China ha exigido este viernes a Estados Unidos “prudencia” y que evite enviar señales de ánimo a los defensores de la independencia de Taiwán, que Pekín considera parte de su territorio. Con estas declaraciones, el Gobierno chino respondía a unas declaraciones la pasada noche del presidente estadounidense, Joe Biden, que aseguró que su país acudiría en defensa de la isla si resulta necesario.

El inquilino de la Casa Blanca había hablado en una conversación con votantes organizada por la cadena de televisión CNN, en la que se le preguntó si Washington acudiría en defensa de Taiwán. En un clima de tensión en el estrecho que se ha agudizado en las últimas semanas, Biden dejó atónitos a los analistas cuando replicó que “sí, tenemos el compromiso de hacerlo”, algo que podía indicar un cambio en la política tradicional de Washington hacia la isla.

Estados Unidos no mantiene relaciones diplomáticas formales con Taipéi desde que las estableció con Pekín en 1979, aunque sí cuenta con cálidos lazos informales y con lo que opera como una embajada de hecho, el Instituto Americano en la capital taiwanesa. Washington tampoco tiene un acuerdo que le obligue a salir en defensa de Taiwán en caso de ataque exterior, como sí ocurre en los casos de otros aliados estadounidenses en el Pacífico como Japón, Corea del Sur o Filipinas. Sí cuenta con una ley que le obliga a vender armamento a la isla, y su establecimiento de relaciones plenas con la República Popular de China se produjo con el entendimiento de que Taiwán no sería tomada por la fuerza por Pekín.

Más tarde, la Casa Blanca clarificaba que las palabras de Biden no representan un cambio en la posición estadounidense hacia Taiwán. “Nuestra relación de defensa se guía por la ley de relaciones con Taiwán”, declaraba un portavoz. “Mantendremos los compromisos que establece esa ley, seguiremos apoyando la autodefensa de Taiwán y continuaremos oponiéndonos a cualquier cambio unilateral del statu quo”.

Tradicionalmente, la política de defensa de Washington con respecto a Taiwán se ha descrito como de “ambigüedad estratégica”. Ha dejado claro que es socio de Taipéi, y ha firmado con la isla jugosos contratos de venta de armamento, pero nunca ha declarado explícitamente si acudiría en socorro de la isla en caso de ataque por parte de China. La idea es, por un lado, disuadir a Pekín de atacar Taiwán ―al no tener seguridad de que EE UU se abstendría de defender la isla― y, por otro, desalentar a Taipéi a que pudiera en algún momento querer declarar su independencia formal, al no contar con la certeza de que Washington la respaldaría militarmente.

Pekín considera Taiwán, la isla donde se refugió en 1949 el ejército del nacionalista Chiang Kai-shek tras su derrota en la guerra civil, parte inalienable de su territorio, y uno de sus intereses nacionales fundamentales. Desde la llegada al poder de Xi en 2012 ha reclamado la unificación cada vez con mayor fuerza; aunque asegura que prefiere la vía pacífica, nunca ha renunciado a tomar la isla mediante la violencia.

“En lo que respecta a las cuestiones relacionadas con sus intereses fundamentales, como su soberanía y su integridad territorial, China no hace hueco a las concesiones”, reiteró este viernes el portavoz del Ministerio de Exteriores en Pekín, Wang Wenbin. Estados Unidos debe “actuar y hablar con prudencia sobre la cuestión de Taiwán”.

Pero desde 1949 se ha ido estableciendo una identidad taiwanesa entre la población de la isla, y hoy día las encuestas apuntan a que la gran mayoría de sus 23 millones de habitantes no desean la unificación. La presidenta Tsai Ing Wen, reelegida por un amplio margen en enero del año pasado, señala que deben ser los taiwaneses quienes decidan el futuro de esta isla autogobernada bajo un sistema democrático.

Los lazos entre ambos lados del estrecho se han enfriado progresivamente durante el mandato de Tsai, a la que Pekín percibe como de inclinaciones independentistas. La líder taiwanesa asegura, por su parte, que defiende el statu quo actual.

A lo largo del último año, y mientras Taipéi y Washington se han ido acercando primero bajo el mandato de Donald Trump y ahora durante el de Biden, Pekín se ha ido mostrando más agresiva hacia la isla, con unas incursiones aéreas casi diarias en el espacio de defensa taiwanés que sumaron casi 150 en los cuatro primeros días de octubre. En un discurso en vísperas del día nacional de Taiwán, Xi aseguraba que la unificación “acabará ocurriendo”. A su vez, Tsai replicaba que la isla se hará cargo de su defensa y no se doblegará ante Pekín.