Santa Claus debió modificar este año su visita a algunas zonas rurales de Alaska, debido a las precauciones de seguridad relacionadas con la pandemia de COVID-19.

Cada año, la Guardia Nacional de Alaska y el Ejército de Salvación viajan a dos o tres aldeas, en su mayoría de nativos de Alaska, para entregar regalos de Navidad durante una fiesta supervisada por Santa Claus y su esposa, pero este año, la Guardia debió dejar las cajas con regalos en centros de recolección en los pueblos de Stevens Village, Birch Creek y Nanwalek. Ya allí, los residentes recogieron los obsequios y los repartieron a los hogares.

La Guardia Nacional de Alaska usó un helicóptero para llegar con los regalos envueltos para casi todas las 30 personas de la comunidad de Stevens Village. Algunos habitantes usaron sus motos de nieve para recoger rápidamente los obsequios antes de que el helicóptero volviera a despegar.

Más de 90 aldeas de Alaska han recibido la Operación Santa Claus desde 1956. Este año, los voluntarios empacaron juguetes, calcetines, mochilas, gorros, cepillos de dientes y libros para 127 niños de las tres aldeas.

La Operación Santa Claus de este año no tuvo la grandeza de otras ocasiones, pero la misión de entregar regalos aquí y en las otras dos aldeas se completó con las precauciones de seguridad.

“Durante 65 años no hemos perdido el ritmo”, indicó Winfield Hinkley Jr., comandante de la Guardia Nacional de Alaska.

“Y les tengo que decir que el COVID es rudo”, añadió, “pero eso no nos impedirá llevar a cabo esta tradición. Es un honor hacerlo”.

En un año normal, la llegada de Operación Santa Claus es un evento comunitario, con los lugareños llevando a Santa y a la Sra. Claus y sus ayudantes a la escuela local para una fiesta. Todos los residentes de la aldea están invitados a tomarse fotos con Santa y comer helado, antes de que los niños reciban un regalo.

Pero con la pandemia, los protocolos de COVID-19 dictaron que los obsequios se entregaran en pistas de aterrizaje, donde los residentes los recogieran antes de distribuirlos.

El líder de Stevens Village, David Kriska, comentó que era agradable que los organizadores encontraran la forma de hacer algo por los aldeanos.