El disidente bielorruso Roman Protasevich, en una vista judicial en Minsk, en abril de 2017.STRINGER / REUTERS

La detención este domingo de un periodista en Bielorrusia, después de que las autoridades del país forzaran a que el avión en el que viajaba aterrizase de emergencia en Minsk por una supuesta amenaza de bomba, ha subido unos grados más la temperatura en las ya calientes y turbulentas relaciones entre la UE y su vecino del Este. “El comportamiento escandaloso e ilegal del régimen de Bielorrusia tendrá consecuencias”, reaccionó este domingo Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, que calificó la operación de “secuestro” de un avión y pidió la liberación del detenido “inmediatamente”. El secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, también ha exigido la liberación inmediata del periodista y ha informado de que su Gobierno se está coordinando de cerca sobre este asunto con sus aliados, entre ellos responsables de la UE, Grecia (de donde procedía el vuelo) y Lituania (destino de la aeronave), según un comunicado del Departamento de Estado.

El Gobierno de Bielorrusia defiende la maniobra como una cuestión de “seguridad” para los pasajeros, ha cargado contra Occidente por “politizar” el caso y ha asegurado que colaborará con expertos internacionales “para descartar cualquier insinuación”. Rusia ha respaldado a su aliado, Aleksandr Lukashenko, y ha recalcado que son los expertos en aviación, y no los políticos, quienes deben estudiar el asunto. La portavoz del Ministerio de Exteriores, María Zajárova, ha comparado el incidente con el desvío forzoso del avión que transportaba en 2013 al presidente de Bolivia, Evo Morales, que tuvo que aterrizar en Viena cuando regresaba a Bolivia desde Moscú debido a que otros países europeos le negaron el permiso para repostar, utilizar su espacio aéreo y viajar. Francia, Italia y Portugal actuaron ante las sospechas de EE UU de que el avión de Morales transportaba a Edward Snowden, el exempleado de la Agencia Nacional de Seguridad y la CIA que reveló el espionaje masivo por parte de las agencias de seguridad estadounidenses, que se refugió en Moscú y que todavía está en la capital rusa.

El vuelo de la compañía irlandesa Ryanair en el que viajaba el disidente bielorruso Roman Protasevich, que gestionó durante meses un conocido canal de Telegram, cubría el trayecto entre Grecia y Lituania. Las autoridades de Bielorrusia le ordenaron aterrizar en Minsk cuando sobrevolaba el espacio aéreo de este país, alegando una amenaza de bomba a bordo. Tras revisar el aparato, afirmaron que no hallaron explosivos y abrieron una investigación por amenaza de bomba falsa. Protasevich, de 26 años, sin embargo, quedó detenido en Minsk y también su novia, Sofía Sapega, una ciudadana rusa de 23 años, estudiante en la Universidad Europea de Humanidades de Vilna. Este centro educativo ha exigido su liberación inmediata. Sapega, que cursa un máster en Derecho Internacional y Europeo, se estaba preparando para defender su tesis en unos pocos días, ha dicho la universidad. El canal que gestionó Protasevich se convirtió en un objetivo del Gobierno de Lukashenko por sus informaciones sobre las protestas que estallaron el verano pasado en Bielorrusia para exigir la salida del dirigente bielorruso.

La fiscalía de Lituania, país donde reside Protasevich en condición de asilado política y destino del vuelo, ha abierto una investigación de lo ocurrido por un caso de secuestro. El domingo por la noche, a la llegada de la aeronave a Vilna, la primera ministra lituana, Ingrida Simonyte, esperaba a los pasajeros para recibirles y explicarles que habría una investigación sobre este “intolerable” suceso. La policía ha empezado a interrogar ya este lunes a los viajeros que volaban con Protasevich. La fiscalía general de Polonia también ha abierto una investigación sobre el aterrizaje forzoso. El avión estaba registrado en ese país del Este, por lo que el caso, ha explicado el viceministro de Exteriores polaco, Pawel Jablonski, se podría enmarcar dentro de su jurisdicción. “Esperamos que la reacción de la Unión Europea sea fuerte e inmediata”, ha recalcado Jablonski a la agencia Reuters.

El debate sobre cómo reaccionar frente a Minsk se ha colado en lo más alto de la agenda de la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno que comienza este lunes en Bruselas, envenenando también otro de los puntos que las capitales ya tenían previsto discutir: las relaciones con Rusia. Josep Borrell, alto representante para la Política Exterior de la UE ha denunciado el nuevo intento de las autoridades bielorrusas de silenciar a las voces de la oposición. “Debe llevarse a cabo una investigación internacional sobre este incidente para determinar cualquier infracción de las normas internacionales de aviación”, ha reclamado Borrell a través de un comunicado. “Esta situación se planteará en la próxima reunión del Consejo Europeo”, ha añadido el jefe de la diplomacia. “La UE estudiará las consecuencias de esta acción, incluida la adopción de medidas contra los responsables”.

Sobre la mesa está la opción de tomar medidas tradicionales, como sancionar a personas concretas ligadas al caso. En la actualidad ya hay 88 funcionarios y miembros del régimen de Lukashenko en esa lista, a los que se les ha privado de viajar a través de territorio europeo y congelado todos sus activos financieros en la UE, y otras siete entidades sancionadas, según fuentes comunitarias. La UE también baraja dar algún paso más, como prohibir que los vuelos de la compañía bielorrusa Belavia aterricen en aeropuertos de la UE, tal y como ha reclamado el primer ministro belga, Alexander de Croo. O incluso blindar todo tránsito aéreo con Bielorrusia.

