Bill Cosby, a su llegado al tribunal de Norristown, en abril de 2018.

El actor Bill Cosby lleva casi cinco meses en prisión por tres delitos de agresión sexual y según cuenta su portavoz, Andrew Wyatt, está siendo para él en “una experiencia increíble”. En una entrevista publicada este martes en la cadena de televisión estadounidense NBC 10, el hombre que ha sido la mano derecha del actor durante diez años ha dado detalles sobre el estado de salud del cómico, su rutina diaria y sobre el hecho de que su esposa no lo haya ido a visitar hasta el momento.

“Se ve realmente increíble”, afirma Wyatt, sobre el intérprete, de 81 años. “Ha bajado de peso hasta los 88 kilos”, agrega el empleado, algo que atribuye a la decisión de Cosby de dejar de comer el pan y el postre que le dan diariamente en la cárcel SCI Phoenix en Pensilvania (Estados Unidos). “También ha dejado el café”, cuenta Wyatt. Algo paradójico si se toma en cuenta que “la señora Cosby ha tratado de que deje el café desde hace 55 años”, señala el empleado.

El día del reo empieza muy temprano, antes de las 3.30 de la mañana. Al levantarse empieza a hacer ejercicio en su propia celda, se ducha y espera al desayuno, que según reveló el diario The New York Times hace unos meses, se lleva a cabo a las siete en punto. Para reducir el consumo de sal, el cómico pasa por agua todas las comidas que le sirven. Pone los alimentos en un vaso, los lleva al grifo, los lava un poco y luego se los come.

Pero paralelamente a su régimen alimenticio, una de las mayores revelaciones que hizo el confidente del actor es que su esposa, Camille Cosby, no lo ha visitado desde su entrada en prisión. De hecho, más allá de sus abogados, Wyatt es el único que lo ve regularmente. “Él no quiere que [Camille] lo visite”, sostiene. Pero eso no quiere decir que no estén en contacto. De acuerdo a las declaraciones del empleado, la pareja habla por teléfono hasta tres veces por día en llamadas de tres minutos, el máximo permitido.

Aunque Cosby no tiene un compañero de celda, sí cuenta con varios reos que lo ayudan a moverse por el recinto. Algo necesario teniendo en cuenta su edad y su ceguera legalmente reconocida. Su trato con el resto de presos es muy cordial. Wyatt sostiene que el actor disfruta mucho de sus conversaciones con ellos y de las historias que le cuenta: “Él me dijo que, a pesar de las circunstancias, está siendo una experiencia increíble”.

Bill Cosby fue sentenciado el pasado septiembre a pasar de tres a diez años en prisión por drogar y agredir sexualmente de Andrea Constand en 2004. Si bien fueron decenas las mujeres que lo acusaron de delitos similares, fue esta exempleada de la Universidad Temple quien logró llevarlo ante un tribunal. “Ha llegado el momento de la justicia, señor Cosby, todo esto se le gira en contra”, afirmó el juez Steve O’Neill al condenarlo. Su defensa, por su parte, anunció que recurrirá la sentencia, ya que el actor ha negado repetidamente las acusaciones y argumenta que todas las relaciones fueron consentidas.

La sección oeste de la penitenciaría de Phoenix en junio de 2018. AP
En un comunicado escrito por el propio Cosby, recogido por el portal de noticias The Blast este miércoles, el actor ha afirmado que es un “prisionero político” y que por eso no siente “ningún remordimiento”. Tras recordar que en la investigación por el mismo caso en 2005 el entonces fiscal del condado de Montgomery, Bruce Castor, decidió no presentar cargos en su contra; y que la demanda civil presentada por Andrea Constand se había arreglado en 2005 con un pago de 3,8 millones de dólares (3,3 millones de euros), el cómico asegura que hoy se encuentra en esta situación gracias a “un fiscal de mala vida y a un juez corrupto que necesitaban que sea culpable”.

“Mis creencias políticas y mis acciones para humanizar todas las razas, los géneros y las religiones, me han traído a este lugar rodeado de cercas con alambres de púas y a una habitación de hierro y acero”, sostiene Cosby en el escrito. A continuación, se compara a sí mismo con “grandes presos políticos” como Martin Luther King Jr. y Nelson Mandela, antes de afirmar: “¡La verdad es poderosa!”