CIUDAD DE MÉXICO.- Infinidad de veces hubo quien le pidió a Fernando Botero modificar su estilo al pintar, dibujar y esculpir, pero en sus siete décadas de trayectoria jamás hizo caso, pues hubiera traicionado sus convicciones artísticas.

Para mi padre lo importante ha sido ser consecuente con sus convicciones artísticas, a pesar de todo, y asumir eso con integridad, porque la integridad es ser consecuente con la palabra, con uno mismo”, explicó Lina Botero.

Él dice que no cambia de estilo porque cada gesto y cada pincelada son un reflejo de esas convicciones artísticas y cambiar significaría renunciar a aquello que lo ha acompañado en su vida”, compartió en rueda de prensa como parte de la promoción del documental “Botero” que el 3 de mayo se estrenará en México.

Admitió que la obra del artista colombiano ha causado controversia debido a lo irreverente de sus imágenes que se traducen a una interpretación del estilo figurativo denominado por algunos como “Boterismo”.

Pero nadie es monedita de oro para caerle bien a todos. Debe reconocerse que él se atrevió a lanzar una propuesta que iba en contra de todo lo que se estaba proponiendo al inicio de su carrera”.

Realizar el documental “Botero”, bajo la dirección de Don Millar, significó un reto para Lina Botero, pues el objetivo consistía en sintetizar en 82 minutos sus 87 años de vida y siete décadas de trabajo artístico.

Hubo que eliminar muchas cosas para llegar a la esencia y creo que se logró. Me llena de mucha satisfacción haber hecho este documento cinematográfico ahora que mi papá está vivo y lleno de vida, trabajando todos los días en su estudio”.

Entre lo más complicado, dijo, fue lograr que su padre se soltara con espontaneidad para narrar sus anécdotas.

Lo conozco como hija, pero fue difícil plasmar todo eso ante la cámara. Se nos ocurrió que una forma de lograr la espontaneidad fue grabar una conversación con sus tres hijos, pues nos habla de una forma que no hace cuando está en público. Logramos que se olvidara de las cámaras para hablarnos como siempre lo ha hecho”.

“Botero” ofrece una mirada a una convicción férrea y una vida entera de disciplina. El documental se grabó en 10 ciudades de China, Europa, Nueva York y Colombia. Se apoyaron en fotografías de familia y video de archivo.

El acceso improcedente al artista y a su familia se combina con un reparto colorido de historiadores, curadores y académicos para revelar la creatividad y las convicciones enraizadas en el corazón de Botero.

Fue en 1995 cuando ocurrió un atentado en la Plaza San Antonio de Medellín que dejó 29 muertos y 200 heridos. La bomba destruyó parcialmente el monumento “El pájaro”, una obra del artista, que decidió mantener en ese estado como un ”monumento a la imbecilidad”, según sus palabras.

Lina recordó que al enterarse de la noticia Botero entró en depresión y de alguna manera se sintió culpable, pues la bomba fue colocada precisamente en el pie de su escultura. Dos meses después de lo ocurrido viajó a Colombia para comunicar que donaría otra ave, pero pedía que se quedara la anterior.

Quiso que se quedara un testimonio de lo que había sucedido y de lo que somos capaces de ser. Hoy en día quedan pocos vestigios de lo que sucedió y mi padre dice que el arte tiene la capacidad de preservar en la memoria colectiva de la humanidad algo que posiblemente pasa en las noticias”.

Durante el documental “Botero” se muestra que el artista visitó el Circo Atayde Hermanos del que tomó inspiración estando en Ixtapa Zihuatanejo.

De acuerdo con su hija, pintó varios cuadros al respecto, pero no regresó a ver otro espectáculo en México.

Vio al circo como una enorme poesía y por eso lo pintó. Finalmente, esto fue una excepción, pues mi padre nunca se basó en la realidad, siempre recurría a su imaginación”, expresó.