Mientras la tensión con Irán se acrecienta en el golfo Pérsico, Israel está redoblando los ataques contra la guerrilla libanesa de Hezbolá, aliada de las fuerzas de Teherán en la guerra de Siria. Un bombardeo con misiles atribuido al Ejército israelí por el régimen de Damasco causó al menos seis heridos en la madrugada de este miércoles al destruir instalaciones proiraníes de la base de Tel al Hara, en la provincia meridional de Deraa. Este estratégico promontorio se halla próximo a los Altos del Golán, territorio sirio ocupado por Israel desde 1967. El ataque se ha producido dos días después de la muerte de un jefe de las milicias de Hezbolá en el área de la meseta del Golán. La oposición siria asegura que su vehículo fue destruido por un dron israelí.
En el escenario de escalada bélica en Oriente Próximo que plantea el Estado Mayor de las Fuerzas Armadas –según la versión transmitida a los expertos en Defensa de la prensa hebrea–, Israel se convertiría en el primer objetivo de las represalias de Irán ante una eventual intervención de Estados Unidos en el Golfo. Debilitar la capacidad militar de Hezbolá, con la que ya libró una guerra a gran escala en 2006, parece ser ahora la prioridad del Ejército israelí. La milicia chií ha repatriado desde Siria a la mayor parte de sus combatientes, que han vuelto a desplegarse en el sur de Líbano, aunque mantienen posiciones en zonas fronterizas como el Golán. El mes pasado, el líder espiritual del partido-milicia, Hasan Nasralá, advirtió de que Israel no se librará de las consecuencias de un conflicto entre Washington y Teherán.
La televisión estatal siria informó a primera hora de la madrugada de una cadena de ataques en las provincias de Quneitra y Deraa (sureste, las más cercanas a Israel). Fuentes castrenses citadas por la agencia estatal de noticias SANA atribuyeron las explosiones al lanzamiento de cohetes israelíes. La base militar de Tel al Hara, que cuenta con un centro de radar ruso, fue reconquistada hace un año por las tropas leales al presidente Bachar el Asad tras desalojar a los grupos rebeldes que la ocupaban desde 2014. Pese a que los sistemas de defensa antiaérea sirios interceptaron la mayor parte de los proyectiles, el impacto de algunos misiles causó seis heridos. El Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, ONG que dispone de informadores sobre el terreno, dio cuenta de la existencia de “víctimas mortales”, sin precisar su número.
El Ejército israelí declinó comentar, como tiene por costumbre, unos “incidentes ocurridos en otros países”. En los últimos dos meses, los medios de información árabes han dado informado sobre media docena de ataques contra posiciones proiraníes en Siria. El régimen de Damasco hace responsable a Israel de las incursiones. A comienzos de mes murieron 18 personas, incluidos tres niños y otras 21 resultaron heridas en torno a Damasco y Homs (centro). Para el Gobierno del primer ministro Benjamín Netanyahu, la presencia de la Fuerza Quds, el cuerpo expedicionario de la Guardia Revolucionaria de Irán, y de sus milicias chiíes aliadas supone una línea roja infranqueable.
En un oscuro incidente en la misma región siria próxima a los Altos del Golán perdió la vida el lunes un jefe local de Hezbolá. Mashur Zidan, miembro de la minoría drusa, era considerado responsable del reclutamiento de informadores sobre los movimientos militares israelíes en la zona, así como del almacenamiento de armamento para la guerrilla chií. Fuentes de la oposición siria citadas por medios árabes aseguraron que el coche en el que circulaba cerca de la localidad de Hader fue destruido por un misil disparado desde un dron israelí. Zidan falleció en el acto. La agencia estatal SANA achacó la explosión a una bomba trampa oculta en la calzada. Hezbolá no se ha pronunciado sobre estas informaciones, que han sido reproducidas con detalle por la prensa israelí.
Esta acción parece tener el mismo sello que la que causó la muerte, a finales de 2015 y en las afueras de Damasco, del también druso Samir Kuntar, comandante de Hezbolá para el Golán. Kuntar había sido condenado a perpetuidad por un tribunal de Israel como autor de un atentado en el que murieron cuatro personas en 1979, pero fue liberado en 2008 en un intercambio de prisioneros por cadáveres de soldados israelíes caídos en la guerra de Líbano de 2006.
El silencio que suele rodear a las acciones militares israelíes contra Hezbolá en Siria –centenares de operaciones desde el inicio de la guerra en 2011–, se rompe cuando se trata de los movimientos de rearme de la guerrilla chií en Líbano. El embajador israelí ante la ONU, Danny Danon, acusó el martes a Irán ante el Consejo de Seguridad de estar utilizando el puerto de Beirut como vía de entrada de los suministros de armas para Hezbolá. Teherán ha desviado los cargamentos hacia una vía marítima tras los ataques israelíes contra sus aviones de transporte en Siria, según fuentes de la inteligencia militar hebrea citadas por el diario Haaretz. Israel teme sobre todo que Hezbolá –que se ha replegado a Líbano tras desangrarse como fuerza de choque del régimen de Damasco– pueda dotarse de sistemas de guiado de alta precisión para modernizar su arsenal de decenas de miles de cohetes de corto y medio alcance.