La emergencia por Covid-19 “no debe ser vista como un cheque en blanco para debilitar los controles y la rendición de cuentas, ni socavar la lucha contra la corrupción”, sostienen el Instituto Internacional para la Democracia y Asistencia Electoral, la Fundación Fernando Henrique Cardoso y la Fundación Democracia y Desarrollo.
En una carta respaldada por otras organizaciones, reconocieron que “vivimos un momento de inflexión en el devenir del mundo y de nuestra región, que genera amenazas y oportunidades”, por lo que llamaron a cuidar el presente y futuro de la democracia.
“Existen riesgos latentes que si no pensamos y actuamos con celeridad pueden producir un grave deterioro democrático. Hoy, más que nunca, América Latina requiere una democracia resiliente y de calidad, sustentada en una política y un liderazgo con visión de futuro, capaz de superar los déficits de representación y eficacia que vienen socavando el apoyo y la satisfacción democrática en la región”, indicaron.
“En la raíz de las debilidades de las sociedades latinoamericanas están las varias dimensiones de las desigualdades sociales y los aún altos niveles de pobreza. Pese a los avances registrados en los últimos 30 años, éstas continúan siendo asignaturas pendientes. La pandemia las desnudó e intensificó, aumentando el riesgo de que la región sufra otra década perdida en términos económicos y un fuerte retroceso en lo social“, alertaron.
En su pronunciamiento aseguraron que esta crisis representa un “campanazo de alerta que demanda la necesidad de impulsar medidas dirigidas a superar los actuales niveles de desigualdad, pobreza e informalidad, los cuales constituyen no solo el principal obstáculo al desarrollo sino también el caldo de cultivo para las ‘soluciones’ populistas y/o autoritarias. Constituyen también el caldo de cultivo de la violencia criminal organizada, una amenaza real y creciente que debe ser combatida con los instrumentos legales del Estado democrático de derecho”.
Y señalaron que aunque el Poder Ejecutivo ha visto incrementada su responsabilidad y atribuciones, no se debe romper el equilibrio de poderes para garantizar los equilibrios dinámicos institucionales de un Estado democrático.
Anotaron que “los tiempos que vienen, con una crisis económica mayor a todas las vividas desde el siglo pasado, nos plantea una tarea ardua: aprovecharla como una oportunidad para redefinir el horizonte de lo posible”.
“Este es el llamado que hacemos, a pensar, a proponer, a gestar ideas y dinamizar acciones para una agenda ineludible: no solo evitar que la democracia sea víctima de la pandemia pero también avanzar hacia una democracia de nueva generación. Porque gobernar para la democracia es entender cómo ésta debe evolucionar en tanto la ciudadanía crece con ella”, concluyeron.