La Unión Europea y el Reino Unido reviven la posibilidad de un Brexit salvaje. Salvo que en esta ocasión una salida abrupta no es un riesgo para el crecimiento, sino para la salida de la mayor recesión que atraviesa el continente desde la Segunda Guerra Mundial. Ante los exiguos avances logrados en seis meses para acordar los términos definitivos de la separación y la negativa de Londres para pedir una prórroga, los máximos líderes de ambas partes se comprometieron este lunes a dar un nuevo impulso a ese diálogo e intensificarlo a partir de julio. Sin embargo, Bruselas insistió en que no quiere un acuerdo a cualquier precio. Según fuentes comunitarias, el objetivo es alcanzar un principio de acuerdo en otoño que pueda ser ratificado por los parlamentos antes de que expire el periodo transitorio el 31 de diciembre de 2020.

La libra esterlina siguió moviéndose este lunes al compás de las noticias sobre la pandemia de covid-19 y el Brexit. Este lunes la divisa británica caía de nuevo ante el temor a una segunda oleada de contagios y el miedo renovado a un Brexit salvaje que lastre la recuperación del Reino Unido. La reunión de este lunes era al más alto nivel. A un lado del objetivo estaban la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen; el del jefe del Consejo, Charles Michel, y el presidente del Parlamento Europeo, David Sassoli. Al otro lado, el primer ministro británico, Boris Johnson, quien el pasado viernes ya trasladó a Bruselas de forma oficial que no pensaba pedir una prórroga del periodo de transición.

La cumbre, celebrada por videoconferencia, no anticipaba avances. Tal vez por ello desde Bruselas se quiso rebajar su perfil, rindiendo cuentas solo con un escueto comunicado de las tres instituciones comunitarias pactado con Londres. En esa nota, la Unión Europea tomó nota de la decisión ya dada por definitiva de no pedir una prórroga y ambas partes expresaban su intención de dar un empujón a las negociaciones. “La UE está preparada para intensificar las conversaciones. Estamos disponibles las 24 horas los siete días de la semana. Inyectemos un nuevo impulso en las negociaciones”, afirmó Von der Leyen a través de su cuenta de Twitter.

El propio Johnson explicó al término de la videoconferencia, desde Downing Street, los objetivos que persigue en este nuevo impulso negociador, y sus principales líneas rojas: “No podemos seguir subordinados en este país a las decisiones del Tribunal de Justicia Europeo; no podemos seguir en un sistema en el que debemos continuar obedeciendo las leyes de la UE aunque ya estemos fuera; y hemos de conseguir un gran acuerdo para nuestro sector pesquero”.

Un reducido grupo de diputados británicos, que abarca desde el laborismo al nacionalismo escocés, ha impulsado una propuesta de ley para exigir una prórroga del periodo de transición que, según las últimas encuestas, tendría el respaldo de la mayoría de los británicos, preocupado por el agravamiento de la recesión económica actual. Sin embargo, las posibilidades de que el texto salga adelante son muy escasas, dada la mayoría arrolladora de que dispone Johnson en Westminster.

Los resultados de las cuatro rondas celebradas hasta ahora no son alentadores. El negociador de la UE, Michel Barnier, ya no solo acusa al Reino Unido de obstaculizar cualquier avance. Ahora también le afea haber dado marcha atrás en varios planteamientos recogidos en la declaración política que acompañaba el Acuerdo de Retirada. Londres lo niega, pero se resiste a cualquier compromiso que pueda mantenerla en la órbita regulatoria comunitaria. Todo eso se traduce, de momento, en la falta de avances significativos en las carpetas más importantes para los Veintisiete: pesca, competencia, cooperación policial y judicial y la futura gobernanza del acuerdo que se alcance, incluyendo la posibilidad de seguir bajo cualquier tipo de jurisdicción del Tribunal de Justicia de la UE.

A pesar de que el comunicado rezumaba cierto optimismo, los líderes comunitarios insistieron en que no aceptarían un pacto a cualquier precio. El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, apostó por un “amplio y ambicioso”. Sin embargo, Bruselas sigue temiendo que el Reino Unido pueda convertirse en un fiero competidor adoptando leyes fiscales, medioambientales o laborales más agresivas. Por ello, el presidente del Consejo insistió en la necesidad de pactar un terreno de juego nivelado que permita desarrollar una actividad económica en igualdad de condiciones. En palabras de Michel: sí a echar el resto, pero no a que Londres dé a la UE “gato por liebre”.

Solo terminar la reunión, el jefe del Consejo llamó al primer ministro irlandés, Leo Varadkar, para explicarle la reunión con Johnson. “Los miembros del Consejo Europeo nunca aceptarán un acuerdo que va en contra de los intereses de la Unión”, aseguró Michel. El presidente del Consejo informará sobre la videoconferencia al resto de líderes sobre la reunión el próximo viernes, cuando los Veintisiete celebrarán una cumbre también virtual para abordar el plan de recuperación sobre la pandemia.

Las dimensiones de la pandemia, sin embargo, implican que los Veintisiete consideren que tienen asuntos más urgentes sobre la mesa. Fuentes diplomáticas, de hecho, son partidarias de dedicarle el mínimo de tiempo el próximo viernes y despejar la agenda para casi en exclusiva los planes de reconstrucción y el Presupuesto de la UE.

La Eurocámara también sigue con su postura exigente. Si bien aboga por un acuerdo que garantice una relación cercana junto al antiguo socio, pero dentro de los acuerdos alcanzados con la retirada. “El Parlamento Europeo quiere un acuerdo ambicioso e integral, en línea con los compromisos conjuntos que hicimos en enero. Pacta sunt servanda”, advirtió el presidente de la Cámara, David Sassoli.

En cualquier caso, la carpeta del Brexit regresará a su mesa en otoño. Los equipos negociadores de Barnier y Frost, pues, reanudarán sus reuniones a finales de este mismo mes o comienzos del que viene y seguirán hablando en julio y agosto. han ideado un nuevo formato, mucho más reducido y, si es posible, presencial. Según fuentes comunitarias, para entonces ya se deberían empezar a cerrar cuestiones como el capítulo pesquero o un marco para evitar la competencia desleal cuando el Reino Unido esté fuera de la UE.