La cocinera mexicana Daniela Soto-Innes. INSTAGRAM

La cocinera mexicana Daniela Soto-Innes. INSTAGRAM

Daniela Soto-Innes ha batido dos récords de golpe: ya es la primera mexicana en ser premiada como la mejor cocinera del mundo según la prestigiosa lista 50 Best. A la vez, la chef del neoyorquino Cosme se convierte a sus 28 años en la ganadora más joven del galardón en sus hasta ahora cuatro ediciones.

“La entusiasta chef le ha dado la vuelta el recetario tradicional transformando la cocina mexicana”, dice de ella la autoproclamada Academia de los 50 mejores restaurantes del mundo, auspiciada por la prestigiosa revista británica Restaurant y un puñado de marcas de lujo.

Nacida en Ciudad de México pero criada en Texas desde los 12 años, Soto-Innes es la capitana general de los dos proyectos estadounidenses de Enrique Olvera, el factótum de la cocina mexicana. Tras un breve periodo en Pujol, la nave nodriza de Olvera, donde elevó a las alturas su particular merengue con caparazón de maíz, fue la elegida en 2014 para dirigir la aventura en Manhattan.

A los dos años, y con la ayuda de Barack Obama que twitteo con deleite su experiencia con las carnitas de pato y el mole rojo, Cosme se coló entre en las listas de la élite mundial –este año ocupa el 25. La trayectoria de Soto-Innes ha ido depurándose –en la misma línea que su maestro Olvera- hacia la simpleza de conceptos y los sabores cada vez más limpios. “Se trata de los contrario al Tex-Mex”, sintetiza el perfil de la cocinera de la página de 50 Best.

Tostada de abulón, tlayudas de maíz dulce con cheddar o filete con cereales nixtamalizados son algunos de las estrellas de un menú cambiante según la temporada pero donde siempre permanece su famoso merengue. “La cocina mexicana tiene que tener felicidad, especias y diversión. No te puedes poner muy serio con la cocina mexicana”, ha dicho en un vídeo con motivo del premio, donde se ha acordado también de su equipo, en su gran mayoría migrantes –mexicanos, venezolanos, rusos– sin experiencia previa en la cocina.

Hija de abogados, suele citar a su madre, su abuela, sus tías como inspiración: “Me madre es abogada pero siempre quiso ser cocinera porque mi abuela tuvo una panadería y mi bisabuela fue a una escuela de cocina. En casa había competiciones sobre quien hacia el mejor pastel, el mejor ceviche, el mejor mole”.

Aficionada a la natación, la joven empezó su carrera limpiando fresas y lechugas a los 15 años en un hotel Marriott de Houston. Hoy dirige dos de las pasarelas más prestigiosas para la cocina mexicana. Además de Cosme, está al frente de Alta, una casa de comidas informal donde prepara huevos rancheros y quesadillas también en Manhattan y de la mano de Olvera. Y a finales de este año, abrirán en Los Ángeles otros dos nuevos restaurantes con Enrique Olvera: Damian, cocina mexicana con influencias japonesas, y una taquería con el nombre de Detroit.