Campo base del Everest. GETTY

La gran cantidad de basura que se acumula en los alrededores del campo base norte del Everest, situado en el Tíbet, ha llevado a las autoridades chinas a tomar medidas drásticas. La zona ha sido cerrada de forma indefinida para los turistas —y enormemente limitada para los alpinistas— mientras se llevan a cabo tareas de limpieza a gran escala en el techo del mundo.

Los visitantes, que ahora podían entrar más o menos libremente a este campo base, tienen el acceso cerrado a todas aquellas zonas por encima del monasterio de Rongphu, situado a unos 5.000 metros de altitud y a pocos kilómetros del citado campo desde el cual los escaladores inician el viaje para coronar el monte.

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“Cualquier persona tiene prohibido ir u organizar viajes hacia áreas de la reserva natural que se encuentren por encima de los 5.200 metros”, aseguró Kelsang, director adjunto de la administración del sitio, a la agencia oficial Xinhua. Las autoridades instalarán un nuevo campamento para los turistas en las cercanías del templo, desde donde se aprecian unas vistas privilegiadas del Everest. “El nuevo sitio para turistas también les permitirá ver claramente la montaña”, añadió Kelsang.

Los alpinistas que consigan un permiso para escalar el monte sí podrán acceder al campo. Sin embargo, este año las autoridades solamente concederán 300 licencias para subir al Everest por su lado norte, un tercio menos de las otorgadas en 2018.

Estas medidas se enmarcan en una campaña de las autoridades chinas para limpiar el Everest. Según datos oficiales, en 2018 más de 140.000 personas visitaron este campo base y sus cercanías, lo que generó una enorme cantidad de residuos. Hasta la altitud del campo base se recogieron hasta 335 toneladas de residuos, lo que supuso un gasto de aproximadamente medio millón de euros. Otras 8,4 toneladas fueron recolectadas en tres operaciones de limpieza que se llevaron a cabo en las zonas más altas de 5.200 metros y de muy difícil acceso, de las cuales 5,2 toneladas fueron de basura —principalmente envases de comida y bebida—, 2,2 toneladas de excrementos humanos y una tonelada de restos de material de alpinismo. Requiere un esfuerzo enorme limpiar la montaña a tal altura por la falta de oxígeno, explican las autoridades locales.

Se espera que este 2019, junto a nuevas campañas para limpiar el Everest, entren en vigor nuevas medidas para proteger la reserva natural de la que forma parte la montaña. Entre las propuestas de China está el pago de una tasa que compense las operaciones de limpieza o incluso obligar a los montañeros a traer de vuelta ocho kilos de basura encontrada durante su recorrido. En esta particular operación de limpieza, las autoridades tratarán por primera vez este año de traer los cuerpos de los alpinistas muertos en las zonas más altas de la montaña.

A diferencia de Nepal, donde se necesitan varios días de viaje a pie, llegar al campo base del Everest en su parte tibetana es relativamente sencillo porque se puede hacer en coche. De hecho, ir allí es uno de los mayores reclamos de los turistas que visitan el Tíbet y acostumbra a formar parte de los paquetes vacacionales que se ofrecen en la región. Incluso habían florecido en el sitio numerosos “hoteles tienda”, gestionados por los aldeanos, en los que los visitantes podían pasar la noche. Estos negocios también han sido cerrados y probablemente se situarán en zonas más bajas.