La denuncia de Emilio Lozoya contra presidentes y funcionarios en los gobiernos del PAN y del PRI tiene 60 páginas, sin contar anexos y materiales de soporte, que le dará suficiente combustible al presidente Andrés Manuel López Obrador para hacer un juicio político a un régimen, durante el tiempo que le quede a su sexenio. En el camino, sin embargo, podrá haber resultados positivos que vayan más allá de las necesidades político-electorales del Presidente, si es que las imputaciones hechas por Lozoya pudieran confirmarse. Uno de esos episodios es el del financiamiento ilegal de la campaña presidencial de Enrique Peña Nieto.

Lozoya narra en su denuncia la forma como el conglomerado brasileño Odebrecht inyectó millones de dólares a la campaña de Peña Nieto en 2012, y también admite que él se quedó con una buena parte de esos recursos. Cuenta los momentos en donde se acordó el apoyo, entre quiénes se concretaron, los intermediarios y la triangulación financiera que se realizó. También a quién se pagó con parte de ese dinero. Todo, hasta ahora, son dichos. Y a este respecto, lo que dice Lozoya no es lo que los ejecutivos de Odebrecht declararon ante la Fiscalía brasileña que investigó los sobornos intercontinentales que pagaron.

En la versión de Lozoya, todo comenzó en 2010, cuando se conocieron Peña Nieto y Marcelo Odebrecht, el jefe del conglomerado que cumple una sentencia de 19 años de prisión, en Brasilia. Peña Nieto, que era gobernador del Estado de México, había participado en un encuentro del Foro Económico de Davos, en su capítulo América Latina, en Cartagena, Colombia, de donde viajó a Brasilia para entrevistarse con el presidente Luiz Inazio Lula da Silva. Ese encuentro no se realizó, pero sí se llevó a cabo uno con los ejecutivos de Odebrecht.

En esa reunión estaban el presidente del conglomerado, Marcelo Odebrecht, y quien era el director de la empresa para México, Luis Alberto de Meneses Weyll. Además de Lozoya, Peña Nieto iba acompañado del constructor Juan Armando Hinojosa, dueño de Higa, y al término de la reunión, les ofrecieron una comida. “Esa gira tuvo como uno de los objetivos dar a conocer a los empresarios los principales planteamientos de una posible candidatura de Peña Nieto, siendo que Marcelo Odebrecht tenía especial interés en apoyarlo”, afirmó Lozoya.

“Uno de los atractivos de la candidatura era sin duda la reforma energética, lo que generaba amplio interés de muchas empresas”, agregó. “Al término de la comida Marcelo Odebrecht y Luis Weyll le ofrecieron apoyo económico a Enrique Peña Nieto en su posible postulación como candidato a la Presidencia en 2012. Yo fui testigo de dicha conversación, que se realizó en español y que tuvo una duración aproximada de 5-10 minutos”. El contacto para recibir el apoyo económico sería Luis Videgaray, que era el brazo derecho del entonces gobernador del Estado de México, que no estaba presente, según contó Lozoya.

Peña Nieto y Videgaray viajaron a Nueva York en el otoño de 2011 para participar en un Foro del Consejo de las Américas y le ofrecieron ser coordinador de asuntos internacionales de la campaña presidencial, que tendría como primer encargo buscar recursos de empresas extranjeras para ese fin. No tardó en iniciar ese trabajo. A principios de 2012, dijo, se reunió en la pastelería El Globo en Prado Sur, en las Lomas de Chapultepec, a una cuadra y media de las oficinas de campaña de Peña Nieto y Videgaray, con De Meneses Weyll, a quien le pidió seis millones de dólares para la campaña presidencial. Lozoya le dijo, según señaló en su denuncia, que el mismo Peña Nieto se lo había pedido, con la promesa de que Odebrecht “se vería beneficiado”, una vez que llegara al poder.

El primer pago acordado, dijo Lozoya, sería de cuatro millones de dólares, de los cuales, le dijo De Meneses Weyll, dos millones y medio serían íntegros para la campaña, y cuatro más serían para “posicionarse” el PRI. Videgaray, dijo Lozoya, le pidió que de ahí pagara a los consultores electorales. Entre mayo y junio de 2012, dijo en su denuncia, pagaron 10 consultores mexicanos y estadounidenses. Un millón y medio de dólares más de Odebrecht, reconoció, se los quedó, depositados en una cuenta que utilizaba para sus “negocios personales”, Tochos Holding Ltd.

Lozoya aseguró que Videgaray le decía a quién pagar. Rodrigo Arteaga Santoya, su secretario particular, quien videogrababa sigilosamente las entregas de dinero para llevar la contabilidad, recibía tarjetas de la oficina del entonces coordinador general de la campaña con las instrucciones de los pagos. Lozoya recibió órdenes verbales, dijo, en las reuniones que sostenía con Videgaray en las oficinas de Montes Urales o en Julio Verne, en Polanco, que luego utilizó como secretario de Hacienda, y donde se celebraron las reuniones del Pacto por México.

Lozoya no aporta más que dichos en su denuncia, y plantea aspectos circunstanciales como prueba que Peña Nieto sabía que sí se había concretado el financiamiento ilegal a su campaña. Describe un evento en el hotel Camino Real de Polanco, durante la campaña, con el sector privado, en donde De Meneses Weyll y Roberto Bishop, que era el director de Braskem, la filial petroquímica de Odebrecht en México, le pidieron que los llevara a saludar al entonces candidato.

“Estamos con usted y cuente con nosotros”, le dijeron los brasileños de acuerdo con Lozoya. “Muchas gracias por el apoyo que han dado”, les respondió Peña Nieto. “Ese diálogo”, concluyó Lozoya en su denuncia, “era más que suficiente para entender que Enrique Peña Nieto estaba perfectamente enterado de las aportaciones que darían”. En su testimonio ante fiscales brasileños, De Meneses Weyll dijo que no financió Odebrecht la campaña de Peña Nieto y que los 10 millones y medio de dólares que le dio a Lozoya, fue un soborno exclusivo para él.