Una pintada en el centro de Kabul celebra el acuerdo que ha abierto paso a las conversaciones intraafganas, en una imagen captada el pasado julio.WAKIL KOHSAR / AFP

Los talibanes han aplaudido este jueves el tuit del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sugiriendo el regreso de las tropas desplegadas en Afganistán para Navidad. Los afganos no parecen tan contentos. El sorprendente mensaje se produjo apenas unas horas después de que su consejero de Seguridad Nacional, Robert O’Brien dijera la víspera que el número de soldados desplegados en el país asiático se reduciría a 2.500 para principios del próximo año.

“Deberíamos tener al pequeño número de nuestros VALIENTES hombres y mujeres que sirven en Afganistán en casa para Navidad”, tuiteó Trump. No está claro el alcance de sus palabras. Ni el Pentágono ni el Centcom ni el Gobierno de Kabul han hecho comentarios, aunque lo habitual es que los cambios de estrategia o niveles de tropas se anuncien de forma coordinada tanto por la Administración como por el mando militar.

Los analistas no descartan, sin embargo, que Trump pueda adoptar una decisión en solitario. “Esto contribuiría a una todavía mayor inseguridad en el sentimiento de los afganos sobre su fututo y el de su país”, declara Thomas Ruttig, codirector del centro de estudios Afghanistan Analysts Network.

Todo lo contrario que los talibanes, que desde que EE UU les echó del Gobierno de Kabul en 2001 han combatido a sus soldados. “El Estado Islámico celebra estas declaraciones y las considera un paso positivo para la puesta en práctica del acuerdo firmado con Estados Unidos”, afirma el comunicado difundido por el portavoz talibán, Zabihullah Mujahid. Estado Islámico de Afganistán es el nombre con el que los insurgentes se refieren a sí mismos y como denominó al país cuando estuvieron en el poder.

El texto asegura que el grupo mantiene su compromiso con ese acuerdo firmado el pasado febrero. En él se establecía la retirada de las fuerzas estadounidenses para mayo de 2021 a cambio del cese de los ataques de la guerrilla y de su cooperación con grupos terroristas como Al Qaeda o el ISIS. Siete meses después, los insurgentes parecen estar cumpliendo el primer punto, pero hay dudas sobre el segundo.

Además, los talibanes dan la impresión de arrastrar los pies en el objetivo implícito de que el pacto permitiera lanzar un proceso de reconciliación interno. Desde que el mes pasado se iniciara finalmente el diálogo interafgano en Doha, no ha habido noticias de avances y sus representantes en las conversaciones parecen más interesados con recibir a todo tipo de delegaciones extranjeras que en consensuar un modelo de país con las autoridades de Kabul. Esta misma semana no encontraron tiempo para reunirse con el presidente Ashraf Ghani de visita en Qatar.

“Si los talibanes nunca se tomaron en serio el diálogo (tal como podemos ver en Doha), los americanos podían simplemente haberse retirado sin regalarles legitimidad internacional, además de [la liberación de] 5.000 combatientes, sacarles de la lista de sanciones, etc”, reaccionaba el conocido empresario de comunicación afgano Saad Mohseni al tuit de Trump en la misma red social.