Además, esta reforma choca de frente con varios de los compromisos medioambientale. (Bloomberg)

Si la nueva reforma eléctrica del presidente Andrés Manuel López Obrador es aprobada, el Gobierno debe prepararse para la posibilidad de que Estados Unidos lo arrastre a un choque comercial.

El capítulo de inversiones dentro del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) abre la posibilidad de que tanto empresas como el Gobierno estadounidense convoque a paneles de resolución de controversias en caso de que se viole el acuerdo, condición que podría cumplirse bajo los preceptos de la nueva reforma eléctrica.

Si se abre el panel, el proceso podría ser largo, y una resolución desfavorable sería bastante dolorosa para México. El tratado permite que el país afectado cobre los daños, incluyendo represalias comerciales en cualquier sector, apuntó Kenneth Smith, uno de los negociadores de México durante la modernización del tratado.

“Eso es lo que es de verdad doloroso, porque no tiene que estar acotado al mismo sector en el que está la demanda”, comentó durante su participación en el Foro IMMEX organizado por Index Nacional.

Una resolución en contra de México no obligaría necesariamente a revertir la reforma, pero el gobierno del país vecino podría poner un revés a la legislación como condición para retirar sus represalias, iniciando lo que Smith caracterizó como “una suerte de guerra comercial en el largo plazo”.

En el caso de que sean empresas las que presentan una queja, tienen la opción de acudir a cortes internacionales, donde los procesos pueden alargarse hasta cinco años, con la posibilidad de reparación de daños a su favor.

“Ustedes imaginarán la magnitud de lo que podría significar esto en el sector energético, donde el monto de las inversiones son mucho mayores”, señaló Smith.

El problema va más allá de la inversión. La reforma eléctrica de López Obrador choca de frente con varios de los compromisos medioambientales que México mantiene dentro del T-MEC, en el Acuerdo de París y con la Agenda 2030 de Sostenibilidad de las Naciones Unidas.

“Vamos a tener problemas en los fondos de solución de controversias, pero en un futuro en la definición de las barreras comerciales que te pueden imponer tus socios comerciales por no cumplir con compromisos ambientales”, dijo Smith.

El proyecto de reforma es un dolor de cabeza para la iniciativa privada del país, que teme el impacto que este podría tener sobre la inversión y, a la larga, el desarrollo económico.

“Debemos de aprender que si queremos traer inversión extranjera y que si queremos tener inversión privada en el desarrollo de infraestructura, tenemos que ser respetuosos de las condiciones en las que se firman los contratos”, declaró Roger González, presidente de la Comisión de Energía del Consejo Coordinador Empresarial.