Imagen del reloj simbólico señalando 100 segundos para la medianoche.BULLETIN OF THE ATOMIC SCIENTISTS/THOMAS GAULKIN

El año pasado, los científicos que dirigen las manecillas del simbólico reloj del fin del mundo anunciaron que la humanidad nunca había estado tan cerca de su propio fin, más que “incluso en el apogeo de la Guerra Fría”. Apuntaban al cambio climático, a la inestabilidad política creada por líderes como Trump que podrían acabar con guerras nucleares y, entre otras muchas amenazas, las pandemias. Fueron acusados de alarmismo, casi como cada año. Dos meses después, el mundo entero se encerraba en casa asediado por un virus, en septiembre los megaincendios arrasaban California y poco después el dueño de los códigos de lanzamiento de bombas atómicas de EE UU alentaba un autogolpe de Estado. Hoy, el Boletín de Científicos Atómicos mantiene, como el año pasado, las manecillas del reloj del apocalipsis a 100 segundos de la medianoche, que simboliza el fin del mundo.

“Las manecillas del Reloj del Juicio Final permanecen en 100 segundos antes de la medianoche, tan cerca de la medianoche como nunca. La letal e inspiradora pandemia de covid-19 sirve como una llamada de atención histórica, una ilustración vívida de que los gobiernos nacionales y las organizaciones internacionales no están preparados para manejar las amenazas que verdaderamente ponen fin a la civilización como las armas nucleares y el cambio climático“, declaró la presidenta del Boletín, Rachel Bronson.

“Creamos estas amenazas y podemos controlarlas”, advirtió Bronson, “pero el margen de error es bajo”. La covid no eliminará a la humanidad, afirmó Bronson, pero es un ejemplo claro de que las autoridades de todo el planeta no son capaces de afrontar peligros globales como la emergencia climática. “Como podemos ver con la pandemia actual, algo tan pequeño como una mutación viral podría acercarnos al día del juicio final. Debemos seguir tomándonos esta amenaza en serio“, añadió la doctora Asha George, del Consejo de Ciencia y Seguridad del Boletín.

El Boletín ideó este reloj para denuncia el peligro de autodestrucción al que se acercaba la humanidad con la llegada de las bombas atómicas. Hasta ese momento, en 1945, la humanidad no tenía forma de autodestruirse por completo. Los científicos que habían participado en su desarrollo sintieron la necesidad de advertir a todos del peligro que suponía su creación. Ahora que el reloj cumple 75 años, se han incorporado más riesgos existenciales: desde el bioterrorismo y la inteligencia artificial a los virus incontrolables.

“Los gobiernos renunciaron con demasiada frecuencia a su responsabilidad, ignoraron los consejos científicos, no cooperaron ni se comunicaron de manera eficaz”

BOLETÍN DE CIENTÍFICOS ATÓMICOS
“En esta época de auténtica crisis, los gobiernos renunciaron con demasiada frecuencia a su responsabilidad, ignoraron los consejos científicos, no cooperaron ni se comunicaron de manera eficaz y, en consecuencia, no protegieron la salud y el bienestar de sus ciudadanos”, señala el informe que publican junto con el reloj.

En 2007 se incluyó el cambio climático como un peligro grave para la humanidad que demandaba una respuesta “urgente e inmediata” y desde entonces la manecilla del reloj no ha dejado de acercarse a la medianoche, puesto que los cinco años en los que se ha registrado una mayor temperatura del planeta han sucedido después de 2015. Lejos queda el apacible año 1991, cuando el reloj estaba a 17 minutos de las 0.00 horas, mientras Francis Fukuyama declaraba el fin de la historia y tras firmarse entre EE UU y Rusia el Tratado de Reducción de Armas Estratégicas.

Dada la creciente importancia de la geopolítica en las amenazas existenciales que afronta la humanidad, los científicos del boletín cuentan con el asesoramiento de la organización The Elders (los ancianos, en inglés), fundada en 2007 por Nelson Mandela para aprovechar la experiencia de exlíderes mundiales, entre los que destaca en esta edición Ellen Johnson Sirleaf, expresidenta de Liberia y codirectora del panel independiente que está auditando el trabajo de la Organización Mundial de la Salud durante la pandemia de covid.