El segundo juicio para impeachment contra el expresidente Donald Trump provocó un conflicto al interior del equipo central de política exterior del gobierno del presidente López Obrador: la embajadora de México en Washington, Martha Bárcena, utilizó su renuncia como mecanismo de presión para obligar a un acuerdo con Joseph Biden, pero en Palacio Nacional no cayeron en ese juego de intereses transnacionales.

La victoria en el Capitolio la tarde-noche del sábado 13 de febrero colocó a Trump en una posición de contrapeso real del débil gobierno de Biden-Obama, provocará un realineamiento de las fuerzas del Partido Republicano y condicionará la movilidad de la política exterior, además de mantener en el ambiente el clima antiimigrante que alimenta a las organizaciones supremacistas que también recibieron revalidación con la exoneración y jugarán un papel clave en las calles contra la distorsionada agenda de Biden.

El recolocamiento de Trump en el centro de la escena política y su papel fundamental en la definición de candidaturas a las dos cámaras en 2022 y 2023 y la presidencial de 2024 obligará al gobierno de Biden a cuando menos cuatro decisiones: desplazar del poder a la reina Nancy Pelosi cuyos odios personales contra Trump la llevaron a cometer muchos errores que consolidaron al expresidente, adelantar la nominación presidencial de 2024 a favor de Kamala Harris para evitar que Barack Obama recurra de nueva cuenta al dedazo para imponer a un preferido, tomar el control del Partido Demócrata para resistir los embates del republicanismo trumpista y matizar su agenda interna y externa para no darle espacios de acción a los trumpistas.

No hay datos que indiquen si en Palacio Nacional de México había certezas de la exoneración de Trump, pero la negativa lopezobradorista a seguir el juego diplomático estadunidense de la embajadora Bárcena –más como embajadora adjunta de EE. UU. en México que al revés– para detonar conflictos en la relación López Obrador-Marcelo Ebrard. Pero dejaron que la diplomática usara las redes para difundir sus personales puntos diplomáticos ajenos a la línea de interés nacional del presidente López Obrador y hubo la certeza de que no habría efectos políticos bilaterales.

En el sentido de la victoria de Trump en el Senado el sábado 13 debe explicar decisión del presidente López Obrador de designar como embajador de México ante la Casa Blanca a Esteban Moctezuma Barragán, un disciplinado funcionario y político sin grupo de interés. La victoria electoral de Biden y las incómodas e insistentes presiones de la embajadora Bárcena para que México se echara en brazos de la Casa Blanca exigían un embajador que respondiera de manera estricta a los intereses de Palacio Nacional.

Nada hará Trump por México, pero los efectos positivos aquí serán consecuencia de su activismo frente a la agenda de Biden. Trump revitalizará su enfoque crítico contra la migración y usará la bancada republicana en el Senado para bloquear la reforma migratoria de Biden que quiere legalizar como estadunidenses a los once millones de ilegales hispanos. En este sentido, en temas fronterizos, muro, migración y comercio Biden tendrá que pactar alianzas y acuerdos con López Obrador, pero fuera de los enfoques imperiales con los que anunció el regreso de la Casa Blanca al poder mundial. Y a México le bastará hacerse a un lado para que la lucha Biden-Trump obligue a la Casa Blanca a pedir acuerdos con México.

Trump buscará mover a los republicanos para acelerar las contradicciones en el menguado poder de la reina Pelosi (81 años) para jubilarla y sacarla del control legislativo, recuperar cuando menos dos senadurías para regresar a la mayoría en el Senado, mover a sus grupos radicales ultraderechistas para agitar las calles y regresar el tema de la supremacía blanca en las relaciones cotidianas para generarle presiones al gobierno de Biden y a la vicepresidenta Kamala Harris, quien se presenta como afroamericana sin serlo como definición política, ideológica y de raza.

Los mexicanos progres que esperaban presiones de Biden para obligar al repliegue de la agenda mexicana caracterizada por ellos como populista se quedarán esperando. Y aún sin acuerdos específicos, habrá una alianza estratégica Trump-López Obrador que debe estar preocupando a la Casa Blanca.

Política para dummies: La política es el arte de la paciencia para ver el cadáver del adversario pasar.

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