La atleta bielorrusa Kristsina Tsimanuskaia saluda al Secretario de Estado de Austria, Magnus Brunner, en Viena el miércoles 4 de agosto.FEDERAL CHANCELLORY

“En Bielorrusia puedes hablar, pero tienes que tener cuidado con lo que dices para evitar las consecuencias. En Bielorrusia todos tienen miedo”. Así se ha sincerado este jueves la atleta Kristsina Tsimanouskaia en Varsovia, a miles de kilómetros de los Juegos Olímpicos de Tokio, donde debía haber seguido compitiendo de no haber tenido que huir de su propio país. “Solo volveré a Bielorrusia cuando esté convencida de que mi seguridad allí está garantizada”, ha afirmado en una conferencia de prensa.

“Estoy dispuesta a ayudar a la gente que se encuentre en una situación parecida, podría pasarle esto a cualquiera”, ha lamentado la velocista, aún nerviosa por todo lo vivido en la última semana. “No pienso en política, pienso en mi carrera deportiva”, ha explicado la atleta, quien no desea que su caso sea utilizado con fines políticos.

“Me decidí por Polonia tras hablar con mis padres. Es más fácil tener el visado y está cerca de Bielorrusia”, ha explicado. Precisamente su familia era su gran preocupación, pues su padre había sufrido problemas cardíacos en las últimas semanas. “Hable con él y está bien”.

El incidente comenzó a fraguarse a finales de la semana pasada, después de que la deportista criticara a los dirigentes de su equipo y de su delegación olímpica, presidida por el hijo del presidente Alexandr Lukashenko. Tsimanouskaia, especialista en 100 y 200 metros, protestó en las redes sociales porque había sido elegida para correr en la prueba de relevos de 400 metros después de que dos de sus compañeros no presentaran pruebas suficientes al control antidopaje.

“Me gusta hablar claro”, afirmó Tsimanouskaia, quien fue apartada tras negarse a competir en una prueba que no había corrido nunca. Varios miembros de la federación se presentaron en su habitación y se la llevaron forzosamente al aeropuerto para regresar a Bielorrusia. “Logré hablar con mi abuela en el coche, me dijo que bajo ningún concepto volviera a Bielorrusia”, ha contado la deportista, quien logró zafarse de sus acompañantes al mostrar a la policía japonesa un mensaje de socorro escrito con el traductor automático.

“Nunca me imaginé que podría pasarme algo así”, ha dicho. “Puse un post en Instagram, ya planeaba tomarme un descanso, mis próximas competiciones”, ha agregado. Ahora sus planes son totalmente diferentes. Justo antes de comparecer en público recibió una llamada del director general del Ministerio de Deportes polaco para abordar al día siguiente continuar con su carrera deportiva en el país. Un plan que cobra fuerza porque su marido llega este mismo día al país y se plantea que sea su entrenador.

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