Pedro Sánchez aprovechó su primer G20 para intentar mostrarse como un líder que defiende el multilateralismo y apuesta por una inmigración controlada pero con respeto a los derechos humanos, colocándose así en la línea mayoritaria de los países de este grupo en clara contraposición con la línea dura de EE UU, que hasta hace poco estaba muy solo pero en el futuro podrá contar con Brasil. España tiene un papel menor en este organismo, en el que entró como invitado, aunque finalmente se ha quedado como si fuera miembro permanente.
Los debates en Buenos Aires giran en torno a Donald Trump y otros presidentes de países del G8, pero Sánchez trató de buscar su espacio con una defensa cerrada del multilateralismo como única manera de enfrentarse a los nuevos movimientos nacionalistas y proteccionistas, en una clara referencia al mandatario de EE UU, aunque sin citarlo.
La ministra de Economía, Nadia Calviño, presente también en el G20, explicó que España ha defendido en varios encuentros en Buenos Aires al máximo nivel la necesidad de reforzar ante los ciudadanos las bondades del multilateralismo. De momento, a la espera de que el nuevo presidente brasileño, Jair Bolsonaro, tome posesión, EE UU sigue muy solo en el G20 en su apuesta por el proteccionismo, y ni siquiera Italia parece seguir su estela en este tipo de foros. Según Calviño, en una cena de ministros de Economía previa al encuentro de líderes, varios se mostraron preocupados por “el escepticismo de los ciudadanos con las instituciones internacionales” como el G20.
Fenómeno global
“Es fundamental centrar los esfuerzos en un crecimiento inclusivo, para que nadie se quede atrás. La falta de confianza de los ciudadanos que creen que la globalización no les beneficia está generando movimientos nacionalistas y proteccionistas, con los riesgos que eso tiene para el comercio internacional. Tenemos que apoyar el multilateralismo para combatir las tendencias proteccionistas”, insistió Calviño en un encuentro con la prensa.
Pero, sobre todo, España estaba interesada en lograr que el G20 acuerde una declaración clara sobre la inmigración, a poco más de una semana de la cumbre de la ONU en Marrakech en la que se debería firmar el Pacto sobre Migración del que países como EE UU, Austria o Hungría se han desmarcado. El problema es que en el G20 todo tiene que ser por unanimidad, de manera que sus documentos suelen quedar muy descafeinados.
España y otros países europeos del G20 impulsan un texto para pedir que se afronte la inmigración como un fenómeno global, que incluya la defensa de las fronteras pero también una política migratoria que respete los derechos humanos y dé una salida al problema de los refugiados. El texto se discutía este viernes para lograr un consenso antes de que se apruebe hoy el documento final.