CIUDAD DE MÉXICO.- Ver bailar a Michael Jackson ( 1958-2009) sigue siendo una experiencia inaudita. Pasan los años y su forma de moverse, cantar y dominar la escena sigue siendo el epítome de la cultura pop. Y cómo no, si logró con base en una tenacidad insólita abrirse paso para conmocionar no sólo a la generación que creció con él, sino a millones de jovencitos que encontraron en su arte la inspiración para hacer danza.

Jackson –fallecido un 25 de junio– abrió junto con sus hermanos el camino a los grupos infantiles y demostraron que en un país siempre penetrado por el racismo, los afroamericanos podían vivir el sueño americano y salir de una vida de precariedades para convertirse en estrellas de renombre mundial.

Liderados por su padre, que los hacía ensayar por horas y que los castigaba ante cualquier error, Los Jackson 5 encabezaban las listas del hit parade, pero, entre ellos, el más notorio por su manera de bailar y cantar fue siempre Michael.

Jackson relucía bailando de una forma atípica –para muchos influenciada por el gran bailarín y coreógrafo Bob Fosse–, acentuando con la pelvis el ritmo de la música. La sutileza de un hombro o de un movimiento preciso de piernas hacían tambalear el reinado de los cantantes de moda.

Los registros en video de I want to dance with you (1979) lo muestran como avezado y transgresor. Lo más relevante en su caso es que jamás pasó por una sola clase de danza académica. Conocía muy bien sus deseos y los desarrolló plenamente al lado de profesionales que lo apoyaron para entrar de lleno con el video de ficción, por citar un ejemplo. Sus éxitos Thriller (1982) y Beat it (1982) lo catapultaron por ser innovadores y poseer una narrativa simple, pero contundente.

Sin embargo, en algún momento la desgracia le cayó encima, algunos achacan a su derrumbe personal al accidente que tuvo filmando un anuncio para Pepsi, que lo dejó con quemaduras en el cuero cabelludo que lo obligaron a tatuarse de negro la cabeza y a vivir condenado a usar pelucas.

Al tiempo, un vitiligo feroz lo atacó y optó por decolorarse todo el cuerpo. Además, se hizo adicto a las cirugías plásticas, y se transformó en un ser bizarro y anormal. Su dismorfia lo hundía y sus aberrantes gustos sexuales por menores de edad lo convirtieron en el retrato de todo lo que nadie deseaba en un hombre genial. Michael Jackson murió el 25 de junio después de una sobredosis de un anestésico. Era lo único que lo hacía fugarse del insomnio y el horror que lo carcomían.