Peña, Anaya, Calderón, Salinas…
Lozoya canta lo acordado
Conago, en segundo plano

De ser cierto lo que Emilio Lozoya Austin habría denunciado ante la Fiscalía General de la República, según lo hecho llegar ayer a diversos medios de comunicación, buena parte de la cúpula del aparato de poder previo al morenismo estaría en una grave situación jurídica y política.

En la lista del entramado de poder que habría utilizado al dócil Lozoya, como presunto instrumento para la comisión de múltiples fechorías de altísima cuantía económica y de peor calaña ética e institucional, estarían tres ex ocupantes de Los Pinos (Enrique Peña Nieto, Felipe Calderón Hinojosa y Carlos Salinas de Gortari), dos ex candidatos presidenciales (el panista Ricardo Anaya y el externo postulado por el Revolucionario Institucional, José Antonio Meade Kuribreña), una suerte de vicepresidente ejecutivo durante el peñismo (Luis Videgaray Caso, a quien aquí se ha llamado desde años atrás el cerebro sustituto durante el periodo 2012-2018), el fallido delfín de Calderón a la candidatura presidencial panista de 2012 (Ernesto Cordero), dos panistas que ahora son gobernadores (Francisco García Cabeza de Vaca, de Tamaulipas, y Francisco Domínguez, de Querétaro), varios personajes ligados específicamente al calderonismo (Salvador Vega Casillas y Jorge Luis Lavalle Maury), el concuño de Carlos Salinas de Gortari (José Antonio González Anaya, quien fue secretario de Hacienda y director de Pemex durante el peñismo) y otros nombres relacionados con la operación en las cámaras legislativas y en Petróleos Mexicanos (entre ellos, el priísta David Penchyna).

Diecisiete señalamientos (a Salinas de Gortari, por ejemplo, se le define como comisionista y cabildero del PAN y al panista Anaya se le menciona como receptor de seis millones de pesos para buscar la gubernatura de Querétaro) en un recorrido por el pantano de la corrupción nacional, con supuestos detalles de negociaciones, entregas de dinero y las instrucciones específicas para cada acto sucio, en una más que anunciada relatoría de la inmundicia que ya había advertido el Presidente de la República en sus conferencias mañaneras.

Tales acusaciones lozoyistas no son una verdad jurídica. Son señalamientos de alguien profundamente involucrado en los mismos hechos corruptos de los que ahora busca zafarse mediante una negociación para acogerse a un criterio de oportunidad o una propuesta de salida alterna, como lo menciona en la denuncia de hechos aquí comentada. Las baterías del sumiso instrumento de las mafias del poder fueron enfocadas en las élites del pripanismo de aquella época de las negociaciones reformistas y las elecciones peñistas y en el calderonismo hoy escindido de Acción Nacional. El ahora morenista Miguel Barbosa, deplorable gobernador de Puebla, aparece por ahí solicitando favores familiares, según el texto del ex director de Pemex.

El desfile lozoyista de escatología política pasa revista a los temas de Odebrecht, el financiamiento a la campaña presidencial de Peña Nieto, Agronitrogenados, Etileno XXI, compra de votos a favor de las reformas estructurales, grupo Higa (el de la Casa Blanca y la de campo de Videgaray) y, en un apartado de ironía involuntaria, como un virtuoso escandalizado ante la podredumbre ajena, otros hechos que reflejan el uso indebido del poder y tráfico de influencias, entre ellos lo relacionado con el financiamiento en crisis de un medio de comunicación especializado en economía y finanzas.

Ah, por cierto, ayer el gobernador de Querétaro hizo una sentida defensa de sí mismo ante el presidente López Obrador que estuvo en esa entidad. Y posteriormente hubo en San Luis Potosí una reunión presidencial con los gobernadores del país, que llegaron a acuerdos sobre revisión del pacto fiscal y gastos sanitarios pandémicos. Pero la verdadera nota del día, y seguramente de muchos días más, ha sido la difusión (¿violatoria del debido proceso? ¿acatamiento de voluntad presidencial?) de la denuncia de hechos del cantor de temporada, el instrumentado Lozoya Austin. ¡Hasta mañana!

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