Un grupo de ciudadanos se concentra en Kiev en apoyo al periodista y activista bielorruso Roman Protasevich, detenido en Minsk, este domingo.
Un grupo de ciudadanos se concentra en Kiev en apoyo al periodista y activista bielorruso Roman Protasevich, detenido en Minsk, este domingo.SERGEY DOLZHENKO / EFE
Es previsible que los países bálticos, cuyos dirigentes han reclamado “unidad” en la reacción de la UE (el caso de Kaja Kallas, primera ministra de Estonia) y “una investigación internacional independiente” (Krisjanis Karins, primer ministro letón) pidan que el club comunitario vaya aún un poco más allá en su contundencia contra Bielorrusia. “Es un ataque sin precedentes contra la comunidad internacional”, ha sostenido el Gobierno de Lituania, a través de un comunicado. “Se trata de un acto de terrorismo de Estado dirigido contra la seguridad de los ciudadanos de la Unión Europea y de otros países, la sociedad civil de Bielorrusia que busca asilo frente a la persecución del régimen, así como la aviación civil internacional”, prosigue el texto, en el que anuncia que el Ejecutivo de Vilna se pondrá manos a la obra para proponer a los “socios internacionales” el cierre del espacio aéreo de Bielorrusia a los vuelos internacionales. El país de Europa del Este está en la trayectoria de vuelo de algunas rutas importantes de norte a sur en Europa, así como las rutas este-oeste entre Europa y Asia.

El consejero delegado de Ryanair, Michael O’Leary, calificó la operación para hacer aterrizar el avión el domingo, dirigida por Lukashenko —que mandó un caza Mig-29 para escoltar a tierra a la aeronave, según su servicio de prensa— como “secuestro patrocinado por el Estado”. “Parece que la intención de las autoridades era sacar a un periodista y a su compañera de viaje”, ha dicho O’Leary en una entrevista este lunes. El responsable de la aerolínea irlandesa ha recalcado también que Ryanair cree que en el vuelo viajaban también “algunos agentes del KGB” (el servicio secreto bielorruso, que todavía se llama como en los tiempos soviéticos) que se quedaron en el aeropuerto de Minsk y no continuaron el viaje, dijo, apuntando que podría tratarse de los cuatro ciudadanos rusos que empezaron el viaje en Atenas con el resto de pasajeros pero que no volaron después desde la capital bielorrusa a Vilna siete horas después.

Las autoridades lituanas han prohibido a los aviones que se dirigen hacia y desde ese país y que están bajo jurisdicción lituana para sobrevolar Bielorrusia desde la madrugada del lunes al martes. El ministro de Transportes de Lituania, Marius Skuodis, ha pedido a otros países que tomen la misma medida. “Si los vuelos están bajo la jurisdicción de otros países, esperamos que los otros países tomen las medidas adecuadas. “Lo que escuchamos de nuestros socios internacionales es muy probable”, ha dicho Skuodis. Además, dos aerolíneas europeas europeas han anunciado ya que evitarán el espacio aéreo bielorruso hasta que se aclare el incidente. Air Baltic, la compañía de bandera de Letonia, no sobrevolará Bielorrusia en vuelos desde la capital letona, Riga, a Odesa (Ucrania) y Tbilisi (Georgia), según ha explicado una portavoz en un comunicado. “La seguridad y salud de nuestros pasajeros y empleados es una de las principales prioridades”, ha dicho. La compañía húngara Wizz Air también desviará sus rutas para evitar espacio aéreo bielorruso, por ejemplo en el caso del vuelo entre Kiev y Tallin, la capital de Estonia. Otras compañías de Europa del Este han declarado que esperan instrucciones o información de la Agencia de Seguridad Aérea de la Unión Europea (EASA). También la aerolínea de bandera polaca, LOT, estudia interrumpir su paso por el espacio aéreo bielorruso.

El periodista y activista, que fue uno de los fundadores del canal de Telegram Nexta, que trasmitió fotografías y vídeos de las protestas multitudinarias contra Lukashenko y reportó casos de brutalidad policial, vivía en el exilio desde 2019 en Lituania, donde se le ha concedido asilo político. En este país báltico se encuentra también exiliada la líder opositora Svetlana Tijanóvskaya, que abandonó Bielorrusia tras las elecciones del pasado agosto, cuando se desataron en el país oleadas de protestas que aún continúan. Desde entonces, la UE ha ido endureciendo su tono contra Minsk y ampliando su lista de sancionados. De hecho, el periodista Roman Protasevich, regresaba a Vilna desde Atenas, adonde había acudido para seguir la visita a Grecia de la disidente Tijanóvskaya.

Desde Bruselas también se ha pronunciado Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN, que reclamó la liberación de “todos los pasajeros” del vuelo retenido: “Se trata de un incidente grave y peligroso que requiere una investigación internacional”, aseguró ayer. En Londres, el ministro británico de Asuntos Exteriores, Dominic Raab, ha señalado en un comunicado este lunes que “Lukashenko debe rendir cuentas por sus acciones extravagantes” y ha manifestado que su país trabaja con sus aliados para dar “una respuesta coordinada, incluidas sanciones adicionales” contra el régimen bielorruso.