Una nueva batería de encuestas de aprobación presidencial posteriores a la crisis del desabasto de medicinas y de la protesta de las mujeres por la violencia de género está empezando a hacerse pública, y los resultados no son buenos para el presidente Andrés Manuel López Obrador.

La tendencia es a la baja y las expectativas han desaparecido: seis de cada 10 mexicanos creen que los problemas lo han rebasado. Los últimos resultados demoscópicos confirman que los dos primeros meses del año, lejos de haber sido buenos para el Presidente, han resultado negativos, y la confrontación entre su agenda y la realidad del país la está perdiendo. Incluso, en varias de las mediciones, está peor evaluado que el expresidente Enrique Peña Nieto.

Los nuevos datos que dio a conocer este domingo la empresa Buendía & Laredo, confirman la caída presidencial que varias empresas han registrado desde la crisis por el abasto de las medicinas.

A principio de año, el presidente López Obrador arrancó muy sólido en 71%, de acuerdo con la encuesta de El Financiero, sólo un punto menos que en diciembre, y aunque no pueden compararse con las de Buendía & Laredo porque tienen diferente temporalidad –las del periódico son mensuales y telefónicas, y las de la empresa son trimestrales y cara a cara–, ayudan a mostrar las tendencias.

La encuesta de El Financiero, pese a lo robusto de la aprobación del Presidente en ese momento, todos los atributos principales, menos la economía –impulsada por el aumento a salarios mínimos y los programas sociales, y la educación–, tuvieron caídas importantes. La medición de Buendía & Laredo no muestra los atributos de manera precisa, pero establece la comparación de lo que piensan los mexicanos de López Obrador frente a Peña Nieto. En el tema de homicidios dolosos, 51% piensa que López Obrador está peor en resultados que Peña Nieto; en lucha contra la corrupción, el 37% lo considera de esa manera, y en economía percibe el 36% (igual porcentaje de aprobación) está “más o menos” igual que su antecesor.

La aprobación presidencial la sitúa Buendía &Laredo en 62%, con 28% de negativos. Esos porcentajes son similares a los que registró Peña Nieto en noviembre de 2013, un mes antes del primer año de su sexenio, como resultado de la ley fiscal y de las protestas de los maestros en la Ciudad de México.

La caída en la desaprobación de Peña Nieto y la de López Obrador, sin embargo, es similar en su inclinación y tendencia. La diferencia sustancial entre los dos es cómo llegaron a la Presidencia. De acuerdo con el agregador de encuestas Oraculus, al arrancar Peña Nieto su sexenio tenía una aprobación de 60% y una desaprobación de 28%; al iniciar López Obrador, su aprobación era de 79%, que para febrero había crecido a 85%, y una desaprobación de 15%. Su caída ha sido más grave, políticamente hablando.

En la encuesta de Buendía & Laredo, las opiniones negativas sobre López Obrador han crecido. El 5% de quienes opinaban bien ya no lo hacen, y el porcentaje de quienes pensaban mal de él creció en 6%. Un dato significativo del fenómeno descendiente que está sufriendo la aprobación de López Obrador lo aportó Reforma, donde al medirlo en la Ciudad de México, el gran bastión político y electoral que controla la izquierda desde 1997, registró que por primera vez se cruzó la desaprobación (45%) con la aprobación (43%), al perder cinco puntos de respaldo el Presidente. La inseguridad, como todas las demás mediciones, es lo que más le está costando.

La encuesta de Buendía muestra la desconfianza e incertidumbre que está empezando a anidarse en las percepciones de los mexicanos. El 49% dijeron que el país va por buen camino, comparado con el 57% que así respondió en noviembre y 73% que lo hizo en febrero de 2019, mientras que el porcentaje de quienes piensan que se va por mal camino creció de 17% en febrero del año pasado, a 29% en noviembre a 40% en la última medición. En sólo tres meses, para ubicarlo en número de personas, casi cinco millones de personas que en noviembre pensaban que el país iba por buen rumbo, ahora piensan lo contrario.

El discurso del Presidente ya no está llegando a todos los mexicanos. Por ejemplo, en la encuesta de Reforma el 69% de los muestreados dijo que el problema de la inseguridad se debe a la impunidad, no por culpa de los neoliberales, como ha responsabilizado López Obrador a los gobiernos de Carlos Salinas a Peña Nieto. La encuesta de Buendía & Laredo enseña que el 62% de los muestreados consideró que los problemas han rebasado al presidente López Obrador, 15 puntos más de aquellos que lo pensaban hace un año, y que es prácticamente idéntica a la que registró Peña Nieto (64%) en el segundo febrero de su sexenio. Esta percepción explica la pérdida de confianza de alrededor del 30% de que López Obrador pueda cumplir lo que prometió. El 32% dice que no podrá acabar con la inseguridad; el 31% cree que la corrupción no será erradicada; el 24% no cree que de los resultados económicos que prometió.

Desde la encuesta publicada por El Financiero se observó que su política de gobierno no estaba dando resultados. Al Presidente, las mediciones externas no parecen importarle nada. Las descalifica y litiga y confronta a quien tiene una fotografía del país distinta a la de él. Hasta esa medición se apreciaba que su imagen estaba disociada de la gestión del gobierno. La encuesta de Buendía & Laredo indica que ya no es el caso, y que los mexicanos ya están empatando su imagen con el mal gobierno.