esta mañana pueden reforzar ese aislamiento, principalmente en América Latina, porque las denuncias de violaciones a los derechos humanos llegan esta vez de un representante del régimen de Managua.
“Tomo la palabra el día de hoy en nombre de más de 177 presos políticos y más de 350 personas que han perdido la vida en mi país desde el año 2018. Tomo la palabra en nombre de los miles de servidores públicos, de todos los niveles, civiles y militares, de aquellos que son obligados por el régimen de Nicaragua a fingir y llenar plazas y repetir consignas, porque si no lo hacen pierden su empleo”, ha iniciado su presentación McFields Yescas, quien ha admitido frente a la cámara que “denunciar la dictadura” de su país “no es fácil”. Y ha agregado: “Seguir guardando silencio y defender lo indefendible es imposible. Tengo que hablar aunque tenga miedo y aunque el futuro mío y de mi familia sean inciertos. Tengo que hablar porque, si no lo hago, las piedras hablarán por mí”.
McFields Yescas ha contado en el video grabado durante la sesión del Consejo Permanente de la OEA que mantuvo una reunión con funcionarios de la Cancillería nicaragüense, en la que sugirió considerar la liberación de al menos unos 20 presos políticos de la tercera edad, cuya salud está en riesgo debido a las difíciles condiciones que sufren en las cárceles de Managua. La petición del embajador se dio semanas después de que se conociera la muerte del exguerrillero histórico del sandinismo, el general en retiro Hugo Torres, quien había sido detenido por el régimen en la cárcel de El Chipote, que organismos defensores de derechos humanos consideran un centro de tortura. “Les dije que esto [la liberación] sería algo humanitario y políticamente inteligente, ya que nadie debe morir en la cárcel y menos siendo inocente”, ha relatado el embajador. “Nadie me hizo caso”, agrega, “en ese momento se me dijo: ‘no vamos ni a tomar nota de ese comentario, porque vos sabés lo que puede pasar”. McFields Yescas ha rematado su denuncia de esta manera: “En el Gobierno nadie escucha y nadie habla. Lo intenté varias veces, durante varias veces, pero todas las puertas se me cerraron”.
Ortega nombró a McFields Yescas como su embajador ante la OEA a finales de octubre de 2021 para defender sus intereses en ese órgano regional, que ha aprobado varias resoluciones de condena contra el régimen. El diplomático, graduado como periodista de la jesuita Universidad Centroamericana (UCA) —bastión estudiantil rebelde perseguido por el régimen—, ocupó anteriormente el cargo de ministro consejero de la misión permanente de Nicaragua ante la OEA, aunque antes de integrarse al cuerpo diplomático se desarrolló como reportero de una cadena de televisión en Nicaragua. Es famoso un reporte de él en vivo desde la casa de Ortega, su esposa y vicepresidenta, Rosario Murillo, y sus hijos en el que muestra cómo la familia celebraba la Navidad comiendo un cabrito al estilo del coronel Muamar el Gadafi, amigo y benefactor de Ortega.
El nombramiento del periodista se dio después de que el mismo Consejo Permanente, frente al que denunció este miércoles al régimen, aprobara una resolución en la que se le exigía a la liberación “inmediata” de los candidatos presidenciales de la oposición y los presos políticos. La resolución fue aprobada con 26 votos a favor, siete abstenciones y ningún voto en contra. Ortega se ha negado a liberar a los opositores, argumentando que han cometido crímenes que “socavan” la soberanía de Nicaragua, entre ellos lavado de dinero y terrorismo.
La denuncia McFields Yescas ha generado sorpresa en medios diplomáticos, ya que no se esperaba que un funcionario de ese nivel se expresara contra un régimen temible. “La decisión del embajador McFields es muy valiente tratándose de una dictadura brutal que ha perseguido cruelmente a quienes supuestamente “traicionan” a Ortega”, ha dicho a este diario Juan Pappier, investigador de Human Rights Watch. “Urge que los gobiernos de EE UU y la región tomen medidas para protegerlo a él y a su familia, así como a otros funcionarios que se atrevan a denunciar las violaciones de derechos humanos del régimen”, ha pedido el investigador de HRW. La petición no es para menos, debido a las represalias que el Gobierno de Ortega ha tomado contra quienes alzan la voz para denunciar sus arbitrariedades. “Lo que he visto en estos meses [en Nicaragua] supera mis capacidades diplomáticas”, ha afirmado McFields Yescas.