Un trabajador usa una botella como careta protectora durante brote de Covid-19, en Yogyakarta, Indonesia. El gobierno indonesio reportó el miércoles 297 nuevos casos confirmados con lo que el número total de infecciones ascendió a 5 mil 136.Foto Xinhua

Fitch baja calificación
Gobernadores panistas
Empresas desobedientes

Más que nunca, el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador necesita caminar con tiento en su relación con los empresarios, el gran capital y los órganos internacionales no gubernamentales que califican e inducen reacciones en los ámbitos económico y financiero.

Ayer, Fitch Ratings, una firma internacional de calificación crediticia, con oficinas ejecutivas en Nueva York y Londres, bajó la valoración de la deuda respaldada por México de BBB a BBB-, lo cual coloca al país a un paso de perder el grado de inversión (grado basura), conforme a los parámetros de la citada agencia calificadora. Una advertencia de este tipo suele generar que ciertos capitales de especulación emprendan la retirada de un país en riesgo económico. Faltan los nuevos reportes de las otras dos grandes corporaciones de ese tipo, Moody’s y Standard & Poor’s.

Las razones de Fitch Ratings para tal estimación negativa del futuro mexicano fueron expresadas en el lenguaje cuidadoso que le es tradicional pero, en general, consisten en las preocupaciones por el impacto económico del Covid-19 y por el manejo del tema por parte del gobierno federal.

En el plano político, los gobernadores llegados al poder por la vía del derechista Partido Acción Nacional decidieron ayer devolver al gobierno obradorista los insumos enviados a sus entidades para el personal médico que atiende casos de Covid-19. Lamentable, preocupante, inaceptable, insuficiente y penoso, fueron algunos de los adjetivos que endilgaron al equipamiento recibido, según declaración oficial de tales mandatarios de derecha. El subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, explicó en conferencia nocturna que el material rechazado por los panistas, como unas batas transparentes, no son para uso clínico sino para personal comunitario con riesgo de exposición muy bajo. Precisó que son un donativo.

El propio subsecretario en jefe, López-Gatell, añadió al sombrío lienzo de las relaciones del gobierno federal con los empresarios que un quince por ciento de firmas relacionadas con el tabaco, los textiles, la madera y la industria automotriz no pararon actividades, conforme a los lineamientos oficiales y que, por tanto, habrá inspecciones federales que podrían desembocar en sanciones e incluso en la clausura de los negocios.

Será interesante saber si en ese abanico de empresas de rubros no esenciales que han desobedecido las instrucciones gubernamentales se incluye a las maquiladoras de la frontera norte, que no han suspendido actividades ni cuidan la salud de sus empleados y, desde luego, a firmas favoritas del sexenio como las del Grupo Salinas, cuyo accionista mayoritario, Ricardo Salinas Pliego, decidió por sí mismo que sus negocios deben continuar funcionando.

La complicada perspectiva sanitaria y económica derivada del Covid-19 en México está siendo aprovechada por grupos partidistas, empresariales y políticos que creen llegado el momento ideal para ajustar cuentas con un gobierno y un presidente (que en la práctica son casi lo mismo) a los que repelen profundamente, al primero por las políticas que en términos generales y con altibajos significan un desbalance en las expectativas de prosperidad continuada de grandes capitales, y al segundo porque su forma de hablar, de informar y de debatir o rebatir les resulta particularmente irritante.

Astillas:

El presidente López Obrador y Ricardo Monreal, jefe político del Senado, han establecido una sana distancia. Pero no política sino física, según una fotografía de buen humor que se dio a conocer anoche, con el tabasqueño y el zacatecano dialogando en una banca en Palacio Nacional con un metro de distancia entre ellos… Y, mientras ha fallecido Rubem Fonseca, el gran escritor brasileño que entre otras grandes obras aportó Agosto, una novela que narra los días difíciles del final físico y político del presidente (cuatro veces lo fue) Getulio Vargas, quien se suicidó de un disparo en el corazón en 1954, según la versión oficial, ¡hasta mañana!

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