Andrés Manuel López Obrador, durante una rueda de prensa en Veracruz este martes. PRESIDENCIA DE MÉXICO (EFE)

Ya ha comenzado el baile. El mayor objetivo de Andrés Manuel López Obrador para la segunda parte del sexenio, la reforma eléctrica, necesita irremediablemente de un puñado de votos de la oposición. Y todos los caminos llevan al PRI. Los resultados de las elecciones de junio han otorgado al histórico partido mexicano el papel de bisagra de cara a la mayoría calificada que abre las puertas de las reformas constitucionales que tanto anhela el presidente. La presentación la semana pasada de la iniciativa presidencial en el Congreso fue recibida con ambigüedad por el grupo parlamentario priista, despertando el recelo entre el resto de la oposición y abriendo la primera puerta a unas negociaciones que abarcarán también las otras dos reformas clave en la agenda del Gobierno: la electoral y la Guardia Nacional.

Dividido internamente y muy mermado en su poder territorial —tan solo cuenta con cuatro gubernaturas, su peor balance histórico—, López Obrador ya ha comenzado la ofensiva. “El PRI tiene una oportunidad para definirse. ¿Va a seguir con el salinismo como política o va a retomar el camino del presidente Cárdenas?”, cargó este martes el presidente en referencia a las dos almas de la política económica del partido —volcada al mercado o con más peso del Estado— que sirven de marco también para su reforma del sector eléctrico, con la que pretende echar para atrás la liberalización impuesta, precisamente, por el último Gobierno priista de Enrique Peña Nieto.

Consciente de su posición estratégica como tercera fuerza parlamentaria, la dirección actual del PRI ha ido deslizando desde casi el día siguiente a las elecciones unas declaraciones meditadamente ambiguas que abrían la posibilidad tanto a negociar con el Gobierno como con la oposición, dejándose querer por ambos bloques en busca de recuperar la influencia perdida y contraprestaciones de cara al futuro.

La presentación del borrador de reforma eléctrica acentuó la estrategia. Ante el rechazo frontal del PAN y el PRD, la bancada priista se limitó a anunciar la convocatoria de unos foros con expertos para analizar los detalles de la reforma. El anuncio fue acompañado además de un comunicado lo suficientemente equidistante para justificar las dos opciones: “Queremos un sector eléctrico que fortalezca a nuestra Comisión Federal de Electricidad (CFE), orgullo de este país. Pero también se debe de buscar que no se deterioren más las finanzas públicas de nuestro México”.

Ante el envite directo de López Obrador, este martes el propio presidente de la formación, Alejandro Moreno, salió a la palestra para dar una respuesta, nuevamente, con varias lecturas posibles. “Nadie presiona al PRI, ni el Gobierno, ni los sectores, ni los empresarios. El PRI es un partido político que ha construido este país, que construimos las instituciones y basta mencionar que las grandes reformas de este país han salido con nosotros en el Gobierno o en la oposición”.

La postura del PRI ha despertado las críticas entre el resto de la oposición. “No veo por qué no decir de antemano, desde ahorita, que están en contra de esta reforma que no lleva a ningún lado y es dañina para el país”, señaló el lunes el diputado del PAN, Ignacio Loyola. Mientras que el coordinador de la bancada del grupo conservador, Jorge Romero, ha ido un paso más allá defendiendo que “una alianza no son los dichos, son los hechos”.

Las señales contradictorias del PRI van tensando cada vez más la relación con sus socios en la oposición. En otra jugada volcada al pragmatismo, el PRI accedió a formar parte de un acuerdo insólito con su antagonista histórico: el PAN. La alianza de todos —también incluye al PRD— contra Morena aspira a convertirse no solamente en una plataforma electoral, sino en un frente con un programa común para disputar la acción legislativa de Morena, que tan solo cuenta ahora con la mayoría simple de manos de sus socios.

Pese a disponer ya de una difusa agenda parlamentaria compartida, el pacto opositor tiene como mayor línea de fuga el progresivo alineamiento del PRI con Morena. Durante las votaciones del paquete de leyes que crearon la Guardia Nacional, el partido tricolor ya dio su apoyo al gobierno, que se ha propuesto dar otro giro de tuerca al integrar al nuevo cuerpo seguridad dentro de la secretaría de Defensa. Una ambición que necesitará de nuevo cambios en la Constitución y, por lo tanto, votos de la oposición para alcanzar el umbral necesario. La partida de ajedrez y el encaje de pactos y negociaciones continúa enredandose. La primera en la agenda es la eléctrica, que el Gobierno quiere cerrar como tarde a principios del año que viene.