La creciente presión por el brutal asesinato del periodista saudí Jamal Khashoggi, crítico contra la monarquía absolutista de su país, ha obligado a la Administración de Donald Trump a mover ficha y anunciar una primera medida de respuesta. El secretario de Estado, Mike Pompeo, informó este martes a la prensa de que se revocará el visado de los funcionarios del país supuestamente implicados en la muerte del reportero, que vivía en EE UU y era columnista habitual de The Washington Post. Se trata de una penalización leve, aunque Washington advierte de que le seguirán otras medidas cuando avancen las investigaciones.
“Estas sanciones no serán la última palabra de EE UU sobre este asunto”, advirtió el jefe de la diplomacia. “Estamos dejando claro que no toleraremos esta forma despiadada de silenciar al señor Khashoggi, un periodista, por medio de la violencia”, añadió. Pompeo señaló que EE UU había identificado como supuestos reponsables no solo a agentes de inteligencia, sino también funcionarios reales y de diferentes ministerios.
Por la mañana, el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, calificó de “salvaje” el episodio, ocurrido en el consulado saudí de Estambul, y aseguró que, contra la versión del régimen saudí, se trató de una muerte planificada y no fruto de una pelea. Riad tardó más de dos semanas en admitir que el periodista había muerto en el consulado y ahora culpa de ello a agentes que, según su versión, no actuaron a las órdenes del régimen.
Trump se refirió esta tarde a lo sucedido como “el peor encubrimiento de la historia”. “Ha sido un fiasco total”, añadió. Aun así, no ha señalado con el dedo al régimen, uno de sus socios comerciales más valiosos, con un contrato de venta de armas de más 100.000 millones firmado en 2017, y un aliado clave frente a Irán. Aun así, varios legisladores estadounidenses, tanto demócratas como republicanos, han presionado para que el Gobierno responda con dureza a una muerte de la que responsabilizan a la monarquía saudí. Preguntado por ello, el presidente dijo que dejaría la aprobación de posibles sanciones en manos del Congreso.
Khashoggi acudió el 2 de octubre a la misión diplomática de Arabia Saudí en Estambul y nunca llegó a salir del edificio. Los investigadores turnos creen que fue torturado y descuartizado para facilitar la salida o desaparición de su cadáver. El Gobierno de Ankara ha advertido de que no aceptará que los funcionarios con las manos manchadas de sangre sean los únicos responsables de lo ocurrido. “Culpar de este caso a algunos agentes de seguridad y de la inteligencia no nos satisfará a nosotros ni a la comunidad internacional”, dijo Erdogan esta mañana.