AMLO, arriba en 2006
FC: gané limpiamente
¡Hola!, César Yáñez
Doce años después, y con una distinta correlación de fuerzas políticas, Roberto Madrazo Pintado cortó camino en el maratón de la historia electoral del presente siglo y soltó algunas frases que han vuelto a cimbrar al (todavía) panista Felipe Calderón Hinojosa (FCH) a causa del fraude electoral que en 2006 le permitió colocarse en el pecho una banda presidencial de tres colores a la que luego, a lo largo de un sexenio funerario, remarcó en especial el rojo sangre.
En realidad, Madrazo Pintado dijo y no dijo, aunque fueron siete las palabras más notables de su intento de resurrección o, cuando menos, de reacomodo: En mis actas estaba López Obrador arriba. No precisó en qué momento de aquel día electoral se produjo dicho estar arriba ni qué porcentaje del total de las actas había tenido a la vista. Desde luego, no presentó ninguna prueba. Todo con cargo a su palabra. ¿Tú le crees a Madrazo? Yo no, rezaba una propaganda del grupo de Elba Esther Gordillo contra el entonces presidente del PRI, cuando se peleó con la profesora que había sido la secretaria general del comité priísta y saldría del tricolor para construir su partido personal, Nueva Alianza, el Panal.
El propio Madrazo Pintado matizó y casi contradijo al mismo Madrazo Pintado en la entrevista radiofónica realizada en Villahermosa: ¿por qué no avisó o puso a disposición de su paisano, López Obrador, esos resultados electorales que le ponían arriba? Bueno, explicó quien era candidato presidencial priísta en aquella ocasión, porque nadie le pidió los datos (que nadie sabía que existían sino hasta ahora que los revela, a puro golpe prosódico) pero, sobre todo, porque habría significado dinamitar la vida democrática. Podía haber impactado, pero no cambiaba el resultado. Me faltaban casillas en zonas muy panistas, pero la tendencia le favorecía (…) Si yo hubiera tenido certeza de que en mis actas ganaba López Obrador, no dudaba en dárselas, pero me faltaban datos. Aunque, en ese trote usuario de atajos para fingir finales, también se dijo convencido de que un recuento de votos en 2006 habría dado el triunfo a AMLO.
Haiga sido como haiga sido, la soltura declarativa del ex gobernador de Tabasco impactó el frágil posicionamiento del maltrecho Calderón, quien hubo de salir a medios de comunicación: Las declaraciones de Roberto Madrazo son delicadas. Yo gané la elección presidencial de 2006 limpiamente, muy cerrada, muy controversial. Una campaña muy cerrada, pero la gané en las urnas limpiamente.
En general, el calderonismo ha buscado desactivar las críticas y el rechazo a la manera como se hizo de la silla presidencial, convocando a que se deje de tender la vista hacia atrás. A quienes insisten en mantener la memoria histórica se les invita a olvidar esos temas. Lo cierto es que a Calderón y su grupo les acompañará siempre el estigma del fraude electoral (como a Gustavo Díaz Ordaz y a Luis Echeverría Álvarez el de la represión asesina contra estudiantes). Con el agravante de que, en busca de una legitimación de facto, como la acordada en 1988 por Carlos Salinas de Gortari con los dirigentes del Partido Acción Nacional, el mencionado Calderón Hinojosa desató una guerra contra el narcotráfico que hundió a México en la espiral de violencia salvaje e impunidad que se mantiene hasta la fecha.
La portada de la edición reciente de la versión mexicana de la revista española de frivolidades, ¡Hola!, reavivó la polémica respecto de la boda de César Yáñez Centeno y Dulce María Silva, futuro coordinador de política y gobierno de la administración obradorista, el primero, y empresaria con capital suficiente para bodas rumbosas, la segunda.
El uso del máximo escaparate de las élites nacionales para difundir, en 19 páginas, la peculiar fiesta poblana, y su inevitable liga referencial con repudiadas exhibiciones de personajes públicos (especialmente, la familia Peña-Rivera), llevó al más notable de los asistentes a aquel sarao, López Obrador, a precisar que no había sido él quien contrajo matrimonio, y que cada cual es responsable de sus actos.
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