Soldados estadounidenses portan el féretro de un marine muerto en una operación contra el ISIS, el pasado domingo en Irak.MARK MAKELA (AFP)

Dos estadounidenses y un británico han muerto en un ataque con cohetes contra una base militar cercana a Bagdad, según ha informado este jueves el portavoz de la coalición internacional en Irak. Se trata de la primera acción de este tipo que causa víctimas mortales desde que fuerzas norteamericanas asesinaran al general iraní Qasem Soleimani el pasado enero en respuesta a una agresión similar. Dado que Washington suele responsabilizar de esas operaciones a las milicias proiraníes que operan en Irak, el incidente corre el riesgo de reabrir las tensiones con el vecino Irán.

Un total de 18 cohetes Katyusha golpearon el miércoles por la noche la base de Taji, a 30 kilómetros al norte de Bagdad, según el comunicado militar, que no precisa si los fallecidos son soldados o contratistas. El ataque causó también 14 heridos, de los que seis están muy graves. Las fuerzas de seguridad iraquíes encontraron más tarde el camión desde el que presuntamente se dispararon los proyectiles en las proximidades del recinto. Allí están destacados soldados de una quincena de países miembros de la coalición antiyihadista liderada por Estados Unidos, incluidos 80 españoles, ninguno de los cuales ha resultado herido.

“Ha sido muy profesional. Dispararon desde cerca y con gran precisión”, indican fuentes diplomáticas europeas en Bagdad.

Se trata del 22º ataque de este tipo contra la presencia de EEUU en Irak desde octubre, según el recuento de la agencia France Presse. La semana pasada, varios proyectiles cayeron en las proximidades de la Embajada norteamericana en Bagdad, dentro de la Zona Verde. Nadie se ha responsabilizado nunca de los disparos de cohetes, pero los portavoces militares estadounidenses los atribuyen a milicias chiíes proiraníes. Esos grupos han prometido vengar la muerte de Soleimani, que ayer hubiera cumplido 63 años. Si se confirmara su implicación, los analistas temen un nuevo aumento de las tensiones entre Teherán y Washington.

La envergadura de la acción parece indicar que Irán vuelve a tantear la capacidad de aguante de Estados Unidos, cuyo presidente, Donald Trump, dijo que la muerte de cualquier de cualquier americano, fuera soldado o personal auxiliar, desencadenaría una respuesta militar. “Los responsables de los ataques deben pagar por ello”, coincidieron el secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, y el secretario del Foreign Office británico, Dominique Raad, en una conversación telefónica que mantuvieron poco después del incidente.

También el general Kenneth MacKenzie, jefe del Mando Central (CENTCOM, del que depende la operación en Irak), ha reforzado esa idea. “Aunque todavía estamos investigando, debo destacar que el grupo proiraní Kataeb Hezbolá es el único que con anterioridad ha llevado a cabo ataques de este nivel contra fuerzas de EEUU y de la coalición en Irak”, ha declarado este jueves ante una comisión del Senado de la que se hace eco Reuters. Mientras, un comunicado de ese grupo ha calificado el ataque de “operación yihadista” y felicitado a los autores.

Washington quisiera desplegar misiles Patriot en Irak para proteger sus bases, pero las negociaciones para ello han chocado con la situación política local. El Parlamento, dominado por los partidos islamistas chiíes, pidió a EEUU que retirara sus tropas a raíz del asesinato contra Soleimani. El país se encuentra sin Gobierno desde que, presionado por las protestas populares, el primer ministro Adel Abdelmahdi presentara su dimisión. Los políticos, divididos por líneas étnicas y sectarias (y a menudo rehenes de sus propias milicias), han sido incapaces de respaldar al sustituto que les ha propuesto el presidente. Esa parálisis impide que las condenas al ataque del presidente de la República, el primer ministro en funciones y el presidente del Parlamento se traduzcan en medidas concretas que pongan freno a los grupos armados.