Madonna.

Según la revista Vidas, la cantante no ha renovado el contrato con el hotel-palacio Ramallete, en donde residía desde hace un año; tampoco ha ejecutado la opción de compra de esta residencia de una docena de habitaciones en el barrio de Lapa. Las misma fuentes añaden que en marzo se trasladará a un hotel de lujo y en septiembre ya cerrará su experiencia portuguesa.

Madonna llegó a Lisboa en 2017. En principio se instaló en una planta de un palacio-hotel en el barrio de Santo Amaro. Era feliz de la novedad, su hijo David jugaba al fútbol en el Benfica, ella disfrutaba del fado y alguna juerga nocturna, y solo se quejaba de los parones en la aduana a sus compras en Amazon.

Aunque nadie esperaba que la inquieta ambición rubia, que ha cumplido 60 años de edad, permaneciera de por vida en Portugal, tampoco una estancia de apenas dos años. El Gobierno de Portugal y el ayuntamiento de Lisboa le dieron todas las facilidades para que se sintiera cómoda; el primero le otorgó la residencia en un tiempo récord y el segundo le buscó hueco para que aparcara su flota de automóviles en un barrio donde un lugar de estacionamiento es más preciado que un apartamento.

Hace unos días difundió en sus redes un vídeo musical con artistas caboverdianos, rodado en el mirador lisboeta de Monte Santo, pero las imágenes que va colgando de francachelas por casas y barrios lisboetas no parecen ser suficientes. Según algunos allegados, a Madonna le mata tanta paz y sosiego en Lisboa. Ya se conoce todas las fiestas, odos los ritmos y a todos los músicos; se le ha quedado pequeño “el paraíso” y se centrará en sus residencias de Londres y Nueva York, lo que, entre otras cosas, le permitirá también concentrar las visitas a sus hijos. Queda por resolver la carrera futbolística de David.