Se cansa ganso. Foto: Cuartoscuro

Está polarizado el país, sí. Se va a polarizar más, sí. La pregunta doble es si es posible revertirlo y a quién le corresponde hacerlo, si es que (y quizás sea una tercera pregunta) conviene hacerlo. No todas esas respuestas están aquí.

La polarización no nació hoy. Empresarios y políticos han pagado cientos o quizás miles de millones de pesos en campañas contra Andrés Manuel López Obrador. Y el mismo Presidente está dispuesto a enfrentar el statu quo, o a una parte del estado de las cosas, porque de otra manera no le salen las cuentas para lo que ofreció: un cambio de régimen. Entonces la polarización se va a acentuar porque AMLO toca algunos intereses (no todos: ya es aliado de las televisoras, por ejemplo) y esos intereses no son menores.

¿Viene más polarización? Como digo, sí. Sí, en el corto y mediano plazos. López Obrador tiene que domar al tigre que se sacó en la rifa, y sólo entienden (tigre y domador), me parece, de una manera: a ramalazos. Mientras AMLO tenga apoyo de la gente, como dicen las encuestas, no se verá en la necesidad de negociar. Se sentará en sus exigencias y no sólo es por su ya famosa terquedad: es porque no hay de otra. Prometió bajar salarios de la alta burguesía: va con todo por ello. Quiere un tren, quiere refinerías y no quiere ese nuevo aeropuerto y otras cosas. No importa el costo. Va porque va. Y pues, imagínense: unirá a muchos en su contra mientras otros se radicalizan para darle soporte. No necesita a la oposición, al menos no la partidista: quedó demolida el 1 de diciembre. La arrastra el desprestigio de Vicente Fox y Felipe Calderón (PAN), de Enrique Peña Nieto (PRI) y de Miguel Ángel Mancera, Jesús Ortega y Jesús Zambrano (PRD). AMLO sabe de ese desprestigio, y lo aprovecha. Y las posiciones se radicalizarán aún más.

La oposición podría ser sabia. Lo dudo, pero podría. No es una duda per se: es porque se trata de una masa sin forma y, lo peor, sin horma. Pero creo que podría considerar que AMLO tiene batallas ganadas de antemano, aún frente a la eventualidad de que las pierda. En un país donde el salario mínimo se congeló para que los trabajadores pagaran con su sudor las metas de inflación, es una mentada que un Ministro gane 600 mil pesos. El Presidente ya ganó esa batalla aunque la pierda. Que en Texas se construya la más grande refinería del mundo para venderle gasolina a México, “país petrolero”, es una mentada. Aunque no termine las que planea en el sexenio, AMLO ya ganó esa batalla. Por eso digo que la oposición no puede tomar todos los rifles de la feria y disparar a todos esos gansos. No les van a atinar. Se va a cansar, la oposición, antes que cualquiera de los gansos: están sentados. En cambio puede seleccionar uno, y dispararle hasta que caiga. Quizás ese triunfo simbólico aliente su causa. De otra manera será oposición polarizadora, ciega, rabiosa. Y nada más.

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Durante muchos años he escuchado entre los escritores una queja –y la uso para ejemplificar–: que hay quienes cobran becas bianuales o anuales o semestrales (sepan cuántos) por escribir un libro que, además, se les paga aparte; ese libro se compone a veces de retazos de textos ya publicados (y pagados) en revistas y periódicos. Libros que se pagan cuatro, cinco veces, pues; sin contar otros gastos que se hacen en ellos desde el sector público y (a veces desde) el privado: presentaciones, viajes, estancias, etcétera. ¿Eran obras necesarias? No lo sé. No lo discuto ni me interesa. Pero de que cuestan un motón a los contribuyentes, cuestan. Repito: es una queja que lleva años en el gremio. Y la llegada de Taibo II al Fondo de Cultura Económica le va a significar, a esos escritores, el despojo de su modo de vida y una fuente constante de reconocimiento público. Esos escritores no son mudos, tienen foros; se van a quejar de Taibo II (sin citar su propio ejemplo, claro) una y otra vez y claro, Paco tampoco es mudo y también tiene su foro (que, si me disculpan, podría ser incluso mayor que el de la mayoría). Polarización cantada.

Hace unos cinco años, un Senador de oposición me contó que Emilio Gamboa Patrón repartía enormes cantidades de dinero entre los legisladores. Dinero “legal” que se podía o se puede repartir en el Senado de la República. “Si quieres parte de ese dinero, y tener asistentes y ayudantía, él está para eso. Y luego te cobra el favor”, me dijo. Me contó muchísimo más: cómo, por ejemplo, la gran mayoría de los senadores del PAN y del PRD (y no se diga de los partido-rémora como el PVEM) se habían dejado comprar por las caricias de Gamboa. No creo que Ricardo Monreal sea un santo; cada vez que hay un escándalo que lo relaciona, sale a relucir dinero, maletas, presuntos pagos para comprar voluntades. Digo lo que leo. Pues bien, digamos que ese reparto discrecional se acabó y Monreal, quien ocupa el lugar de Gamboa (líder de la mayoría), no lo hará. Pues van a saltar chispas… para atizar el fuego de la polarización. Dinero es dinero: llorarán, llorarán por su capricho. Y polarizarán.

La periodista Guadalupe Fuentes documentó que Kimberly-Clark de México era una de las principales proveedoras del Gobierno del Presidente Enrique Peña Nieto: 2 mil 360 contratos por adjudicación directa, por un monto de 296 millones 115 mil 818 pesos. ¿Se imaginan a Claudio X. González en paz cuando le cancelen todos los contratos o cuando lo pongan a competir por uno de ellos? Pues no: va a darle con todo a Andrés Manuel. Está acostumbrado a ganar sin mover un dedo (o sin competir, pues). Polarización, polarización.

Son, como digo, muchos intereses los que se tocan y la de chispas que están por saltar. En fin. No me extiendo. Concluyo.

Está polarizado el país, sí. Y se va a polarizar más, sí. La pregunta doble es si se quiere revertir la polarización y a quién le corresponde hacerlo. Pero definitivamente hay una tercera pregunta: ¿Conviene suavizar la polarización? Y no tengo una respuesta.

La oposición, herida gravemente el 1 de julio, ha decido jugar al voy-derecho-y-no-me-quito para ver si recupera algo de lo perdido. Y Andrés Manuel puede intentar, en una sala de Palacio Nacional, tranquilizar las aguas. Pero en la otra sala tiene una mesa, y en esa mesa un proyecto, y en ese proyecto le salen bien las cuentas (me canso ganso) para cumplir con lo que ofreció: un cambio de régimen. Se cansa ganso. Aunque también contribuya a polarizar.