El primer ministro italiano, Mario Draghi, de pie, y los ministros de Exteriores, Luigi Di Maio, y Defensa, Lorenzo Guerini, tras la intervención telemática de Volodímir Zelenski, este martes en el Parlamento italiano. REMO CASILLI (AP)

Italia ha sido uno de los principales socios de Rusia en Europa y un aliado estratégico del presidente Vladímir Putin en cuestiones comerciales. Solo hace cuatro años, el Gobierno de la Liga y el Movimiento 5 Estrellas estrechó todavía más esos vínculos. Por eso, cada vez que el foco de la guerra pasa por el país transalpino, vuelven a verse las costuras de aquella relación. El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, compareció este martes por videoconferencia en la Cámara de Diputados italiana. Agradeció el apoyo de Italia, pero pidió que las sanciones y la oposición a Rusia sean todavía más contundentes.

La comparecencia de Zelenski en el Palacio de Montecitorio —una hora antes había llamado al papa Francisco, que también le mostró su apoyo— es un paso más en la gira telemática del presidente ucranio por los Parlamentos internacionales. Lo hizo con toda solemnidad, ante todos los senadores y diputados y el propio presidente del Consejo de Ministros, Mario Draghi. Todos ellos condenaron “claramente el ataque ruso”. El aplauso en pie de los miembros de ambas Cámaras duró varios minutos y no dejó lugar a dudas. Draghi fue rotundo en su intervención, en la que atacó directamente “la arrogancia del Gobierno ruso” y llegó a proclamar que “Italia quiere a Ucrania en la Unión Europea”. Zelenski hablaba precedido por cierta polémica en algunos sectores de la parte escindida del Movimiento 5 Estrellas (M5S), que montó su propio grupo político, y el lunes reclamaba escuchar también la versión del bando ruso. Pero este martes el apoyo fue unánime.

Zelenski tuvo un tono menos beligerante que ante el Parlamento alemán. Pero advirtió a los italianos de lo que puede suceder si no se aumenta la presión sobre Putin, comparando la destrucción de ciudades como Mariupol con lo que supondría para urbes italianas como Génova, del mismo tamaño. Además, recordó que ya han muerto 117 niños desde el comienzo de la invasión. “Hay que hacer todo lo posible para garantizar la paz. Es una guerra organizada durante años por una sola persona, ganando dinero del gas y usándolo para la guerra. Quiere controlar vuestras vidas y vuestra política, destruir vuestros valores democráticos. Ucrania es la puerta para el Ejército ruso a Europa. Y ellos quieren entrar en Europa, pero la barbarie no debe entrar. (…) La invasión dura ya 27 días, casi un mes. Así que necesitamos más sanciones y otras presiones hasta que llegue la paz”, lanzó a través de la pantalla.

El presidente ucranio pidió redoblar los esfuerzos para aislar a Putin, también cerrando la puerta a ciudadanos rusos que pasan las vacaciones en Italia. “Sabéis quién ordena combatir y quién ha llevado la guerra a Ucrania. Todos utilizan Italia para sus vacaciones. No tenéis que acoger a estas personas. Hay que bloquear y congelar sus bienes. Sus cuentas, yates, hasta el más pequeño. Congelar todos los activos de los que tienen fuerza de decisión en Rusia. Hay que apoyar las sanciones y el embargo contra todos ellos. Ninguna excepción para ningún banco ruso. Hay que parar los asesinatos y la guerra rusa”, insistió. La situación, recordó Zelenski, es extrema. Y comparable a lo que hicieron los nazis, afirmó. “Hay tropas del Ejército ruso que torturan, violan y raptan a los niños. Nos están robando. Eso es lo que hicieron los nazis cuando ocuparon otros países”.

Italia siempre ha tenido una elevada promiscuidad con Rusia. Desde los tiempos en los que el Partido Comunista Italiano era el más importante de Europa, pasando por la intensa amistad de Silvio Berlusconi con Putin, a los flirteos del Ejecutivo populista que formó el Movimiento 5 Estrellas con la Liga en 2018. La imagen de los camiones rusos entrando en Bérgamo en plena pandemia para prestar ayuda sanitaria y logística mostraron la última postal de una sintonía que se ha traducido en los últimos años en un suculento intercambio comercial —7.000 millones de euros de exportaciones a Rusia y 12.600 millones de importaciones— y que ahora coloca en una situación incómoda a muchos de los incondicionales de Putin.

La situación, sin embargo, ha cambiado en las últimas semanas y Rusia ha colocado a Italia en la lista negra de países. No han gustado las declaraciones, los actos ni las medidas contra los oligarcas dentro de las fronteras italianas. “Si el Gobierno italiano sigue a Francia a la hora de declarar una guerra financiera y económica total a Rusia al aprobar nuevas sanciones, habrá las correspondientes consecuencias irreversibles”, amenazó Alexéi Paramonov, excónsul ruso en Milán, y hoy director del departamento europeo del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso. Paramonov recordó también a Italia la ayuda que había recibido durante la pandemia y acusó al ministro de Defensa italiano, Lorenzo Guerini, de ser “un halcón y uno de los principales inspiradores de la campaña antirrusa del Gobierno italiano”.

Draghi fue muy claro en su intervención y dejó atrás cualquier titubeo del país en esta cuestión. “La arrogancia del Gobierno ruso ha chocado con la dignidad del pueblo ucranio, que frena las ansias expansionistas de Moscú e impone costes altísimos al invasor. La resistencia de Mariupol y otras ciudades a las que se asoma la ferocidad de Putin es heroica. Hoy Ucrania defiende nuestra paz, nuestra libertad, nuestra seguridad. Un orden multilateral basado en reglas y derechos que hemos construido con mucha fatiga después de la guerra. Italia le está profundamente agradecida. Italia no volverá la espalda a Ucrania. El Gobierno y el Parlamento están en primera fila del apoyo a Ucrania”, aseguró Draghi.

Italia debe ahora encontrar una solución al problema energético. Se trata de uno de los países de Europa occidental con mayor dependencia, ya que casi la mitad de su suministro (46%) procede de Rusia. En los últimos años, Roma ha intensificado considerablemente su relación energética con Moscú, a pesar de su cercanía con otros proveedores como Argelia, Túnez o Libia, que suministran este hidrocarburo a Italia a través de gasoductos que no están totalmente cargados como el TransMed o el GreenStream. Como recordó el propio Draghi, hace 10 años el país transalpino importaba solo cerca del 27% de su gas de Rusia.