20 November 1997: File photo of Toros Neza team,with the diferents mask,preview the game quarters final of Winter Torunament 1997 of Mexican Soccer,Toros Neza defeats Leon 1-0./Foto de archivo del Equipo de Toros Neza,con diferentes mascaras,previo a su juego de cuartos de final durante el Torneo de Invierno 1997 del Futbol Mexicano,Toros Neza derroto al Leon 1-0.MEXSPORT/DAVID LEAH

CIUDAD DE MÉXICO.- Fue una familia diferente a las demás, con locuras, con ocurrencias, donde todos jalaban parejo. Eran libres porque se mataban en la cancha. La afición les exigía y convirtieron la plaza en una de las más difíciles para los equipos que la pisaban. Esos recuerdos y aquella generación de los 90 de Toros Neza quedará para la historia por la mística que plasmaban en la cancha.

“Un equipo muy sui generis, un equipo con un espíritu combativo bastante bueno, grandísimos amigos, nos hicimos más bien como una familia de equipo. Todos nos llevábamos muy bien, teníamos ideas muy locas, pero siempre todos íbamos adelante con la misma convicción. Tuvimos técnicos muy buenos. Conviví con compañeros que hoy en día puedo decir que son mis amigos. Una etapa de mi vida que siempre va a estar presente”, recuerda Miguel Herrera, exjugador de Toros Neza, en entrevista para Excélsior.

El Piojo, quien llegó al equipo en la temporada 95-96, rememora que Neza fue una plaza difícil no sólo para los rivales sino también para ellos mismos.

“En una parte de la ciudad donde la vida es difícil, pero nos hicieron sentir estar en casa, nos apoyaron, gente extraordinaria, la gente de ciudad Neza nos acogió y nos recibió con mucho cariño, nos apoyó. Fuimos parte de un crecimiento de una parte de la ciudad importante, donde siempre tendré unos gratos recuerdos.

Hacíamos valer nuestra condición de local porque la gente que nos apoyaba nos hacía valer esa condición de Neza, donde por supuesto se entregaban al equipo y nosotros a ellos. Entonces era una plaza difícil para todos”, mencionó.

LAS OCURRENCIAS APARECIERON

Lo excéntrico, la comunión, la alegría, el color, el dejar libre las ocurrencias, las locuras… Crearon una química con sus aficionados y le dieron color al futbol mexicano. Las miradas se fueron con aquellos jugadores que salieron con el cabello pintado, con máscaras, con sombreros… Con los festejos que superaban lo normal en aquél entonces.

Máscaras de Bart Simpson, de piratas, de personajes del grupo Kiss, de políticos, de hombres lobo… invadían la cancha.

De repente cada uno tenía ocurrencias, a Tony (Mohamed) de repente se le ocurrió raparse y se raparon varios, entonces se empezaron a seguir rapando. De repente se pintaron los cabellos y alguien dijo ‘vamos a pintarnos los cabellos y calificamos’, pues vamos a pintarnos.

Nosotros de repente decíamos vamos a ponernos los sombreros para salir con la gente con sombreros, con máscaras. Cada quien de repente tenía su ocurrencia, no la poníamos a discusión, todos nos íbamos al frente con todo.

En los festejos, cuando nos juntábamos para hacerlos grupales en cada gol o en cada cosa, era ponernos de acuerdo y simplemente decirlo y hacerlo tan espontáneamente como salía. De repente vamos a hacer esto para el partido y nadie dudaba, todos para adelante”, señala Herrera, quien también supo hacer goles, como aquella descolgada que culminó tras un pase del Turco en un duelo contra el Atlante.

LO DISFRUTABAN

Era un equipo que disfrutaba en la cancha, que contagiaba su alegría, se divertían. Carlos Reinoso y Alberto Guerra armaron aquella generación. Después, Enrique Ojitos Meza organizaría todas las piezas para hacer un equipo temido y protagonista. En el Invierno 96 calificaron a la Liguilla, pero en semifinales se quedaron. Para el Verano del 97 llegó su clímax, la final, aunque perdieron con Chivas.

“Es importante (Enrique Meza), la cabeza, el líder del equipo, después Alberto Guerra, son técnicos que le dieron esa posibilidad al grupo de poder hacer tantas locuras, pero porque sabían que nos matábamos en la cancha. Sin duda alguna, los dos fueron parte importante del crecimiento de ese equipo”, indica.

UN AGRADECIMIENTO ETERNO

La amistad también se dio fuera de las canchas.

“Con todos, con Pablo (Larios) que en paz descanse era mi compañero de cuarto, Memo Vázquez, Chucho Meneses. Ni hablar de lo que hablamos con Tony, con Arangio, Lussenhof, con el Pony, la verdad con todos, Saavedra, Humberto González, mucha gente que pasó por el equipo y que tuvimos una gran relación. Enrique Meza, Alberto Guerra, gente importante que pasó en el camino en nuestras vidas y hoy estamos agradecidos de habernos juntado en ese proyecto de trabajo”, finalizó.