El presidente Donald Trump presentando el acuerdo comercial KEVIN LAMARQUE REUTERS

Donald Trump quiere utilizar el nuevo tratado comercial con México y Canadá (USMCA, en sus siglas en inglés) para presionar a China. El texto incluye una cláusula muy clara en este sentido: Washington se las ingenió para incluir en el capítulo 32 del acuerdo marco pactado la semana pasada una disposición que le permitirá vetar cualquier pacto de librecambio que sus socios firmen con economías que no se consideran de mercado. Y lo hace, además, bajo la amenaza de retirarse del USMCA.

La provisión número 10 establece expresamente que EE UU, México o Canadá deben comunicar con tres meses de antelación al resto de socios que van a iniciar un proceso de negociación para un acuerdo de libre intercambio con un tercero que no se considere economía de mercado. “La parte deberá facilitar la mayor información posible sobre los objetivos de la negociación”, estipula el acuerdo forjado el domingo.

Asimismo, continúa, se deberá distribuir el borrador del acuerdo para que todas las partes tengan “oportunidad” de revisarlo y plantear cambios al acuerdo bilateral 30 días antes de la firma. Trump ya dejó claro, durante la presentación del USMCA, que el objetivo de los cambios introducidos al viejo TLC es cerrar puertas traseras que permiten a terceros introducir productos libres de aranceles.

“Vamos a ser una fuerza comercial formidable”, proclamaba este miércoles el presidente de EE UU en un mensaje en las redes sociales, al tiempo que auguraba que van a “trabajar muy bien juntos”. La cláusula, sin embargo, va a dificultar la capacidad de México y Canadá para en un futuro ampliar sus lazos comerciales con terceros países que no entran en la categoría de economías de mercado.

China fue de las palabras más repetidas por Donald Trump en la rueda de prensa celebrada el lunes para valora el pacto tripartito. Dijo que la fuerza de los aranceles fue lo que permitió cerrar el acuerdo con México y Canadá y espera que la mano dura sirva ahora para acelerar la negociación con la Unión Europea (UE) y Japón. Pero considera que no se dan las condiciones para dialogar con Pekín.

EE UU está aplicando aranceles a productos importados chinos por valor de 250.000 millones de dólares y amenaza con duplicarlos hasta cubrir todos los bienes que entran por la frontera. Los expertos en acuerdos comerciales del American Enterprise Institute indican que esta provisión da a la Administración estadounidense un veto efectivo sobre cualquier acuerdo comercial de sus socios con China.

Ruptura
El texto incluye, así mismo, una píldora envenenada. La cláusula del capítulo sobre las excepciones y las disposiciones generales estipula, en el cuarto párrafo, que cualquier socio podrá descolgarse del USMCA si el acuerdo de librecambio de una de las partes con una economía que no es de mercado no se considera apropiado u omite las modificaciones propuestas. En ese caso, el pacto trilateral se sustituirá en seis meses por uno bilateral.

La cláusula, según los analistas de Raymond James, podría llevar a un aislamiento total de Pekín si Washington logra incorporar una disposición similar con la Unión Europea y Japón. Esta dificultad para poder negociar acuerdos de librecambio se entiende, por tanto, como una vía para forzar a que China cambie sus prácticas comerciales y las ponga en línea con las reglas de juego, especialmente en términos de propiedad intelectual.

China, por su parte, ya solicitó ser reconocida por la Organización Mundial de Comercio como una economía de mercado. EE UU y la UE cuestionan, sin embargo, que se dé este paso bajo el argumento de que el Estado chino está dando ayudas públicas a su industria que son contrarias a la competencia, porque restringe el acceso de rivales extranjeros y contribuye a hundir los precios.

Canadá anunció el año pasado que tenía intención de negociar con China un tratado de libre intercambio para así diversificar sus exportaciones. Pero las discusiones bilaterales no llegaron a tomar cuerpo. Los legisladores en Ottawa no ocultan su sorpresa con la cláusula, porque consideran que restringe la “independencia” del país y le hace “rehén” de las decisiones de EE UU.

El ministro canadiense de Finanzas, Bill Morneau, trató de restar dramatismo al condicionante, diciendo que los tratados comerciales incluyen cláusulas que permiten abandonar el tratado comercial. La diferencia, admite, es que se hace una referencia expresa a las economías que no son de mercado, en reconocimiento a la importancia que se da a la apertura de los mercados y promocionar el libre comercio.