Varios transeúntes, a finales de septiembre en São Paulo.AMANDA PEROBELLI / REUTERS

Es la mayor recesión en más de un siglo, pero también hay algunos elementos para la esperanza. El desplome de la economía latinoamericana este año será enorme, el segundo más alto del mundo solo por detrás de la zona euro, aunque también algo menor de lo inicialmente previsto. El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha mejorado este martes su previsión de caída del PIB para 2020 —el hundimiento del 9,4% que preveía en junio se convierte en un igualmente alarmante pero sustancialmente más bajo: 8,1%— y mantiene prácticamente estable —solo una décima inferior a lo previsto— la de recuperación en 2021: el rebote queda en el 3,6%. El desplome causado por el coronavirus será generalizado en toda la región, pero —siempre al margen de Venezuela— Perú, Argentina y Ecuador se llevarán la peor parte con respectivos descensos del 13,9%, del 11,8% y del 11%. La posición de los dos últimos, inmersos en sendos rescates del propio FMI, es especialmente comprometida.

La mejora de las perspectivas, sin embargo, es generalizada. En la mayor economía latinoamericana, Brasil, el 9,1% de caída que proyectaba el organismo para este ejercicio se queda en un 5,8%. En 2021, el rebote será del 2,8%, lo que implica que, con un poco de fortuna, el gigante sudamericano recuperará el nivel PIB previo a la crisis a lo largo de 2022 o, a lo sumo, en 2023. En la segunda más grande del área, México, la mejoría es menor pero también significativa: el hundimiento del 10,5% proyectado en junio se queda ahora en un 9%, y la recuperación en 2021 queda en el 3,5%, dos décimas más de lo que preveía hasta ahora. Con esas cifras en la mano, sin embargo, el país norteamericano será uno de los grandes que más tardarán en recuperar el terreno perdido durante la pandemia.

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La revisión al alza de las perspectivas del FMI para la región se produce en paralelo a una mejora generalizada a escala global: a menos de tres meses del cierre del año, la previsión de descalabro del PIB mundial se queda en el 4,4%, cinco décimas menos de lo pronosticado en junio. El rebote de la economía mundial en 2021, aunque baja ligeramente (dos décimas), se mantiene claramente por encima del 5%. De cumplirse estas proyecciones, el mundo recuperará el nivel previo a la covid-19 antes de que termine el año que viene. Algo que, hasta ahora, no estaba tan claro. Con todo, la renta per cápita —un indicador que ya tiene en cuenta el crecimiento de la población— no volverá a niveles precrisis hasta principios de 2022.

Peores son las cifras de América Latina y el Caribe. Para recuperar el nivel de PIB previo a la recesión, el bloque tendrá que esperar algo más: como pronto, hasta 2023, según las últimas proyecciones del Banco Mundial que se ven refrendado por el nuevo cuadro macroeconómico del FMI. Seguirá siendo, además, la región más golpeada del mundo emergente, el extremo opuesto a China: mientras el coloso asiático cerrará 2020 en verde (+1,9%) y crecerá un 8,2% en 2021, la media de los países de renta media caerán un 3,3% este año, menos de la mitad que el bloque latinoamericano. De entre los grandes países emergentes —con poblaciones de 100 millones de personas o más—, México y Brasil serán el segundo y el tercero que más caigan, solo superados por India (-10,3%).

La economista jefa del Fondo, Gita Gopinath, ha puesto este martes negro sobre blanco una tendencia que se intuía desde el inicio de la crisis sanitaria: los países más dependientes de los servicios que exigen de interacción entre personas y los exportadores de materias primas (y, muy particularmente, de petróleo) serán los más golpeados, mientras que los más manufactureros saldrán antes de la recesión. Con este patrón, América Latina tiene las de perder en varios frentes: el Caribe es una de las regiones más turísticas del mundo, varios países del área —sobre todo en América del Sur— dependen de los ingresos procedentes de la exportación de productos básicos y prácticamente ninguno de sus países —salvo Brasil y México— tiene en la industria un pilar de su economía. Con todo, los peores números esbozados allá por junio, cuando los confinamientos estrictos aún eran norma y ningún indicador lucía en verde, van quedando atrás poco a poco.