Una pantalla de televisión en Shanghái muestra un programa de la BBC, a la que China ha prohibido emitir en su territorioALEX PLAVEVSKI / EFE

Dieciocho periodistas extranjeros expulsados. Aumento de las presiones contra las fuentes y los reporteros chinos empleados por sus medios. Más restricciones con el argumento de la pandemia de covid. La situación de los medios extranjeros en China ha sufrido un “deterioro considerable” en 2020, según constata el Club de Corresponsales Extranjeros en China (FCCC, por sus siglas en inglés) en su informe anual.

“Por tercer año consecutivo, ni un solo corresponsal ha declarado que las condiciones para desarrollar su trabajo hayan mejorado”, apunta el informe Localizar, Rastrear y Expulsar: Informar en China en medio de una pandemia, que se basa en las respuestas de unos 150 de los cerca de 220 corresponsales que integran la asociación, a la que el Gobierno chino no reconoce. A lo largo del año pasado, “todas las armas del poder del Estado -incluidos sistemas de vigilancia establecidos para luchar contra el coronavirus- se utilizaron para hostigar e intimidar a los periodistas, sus colegas chinos y a aquellos a los que buscaron para entrevistar”, asegura el documento.

En 2020 China expulsó al menos a 18 corresponsales extranjeros, de los diarios estadounidenses The New York Times, The Washington Post y The Wall Street Journal, como medida de represalia después de que el Gobierno estadounidense, entonces encabezado por el presidente Donald Trump, ordenara la salida de su país de varias docenas de periodistas chinos. En septiembre, dos reporteros australianos abandonaron China después de que les interrogaran funcionarios del Ministerio de Seguridad del Estado, lo que dejó a su país sin corresponsales en el gigante asiático. Se trata de la “mayor expulsión de reporteros extranjeros desde los tiempos de la matanza de Tiananmen, hace más de 30 años”, asegura el FCCC.

El uso de los visados como táctica de presión hacia los reporteros considerados “díscolos”, que ya había comenzado en años anteriores, se ha acentuado. Una cuarta parte de los corresponsales permanentes declaran haber recibido permisos de residencia con validez menor de un año, la duración estándar. Uno de cada seis solo obtiene visados de duración entre uno y tres meses, menos que algunos visados turísticos.

La presión sobre los medios extranjeros también se extiende contra sus trabajadores de nacionalidad china. Aunque legalmente los ciudadanos chinos no pueden ejercer como periodistas en medios extranjeros, donde solo pueden desempeñar funciones auxiliares, se ven interrogados de manera habitual por la seguridad del Estado o por la Policía en viajes de trabajo o en sus localidades de origen, se les acusa de traicionar a su patria y se les insulta en las redes sociales. Un 59% de los periodistas extranjeros declara tener constancia de presiones a sus compañeros chinos a lo largo de 2020, frente al 44% que las denunciaba un año antes. En el caso más extremo figura una periodista de la agencia de noticias Bloomberg, Haze Fan, detenida en diciembre como sospechosa de “poner en peligro la seguridad nacional”.

La pandemia del coronavirus ha empeorado de manera drástica unas condiciones para llevar a cabo el trabajo periodístico que ya arrastraban un deterioro gradual en los últimos años. La lucha contra la enfermedad se ha utilizado como vía adicional para controlar a los reporteros, denuncia el club.

Los nuevos sistemas de vigilancia y controles de movimiento impuestos este año en China por motivos de salud pública se han empleado también para imponer límites a los reporteros. El 42% declara haber sido obligado a marcharse de algún sitio, o haber visto cómo se le impedía el acceso, por supuestos motivos de salud o de seguridad, cuando era demostrable que no constituían riesgo alguno.

En numerosos casos se vieron obligados a marcharse de algún sitio porque, de no hacerlo, las autoridades locales les amenazaban con imponerles una cuarentena de 14 días. En otros casos, se les ha obligado a someterse a múltiples pruebas de coronavirus, algunas con una diferencia de apenas minutos entre una y otra.

Cierre de fronteras
El 21% de los corresponsales se vio impedido de regresar a China después de que Pekín anunciara el cierre de sus fronteras a finales de marzo del año pasado, y un año después “los periodistas siguen siendo el único grupo de titulares de permisos de residencia a los que se les impide entrar en China”.

La vigilancia es “especialmente intensa” en Xinjiang, hogar de la minoría musulmana uigur, denuncia el FCCC. Aunque la región está abierta, en algunas áreas las autoridades locales impidieron el acceso de periodistas bajo el argumento de control de la pandemia en áreas que otras personas, chinas y extranjeras, sí podían visitar.

La presión también se aplicó a las fuentes de los corresponsales. Un 88% vio rechazadas solicitudes de entrevistas con el argumento de que las personas con las que querían hablar no tenían autorización para hablar con prensa extranjera. Un año antes, ese porcentaje era del 76%. La mitad de los corresponsales cree, o le consta, que alguna entrevista ya pactada se acabó cancelando por presiones de las autoridades a quien debía concederla. Casi un 40%, frente a un 25% en 2019, tuvo constancia de casos en los que las fuentes se vieron acosadas, detenidas, convocadas a declarar o interrogadas como resultado de haber interactuado con un periodista extranjero.

“Pese a lo que China dice acerca de querer estar abierta al mundo y mostrar a todos la vibrante sociedad que es, claramente restringen la información sobre cualquier cosa que no se corresponda con su punto de vista”, declara en el informe Steven Lee Myers, delegado de The New York Times en Pekín y uno de los periodistas expulsados en marzo del año pasado del país. “Es sugestivo de un clima que no va a mejorar”.

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En la rueda de prensa diaria que ofrece el Ministerio de Exteriores chino, el portavoz de este departamento, Wang Wenbin, ha rechazado las acusaciones contenidas en el informe, que ha calificado de “presuntuoso, alarmista y sin ningún fundamento en los hechos”. “Siempre damos la bienvenida a los medios y periodistas de todos los países para que cubran la información sobre China según la ley. A lo que nos oponemos es al sesgo ideológico contra China, y a los bulos en nombre de la libertad de prensa”, ha agregado.