El actor Al Pacino llega al Théâtre de Paris para su clase magistral, el pasado lunes. GTRES

Pasar dos horas y media con una leyenda de la interpretación cuesta 950 euros. Por lo menos, ese es el módico precio que pagaron algunos espectadores de An evening with Al Pacino, la velada teatral que el actor estadounidense ha protagonizado esta semana en París. El actor estadounidense se subió el lunes y el martes al escenario del Théâtre de Paris, una sala privada en el exclusivo barrio de la Nouvelle Athènes, donde en su día vivieron Monet, Gauguin, Chopin o Victor Hugo. Sobre las tablas, Pacino repasó la totalidad de su trayectoria, desgranando numerosas anécdotas mientras respondía a las preguntas de Léa Salamé, periodista estrella de la radio y la televisión francesas, que presentó el acto sin cobrar, simplemente por ser “fan absoluta” del intérprete, que en abril cumplió 78 años.

Tras un vídeo de presentación que recogía imágenes de sus mejores películas –como El padrino, Serpico, Tarde de perros, Scarface o Heat–, el actor empezó a relatar su vida. Recordó una infancia difícil junto a una familia italoamericana de extracción humilde y dos padres que se divorciaron cuando todavía era un bebé. “A los 17 años, hacía teatro de calle en Greenwich Village y mi compañero de piso era Martin Sheen”, contó Pacino, mientras relataba sus primeros castings, todos ellos fallidos. También pasó revista a sus grandes papeles y sus grandes rechazos. El encuentro determinante con Francis Ford Coppola, que le proporcionó una fama inmediata, pero también uno de sus mayores errores. “Rechacé Star Wars porque no entendí el guión. Le dije que no a George Lucas. Y fue ese otro tipo el que consiguió el papel… ¿Cómo se llama? ¡Harrison Ford! Él me debe su carrera”, bromeó. En primera fila, el actor Jean Reno y el escritor Marc Levy aplaudían a rabiar.

Pacino también tuvo palabras para el director francés Patrice Chéreau, fallecido en 2013, que le propuso interpretar a Napoleón pocos años antes de morir. No haber podido materializar ese sueño sigue siendo, a día de hoy, la mayor decepción de su carrera. En el momento más emotivo de la noche, Pacino leyó la carta que Oscar Wilde escribió a su amante, Lord Alfred Douglas, desde la cárcel de Reading donde cumplía su condena por sodomía. Pese a todo, esta lujosa masterclass dio más que hablar por su precio estratosférico que por nada de lo que tuvo lugar sobre el escenario. Las entradas para ver este exclusivo one man show del actor estadounidense iban de los 90 a los 950 euros. Las más baratas daban acceso al gallinero, con visibilidad reducida. Las más caras permitían beberse una copa con Pacino y hacerse una foto con él después del espectáculo. Pero las primeras desaparecieron en cuestión de horas, dejando el precio para acceder a la sala entre los 200 y los 550 euros, coste que supera con creces los precios del teatro y la ópera en París y que, obviamente, no se encuentra al alcance de todos los bolsillos.

La desproporción de dichas tarifas había levantado muchas críticas en Francia y fue ridiculizada en las redes sociales. Sin embargo, el propietario del teatro, Jacques-Antoine Granjon, presidente del grupo Vente Privée, defendió esta política de precios. “Los billetes no son asequibles, pero el motor no es el dinero, sino el deseo de crear un acontecimiento único en Europa”, señaló a la emisora RTL. Por su parte, el responsable de la sala, Richard Caillat, relativizó el coste elevado de la velada. “Ciertos cantantes de rock estadounidenses que simplemente pasan a tomarse un cóctel en una sala cobran 7.000 euros”, afirmó a France Info. A la salida, los espectadores que habían sufragado la tarifa más costosa no parecieron decepcionados. “Es el precio de un alquiler, pero ha sido una noche excepcional”, expresó una de las asistentes.