Mohamed Abdullahi Mohamed, alias Farmajo, durante su jura como presidente de Somalia el 8 de febrero de 2017, en Mogadiscio.FEISAL OMAR / REUTERS

Somalia, un país golpeado de manera intensa por sangrientos ataques terroristas y dividido entre numerosos grupos y facciones en conflicto, se enfrenta ahora también a una crisis política y a un posible vacío de poder. Desde este lunes los líderes de la oposición ya no reconocen a Mohamed Abdullahi Mohamed, alias Farmajo, como presidente del país después de que este domingo expirase su mandato de manera oficial y sin que exista acuerdo para la organización de las próximas elecciones. La alianza de candidatos opositores exige la creación de un consejo nacional de transición, compuesto por los presidentes de las dos Cámaras, líderes regionales y miembros de la sociedad civil, en sustitución de Farmajo y su Gobierno, al que consideran “ilegítimo”, con el objetivo de organizar los comicios.

“A partir del 8 de febrero, el consejo de candidatos de la oposición ya no reconoce a Farmajo como presidente legítimo y no aceptará ninguna forma de prolongación de su mandato bajo presión”, aseguró este órgano mediante un comunicado hecho público el domingo, en el que también piden a las fuerzas del orden que no cumplan las directrices del presidente. Horas más tarde, simpatizantes de la oposición celebraron el fin del mandato presidencial disparando tiros al aire en las calles de Mogadiscio, la capital del país, que este lunes amaneció en relativa calma, según France Presse. El sábado, Farmajo garantizó que no se produciría un vacío de poder en el país y que Congreso y Senado guiarían al país hacia las elecciones.

Elegido en 2017 por un sistema de votación indirecta en el que participaron 329 parlamentarios, este experimentado político y diplomático que ostenta la doble nacionalidad estadounidense y somalí, llegó en febrero de 2017 al poder como un soplo de aire fresco y como la esperanza para una democratización real en un país sumido en múltiples crisis. Precisamente una de sus promesas fue cambiar el modelo electoral para que cada ciudadano pudiera elegir de manera directa al jefe de Estado. Sin embargo, los constantes desacuerdos con la oposición le llevaron a abandonar esta idea.

La discusión para introducir cambios en el complejo sistema de votación, en el que jefes de clanes eligen a delegados especiales y estos a su vez a los parlamentarios que designarán al presidente, ha centrado buena parte del debate político somalí en los últimos años. Tras abandonar la propuesta de “una persona, un voto”, el Gobierno intentó introducir reformas en el proceso. Pero, de nuevo, la falta de acuerdo con la oposición y con los líderes regionales, que acusan a Farmajo de haber roto un acuerdo previo alcanzado en septiembre con el único afán de mantenerse en el poder, llevó a un callejón sin salida el pasado viernes, cuando ambas partes se levantaron de la mesa.

Este lunes los aliados y principales organizaciones internacionales que trabajan en Somalia, entre ellos la ONU, la Unión Africana, Estados Unidos y la Unión Europea, publicaron un comunicado conjunto en el que se muestran convencidos de que aún hay tiempo para “alcanzar un consenso” e hicieron un llamamiento a los líderes políticos somalíes para la vuelta a la mesa de negociación y poder convocar así elecciones lo antes posible. El enviado especial de Naciones Unidas para Somalia, James Swan, aseguró la semana pasada que la Constitución somalí permite a Farmajo mantenerse en el poder hasta la elección de un sucesor. El Alto Representante para Política Exterior de la UE, Josep Borrell, calificó de “extremadamente grave la situación” y pidió más esfuerzos para pactar los acuerdos para el proceso electoral nacional.

Desde la caída del régimen militar de Siad Barré en 1991 Somalia sufre una guerra en la que se enfrentan diversas facciones que ha conducido al país a la división y a sufrir una grave crisis humanitaria. Este conflicto ha empeorado por la emergencia del grupo terrorista de ideología yihadista Al Shabab que surgió en 2006 y que desde entonces ha provocado miles de muertos en atentados contra civiles en universidades, hoteles y hasta aviones, o mediante el uso de explosivos y camiones bomba. El último ataque de Al Shabab tuvo lugar el pasado domingo y en él murieron al menos ocho soldados somalíes tras la explosión de una mina colocada por los terroristas.