Y “que se resuelva” el comodato

El día 21 se cumplirán nueve meses de que se encuentra en huelga la Agencia de Noticias del Estado Mexicano, Notimex, y es muy probable -aunque no se han divulgado datos firmes al respecto- que para estas fechas ya no tenga suscriptores, aun cuando el presidente de la República haya dicho que la empresa no va a desaparecer.

De ser una agencia informativa que en el siglo XX, cuando era del gobierno, creció en servicios, cobertura y penetración dentro y fuera del país, cayó al nivel actual en que lo destacado son las confrontaciones empresa-trabajadores (o ex trabajadores, pero con la titularidad del contrato colectivo de trabajo) y las acusaciones recíprocas entre la directora y la lideresa sindical.

Costó a Notimex -fundada en 1968- años de trabajo alcanzar la credibilidad que finalmente le permitió colocar en las décadas de los 80 y los 90 del siglo pasado sus servicios en los reticentes diarios de mayor presencia en el país, y se volvió necesaria para otros de alcance local o regional -incluidos medios electrónicos y digitales- sin grandes recursos, que se beneficiaban con un servicio completo y barato.

Gracias al trabajo de sus reporteros y corresponsales en el territorio nacional y el extranjero, así como a la labor de sus mesas de redacción, fue posible cubrir cuanto suceso de interés para los mexicanos ocurría en cualquier lugar del país y del planeta, ya fuera político, deportivo, cultural o de negocios. Eso se acabó con la cancelación de contratos al personal foráneo en 2019, el que por cierto ya creó su propia empresa noticiosa.

Particularmente las corresponsalías en Estados Unidos cubrían tanto las actividades como las necesidades informativas de la amplísima comunidad de mexicanos residentes en ese país, y su información en idioma español era como un puente de comunicación con sus lugares de origen en México. También las colectividades autóctonas llegaron a recibir información en sus lenguas nativas, gracias a un convenio con el Instituto Nacional Indigenista.

La actual administración de la agencia llegó con la prioridad de acabar con la corrupción del entonces líder sindical, pero se fue de largo y despidió a todos los sindicalizados, creó un nuevo sindicato afín a la empresa y declinó renovar los contratos de los corresponsales.

Al estallar la huelga el 21 de febrero, la empresa no suspendió sus actividades ni porque lo ordenó con advertencias la autoridad laboral, sino hasta que así lo dispuso en junio la junta de gobierno de la propia Notimex, y todavía se le ha acusado de seguir realizando algún tipo de actividad en una sede alterna donde ya también fueron puestas las banderas rojinegras, por lo cual se acusó a los sindicalistas de allanamiento de morada.

A nueve meses de una huelga cuya solución no se vislumbra, esta empresa seguramente ya dejó de ser necesaria para sus suscriptores que ya habrán contratado alguno de los muchos servicios parecidos que existen y que llenaron el vacío dejado por la falta de voluntad y visión de las partes en conflicto.

Notimex llegó a esta lamentable situación unos tres lustros después de haber dejado de pertenecer al gobierno para convertirse en medio público de Estado, y a veinte años de que comenzaron sus mayores problemas. En efecto, a partir del año 2001 la agencia ha tenido ocho directores y siete encargados del despacho, y algunos de ellos fueron removidos y hasta inhabilitados y multados por diversas irregularidades. La directora actual es investigada por la Secretaría de la Función Pública y a la vez ha interpuesto denuncias contra dirigentes y miembros del sindicato. Y hay otros conflictos ajenos a la huelga, omitidos aquí por razones de espacio.

A lo largo de su historia, cada director le dio a Notimex el perfil que mejor le pareció, aunado a la pobre definición de sus funciones por parte de la ley de 2005 que creó la Agencia de Noticias del Estado Mexicano, y que de ninguna manera se asemejan a las que tuvo en el pasado bajo el lema de “imagen de México en el mundo”.

Hubo rumores en algún medio informativo, en el sentido de que en la Presidencia de la República se analizaba la posibilidad de desparecer la agencia, pero el primer mandatario los desmintió y dijo que se iba a resolver la huelga y la agencia no desaparecería, algo que se antoja complicado por las posturas irreconciliables de patrones y trabajadores.

Pero aun cuando se levantara la huelga, el daño ya causado a la agencia, y los demás pendientes por resolver, entre ellos un fuerte adeudo -según varios medios- y las denuncias formales de unos contra otros por diversos motivos delicados, permiten suponer que habría que comenzar desde cero para recuperar suscriptores, adecuarse a un presupuesto que para 2021 será menor, y devolverle la imagen que a tantos nos costó construir para que esta institución tuviera presencia y credibilidad.

Post Scriptum.- “Que se resuelva”, dijo el presidente Andrés Manuel López Obrador acerca del problema del comodato para que conserve la sede que ocupa desde 1987 el Club Primera Plana (CPP) en la Ciudad de México. El tema le fue planteado al mandatario durante su conferencia de prensa del 16 de noviembre por el periodista Carlos Pozos. Y, entrevistado en Milenio Tv, el presidente del organismo que integramos más de un centenar de informadores, José Luis Uribe, explicó las gestiones emprendidas desde hace un año para renovar el comodato y la respuesta del Instituto de Administración y Avalúo de Bienes Nacionales (Indaabin), que pidió la entrega del edificio. Esperamos, entonces “que se resuelva”.