El tribunal de primera instancia de Rabat condenó este jueves a un año de prisión al historiador Maati Monyib, uno de los activistas marroquíes de derechos humanos con mayor proyección internacional, acusado de “fraude y de atentar contra la seguridad del Estado”. Este proceso, por el que han sido condenados otros seis periodistas y militantes de derechos humanos, se remonta a 2015. Los siete procesados formaban parte de un proyecto financiado por la ONG holandesa Free Press Unlimited para fomentar el uso de la aplicación de teléfono Story Maker, que permite ejercer el llamado periodismo ciudadano de forma anónima. Monyib ya está en prisión preventiva desde finales del año pasado por otras acusaciones.
El tribunal ha sentenciado también a un año de prisión a los periodistas Hicham Mansouri y Abdessamad Ait Aicha, que se encuentran desde hace varios años como refugiados políticos en Francia, así como a Hicham Khribichi, exiliado en Países Bajos. Otros condenados a penas menores son Mohamed Sabr (tres meses de prisión condicional más una multa equivalente a 460 euros), por “atentar contra la seguridad del Estado” y Maria Moukrim y Rachid Tarik, que deberán pagar sendas multas de 460 euros.
El periodista Hicham Mansouri, que fue condenado en 2015 por adulterio a 10 meses de cárcel, se exilió en Francia al salir en libertad, desde donde indicó a EL PAÍS sentirse muy sorprendido por el anuncio de las condenas. “Aunque yo he perdido la confianza en la independencia de la justicia marroquí, esta sentencia me sorprende por su amateurismo sin límites. Lo cual da idea del nivel de algunas personas que gobiernan el país en estos momentos”, señaló.
“Este proceso se había aplazado en veinte ocasiones”, añade Mansouri. “Y de pronto, nos condenan sin ni siquiera abrir el dossier, sin convocar a nuestros abogados, ni a los acusados. (…) Nos hemos enterado a través de la página de Internet del Ministerio de Justicia”. Mansouri señala que la aplicación Story Maker se enseña en una decena de países. “Entre ellos”, asegura, “en el Marruecos ‘oficial’ del Instituto Superior de Información y Comunicación”.
“Yo he sido condenado a un año por ‘atentar contra la seguridad del Estado y otro’. Yo no sé qué significa eso de ‘y otro’. Pero así es como consta”, prosigue Mansouri. “Entonces, ¿Atentar contra la seguridad del Estado solo conlleva un año? Es absurdo. Es un proceso kafkiano que se estudiará en el futuro, sin duda, en los departamentos de Ciencias Políticas”.
Mansouri, que ha sido acogido durante años en la Casa de los Periodistas, de París, cree que el contexto internacional no ayuda para impulsar la liberación de Monyib. “El régimen se siente fuerte tras su alianza de normalización con Israel y el apoyo que le ha mostrado la Administración de Donald Trump [en el reconocimiento del Sáhara Occidental como territorio marroquí]. Europa parece muy preocupada por la covid-19 y se pliega a Marruecos gracias a la emigración irregular y la cooperación sobre terrorismo islamista. Solo algunas voces humanistas, libres y valientes en las instituciones internacionales pueden hacer cambiar las cosas”.
Por su parte, Abdessamad Ait Aicha, de 36 años, también condenado a un año de cárcel, señala desde Francia, donde se encuentra refugiado desde 2016: “Yo he sido acusado de recibir dinero del extranjero y de amenazar la seguridad del Estado. Pero en el atestado oficial de la denuncia aseguran que, a lo largo de toda mi carrera como periodista en Marruecos, he recibido 600 euros del extranjero. Lo ingresé por dos artículos que hice para un periódico holandés y por una compensación por la compra de un ordenador para el proyecto de formación de periodistas Free Press, del que fui coordinador. Es decir, ¿600 euros que amenazan la seguridad del Estado? En ese caso el Estado es muy débil”.
Ait Aicha añade que los dirigentes solo saben responder a “la crisis asfixiante” del país mediante la represión. Y concluye que la sentencia sobre este caso, que se alarga desde 2015, solo se explica por el hecho de “justificar el encarcelamiento de Monyib”.
“Su vida está en peligro”
El periodista Hicham Mansouri alerta sobre la salud de Maati Monyib. “Es diabético y cardiaco, su vida está en peligro. Es inocente. Es un hombre íntegro, acusado injustamente a causa de su compromiso a favor de la democracia, su coraje por la defensa de las libertades y su valentía, poco frecuente, para oponerse al régimen”.
En 2015, Monyib mantuvo varias huelgas de hambre para denunciar lo que él llamaba un “acoso” de las autoridades y de ciertos medios oficialistas. En una entrevista con EL PAÍS indicó que él se muestra muy crítico con el régimen en medios extranjeros. “Pero lo que menos le gusta al Estado es que yo promueva una alianza entre fuerzas islamistas y de izquierdas”, advirtió.
La noticia de su condena a un año sorprendió a Monyib este jueves en la cárcel, ya que se encuentra detenido en prisión preventiva desde el 30 de diciembre, acusado en otro proceso de blanqueo de capitales. Un día antes, la ONG Amnistía Internacional había emitido un comunicado en el que conminaba a las autoridades marroquíes a poner en libertad “inmediata e incondicional” a Monyib.
La organización señaló: “Ninguna de las ONG internacionales o entidades donantes que financiaron las actividades legítimas de Monyib expresaron preocupación por la mala gestión de sus recursos”. La directora regional adjunta para Oriente Medio y el Norte de África, Amna Guellali, indicó que las autoridades marroquíes deben dejar de “hacer un uso indebido de la legislación penal y de las normas administrativas sobre recepción de fondos extranjeros para atacar a periodistas o asociaciones de derechos humanos independientes”.
El Gobierno marroquí escribió en dos ocasiones a Amnistía Internacional, en noviembre de 2020 y enero de 2021 según reza el propio comunicado de la organización, para aclarar que Monyib no se encuentra “en el punto de mira por su trabajo de derechos humanos”. No obstante, Amnistía Internacional considera que el Gobierno parece corroborar esa visión porque “facilitó involuntariamente detalles” donde se indicaba que Monyib recibió fondos del extranjero para organizar talleres destinados a la promoción del derecho a la libertad de expresión.
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