CIUDAD DE MÉXICO.- La confianza y la intimidad marcaron la correspondencia sostenida entre los escritores Julio Torri (1889-1970) y Pedro Henríquez Ureña (1884-1946), que “nos ayuda a reconstruir el paisaje interior de lo que había detrás de los libros”, afirma el escritor e investigador Adolfo Castañón.
El mexicano y el dominicano, respectivamente, explica, intercambiaron unas 30 cartas a lo largo de una década, de 1911 a 1921; por lo que este año se conmemora el centenario del fin de estos intercambios que “son puentes que nos llevan al pasado y nos regresan al presente”, agrega Castañón.
De este universo, unas 25 misivas ya se conocían, pues fueron publicadas en Epistolarios/ Julio Torri (UNAM, 1995), en edición de Serge I. Zaïtzeff. A éstas se suman ahora las cinco cartas que Castañón descubrió en el Archivo Nacional de Santo Domingo, en los papeles de Henríquez Ureña.
Este hallazgo no es una casualidad. Se dio en el marco de la investigación que he desarrollado entorno a los epistolarios de México y, en particular, la correspondencia entre Alfonso Reyes y Henríquez Ureña, que está a punto de ser publicada en formato digital por el Fondo de Cultura Económica y El Colegio de México.
El historiador Bernardo Vega y su esposa, la poeta Soledad Álvarez, me dieron el salvoconducto que me permitió tener acceso a esos documentos y me encontré con las cartas inéditas de Torri”, cuenta.
El crítico literario detalla que las nuevas misivas fueron escritas dos en 1916, junio y septiembre; dos en 1917, febrero y marzo, y una en febrero de 1918. Y éstas serán dadas a conocer hoy, a las 13:00 horas, en el ciclo Lecturas estatutarias de la Academia Mexicana de la Lengua, transmitido en la página de Facebook de esta institución.
¿Qué significan esas fechas en el calendario mexicano?”, se pregunta el también poeta. “Son los años posteriores a la Revolución y previos a la promulgación de la Constitución en 1917. La sociedad mexicana estaba siendo sacudida por las luchas que empezaron en 1910. México llevaba años relacionado con la violencia.
Pero, a pesar de este contexto, había muchos escritores, pensadores, filósofos, maestros, que no estaban en la Revolución, sino en las ciudades, interesados y preocupados por la construcción de una conciencia cultural más allá de las balas, de los intercambios violentos, con una decidida vocación de construcción literaria, poética, musical, editorial y política en otro sentido”, añade.
El ensayista destaca que existía “un apetito cosmopolita, estaban decididos a poner a México en el mapa del mundo; éste es el horizonte que impulsa estas cartas, que tiene que ver con la edición de la colección Cultura”.
Señala que en las misivas descubiertas sobresale “un tono que no tiene nada que ver con el tono engolado, público, como de discurso forense, de cátedra, sino que tiene que ver con la letra chiquita, la minúscula, el chisme, el cotilleo, el cuento, el rumor, el ingenio y la mordacidad”.
Escritas a máquina y con la firma manuscrita en tinta, el galardonado con el Premio Nacional de Artes y Literatura 2020 describe que en estos textos “se ve que Torri y Henríquez Ureña tenían una gran simpatía y empatía relacionada con una comunidad de visión del mundo, y ésta tenía que ver con una idea aristocrática, noble, exigente, rigurosa, relacionada con el interés literario, filosófico, crítico y tipográfico”.
Dice que las cartas son muy ilustrativas del día a día. “Nos hacen ver cómo era México en esos años y cómo ha variado la cultura del país. Los escritores se daban tiempo para divertirse, visitarse, platicar”, apunta.
Te escribo mi carta trimestral. No te escribo con más frecuencia, porque tienes la mala fortuna de provocar en mí las confidencias spleenéticas, y a la larga esto puede aburrirte. Además, no siempre puede defendernos Goethe de la melancolía, y ésta, es el peor enemigo de los estómagos, la vida y las cartas”, le confiesa Torri a Pedro Henríquez Ureña el 9 de junio de 1916.
Castañón considera que es importante publicar junta toda la correspondencia entre Torri y Henríquez, incluyendo este hallazgo.
9 JUNIO DE 1916. El tono de las cartas entre Torri y Henríquez Ureña refleja ingenio y mordacidad.
21 SEPTIEMBRE DE 1916. Las misivas se escribieron después de la Revolución Mexicana.
9 JUNIO DE 1916. Torri dice a Henríquez Ureña que la melancolía es el peor enemigo de la vida.