La británica Miranda Merron (49 años), a bordo Campagne France, cruzaba anoche a las 21.10 UTC, en 13° lugar en la Class40, la línea de meta de Pointe-à-Pitre, en la isla de Guadalupe, en las Antillas, después 21 días, 8 horas y 10 minutos de competición. Merron fue recibida en el muelle con una petición personal, una cerveza grande y fría.

La veterana navegante ha sido la primera mujer en terminar una regata dominada por la presencia masculina. El pasado 4 de noviembre, 123 participantes, entre ellos seis mujeres, tomaron parte en la salida desde Saint Malo, al noroeste de Francia, de la prueba reina de las regatas transatlántica en solitario, la Ruta del Ron.

Las mujeres siempre han estado presentes en esta mítica regata, que se celebra cada cuatro años desde 1978. Ellas han demostrado que en regatas oceánicas pueden competir a un nivel igual o superior al de los hombres. Y si no hay más éxitos femeninos es simplemente por una razón puramente estadística: la presencia masculina es abrumadoramente superior.

De las seis mujeres que iniciaron la regata, tres abandonaron la prueba, otras dos, Morgane Ursault Poupon , a bordo del Fleury Michon Bio y Alexia Barrier, a bordo del 4myplanet, siguen en competición.

Una carrera mágica

La participación femenina en la Class40 estaba liderada por la británica, quien tiene un amplio historial de participación en regatas en solitario. Merron comenzó a navegar cuando tenía 5 años con su padre. A los 12 años cruzo por primera vez el Atlántico en el barco familiar. Educada en Inglaterra, se graduó en la Universidad de Cambridge antes de trabajar en publicidad en Tokio, y más tarde en Sydney y París. Hace tiempo decidió dar un giro a su vida y dedicarse profesionalmente a la vela, lo que viene haciendo en los últimos 14 años. La británica posee una sólida trayectoria en regatas oceánicas: en 1998, a bordo del Royal Sun Alliance, formó parte de la tripulación femenina del trimarán patroneado por la británica Tracy Edwards que intentó por batir el récord del Trofeo Julio Verne, el premio que se concede la circunnavegación más rápida, sin escalas ni asistencia. Cuenta también con una Volvo Ocean Race, cuatro Transat Jacques Vabres y un récord mundial absoluto en la Round Britain & Ireland, en 2009.

Esta ha sido su tercera participación en la regata, la primera fue en 2002 en la clase IMOCA, y años más tarde, en Class40 en 2014. “Ha sido una carrera bastante difícil, mucho más difícil que la última vez. La primera semana fue un infierno. Estaba preocupada por el barco y por eso retrocedí mucho. Después no pude engancharme a los alisios”, declaraba al llegar a tierra.

La británica participaba con el Campagne France, un barco nuevo (2016) con el que había navegado muchas millas antes de la salida y cuyo diseño y construcción fue supervisado por ella y por su pareja, el navegante francés Halvard Mabire, que también participaba en la regata, pero tuvo que retirarse.

Merron, que se mostraba confiada antes de tomar la salida, no ha podido conseguir uno de sus objetivos: llegar entre los diez primeros. “En cuanto a mi posición, estoy donde merezco estar. Me gustaría haber estado más cerca del grupo líder, pero siempre tuvieron condiciones de navegación más rápidas”, señalaba. Sin embargo, para la británica, la Ruta del Ron sigue siendo una carrera mágica. “Tener un buen barco para navegar y aprovechar el mar y el viento sigue siendo algo realmente especial”. Y “estar sola en el mar es un verdadero lujo”.

Homenaje a los pioneros

El francés Loïck Peyron completaba su personal homenaje a los pioneros de las regatas transatlánticas Mike Birch y Eric Tabarly, llevando a su pequeño trimarán amarillo, Happy, a cruzar la línea de meta en Guadalupe.

Cuarenta años después de que canadiense Birch comenzara la leyenda de la Ruta del Ron ganado la regata inaugural por solo 98 segundos en el trimarán amarillo de 12 metros, Olympus, Peyron, de 58 años, llegaba en cuarto lugar en la clase Rhum multicasco al final de una de las transatlánticas más complicadas de los últimos años.

Su tiempo para completar el recorrido de 3,542 millas náuticas ha sido de 21 días, tres horas y 57 minutos. “Ha sido largo y un poco más difícil de lo que esperaba. Me alegro de que haya terminado. Ese es el problema con las embarcaciones pequeñas: hay que cruzar muchos sistemas meteorológicos. Creo que he cruzado cinco o seis sistemas de bajas presiones. Pero está bien, eso queda para la memoria. La cosa es que estas pequeñas embarcaciones son maravillosas pero realmente saltarinas todo el tiempo, incómodas”, declaraba a su llegada.