El ministro de Exteriores y jefe del equipo negociador de Irán en las conversaciones nucleares de Viena, Mohammad Javad Zarif, el pasado enero.AP

Las conversaciones nucleares de Viena han exacerbado la lucha de poder que caracteriza la política en Irán. Mientras los sectores más inmovilistas del régimen entonan el “no nos moverán”, desde los más pragmáticos se agita el daño de las sanciones en busca de un consenso que permita solucionar el problema. De las tensiones que sienten los negociadores da cuenta la carta que el ministro de Exteriores, Mohammad Javad Zarif, ha escrito al líder supremo, el ayatolá Ali Jamenei, pidiéndole apoyo. También, la filtración de una entrevista en la que Zarif confiesa su impotencia ante la preeminencia de la Guardia Revolucionaria sobre el Gobierno.

“En la República Islámica mandan los militares”, afirma Zarif en una grabación que no estaba destinada a publicarse y en la que también asegura que la Guardia Revolucionaria anula a menudo decisiones del Gobierno e ignora sus consejos. El ministro dice que el general Qasem Soleimani, el jefe de la fuerza expedicionaria de la Guardia asesinado por EE UU en enero de 2020, socavó su trabajo en muchas ocasiones, aunque también expresa admiración hacia él.

No hay grandes novedades en el contenido del material filtrado, parte de siete horas de conversación con el economista Saeed Leylaz para un proyecto de historia oral sobre la presidencia de Hasan Rohaní, en el que participan todos los ministros. Cualquier observador sabe que la Guardia Revolucionaria es el poder que sustenta la teocracia iraní. Ha sorprendido, sin embargo, la franqueza de Zarif y, sobre todo, el momento de la difusión: en medio de una batalla interna sobre la conveniencia de sellar un nuevo acuerdo con Occidente para reactivar el pacto nuclear de 2015, y con las elecciones presidenciales a mediados de junio.

El propio Rohaní ha interpretado que se trata de “crear discordia en el interior” de Irán justo cuando las conversaciones de Viena “se acercaban al éxito”. Dada la opacidad del régimen iraní, resulta complicado descifrar la intencionalidad de la filtración. Para algunos analistas, se trata de desacreditar a Zarif ante la opinión pública (en medio de rumores sobre si será candidato). De hecho, los conservadores han pedido su dimisión y lo acusan de poner en peligro la seguridad nacional al revelar los intríngulis de la política del país. Otros, sin embargo, aseguran que busca exonerarlo de los fallos en política exterior y lo favorece.

Arash Azizi, autor de The Shadow Commander: Soleimani, the US and Iran’s Global Ambitions, reconoce en un intercambio de mensajes que la difusión del audio tanto puede beneficiar como perjudicar a Zarif lo que “hace muy difícil” identificar al responsable. “Toda la imagen [oficial] de que ‘Soleimani y Zarif están unidos’ y que ‘los objetivos de Irán son los mismos, en Siria o en el acuerdo nuclear’ ha quedado hecha añicos”, señala sin embargo el historiador, que en su libro ya se hizo eco de las tensiones entre el ministro y el general.

El autor de la entrevista a Zarif, por su parte, no quiere hablar del asunto. “Sin comentarios”, responde a las preguntas de quién la ha filtrado y si beneficia o perjudica al jefe de la diplomacia. Leylaz admite, no obstante, que “la diplomacia es la continuación natural de la política exterior”. Por eso, explica, “Zarif envió una carta al líder supremo, hace cinco o seis días, donde asegura que no va a presentarse a las elecciones y le pide que apoye a los negociadores en Viena para que puedan hacer su trabajo”. La misiva, a la que se han referido los medios iraníes sin revelar todo su contenido, llega en un momento en que los detractores del acuerdo nuclear vuelven a tachar de “traidores” a Zarif y su equipo, como ya hicieran ante el pacto de 2015.

Leylaz, un reformista detenido tras las protestas de 2009 y condenado a nueve años de cárcel que no llegó a cumplir, defiende en conversación telefónica que “no existe un obstáculo ideológico o estratégico” para alcanzar un entendimiento en Viena. En su opinión, las principales tendencias políticas iraníes (moderados, conservadores, ultraconservadores) coinciden en su necesidad. “El problema es que cada uno quiere apuntarse el tanto”, asegura. Aun así, considera posible que se logre antes de las presidenciales. “Como Rohaní no puede volver a presentarse a las elecciones, si consigue el acuerdo no será un triunfo para él, sino para la República Islámica”, concluye.

No todo el mundo está de acuerdo. El jefe del Poder Judicial y potencial candidato de los conservadores, Ebrahim Raisi, estima “inútil” el diálogo para que Washington levante las sanciones. Al escepticismo que suscita EE UU tras el abandono del pacto nuclear durante la presidencia de Donald Trump se suma la ufanía de que el régimen no sucumbiera a su política de máxima presión. “Abandonen las conversaciones de Viena, suspendan todos los compromisos nucleares, tomen represalias contra Israel”, animaba un editorial del diario Kayhan, portavoz de los sectores ultra, tras el sabotaje a la planta de Natanz.

Al final, recuerda Azizi, “la última palabra en las negociaciones la tiene siempre el líder supremo, pero suele tener en cuenta las luchas internas”. En esta ocasión, dejó claro de antemano tanto a los halcones como a los moderados que Irán solo cumplirá plenamente lo firmado en 2015 si la Administración Biden da el primer paso y levanta todas las sanciones, y que no habrá discusiones con las potencias occidentales fuera del dosier nuclear. Son justo los dos obstáculos que han surgido en Viena, donde el equipo iraní ha pedido que se retiren no sólo las sanciones por el programa atómico sino también las relativas al terrorismo y los derechos humanos, y rechaza el intento europeo de incluir en el debate a los países vecinos de Irán (que quieren hablar de sus misiles y de su apoyo a grupos armados en la región).