El 68 se terminó y ya es un hecho histórico. La democratización experimentó la derrota presidencial priísta en 2000, 2006 y 2018 y un regreso priísta en el 2012, pero el sistema/régimen/Estado del PRI no sólo sigue vigente, sino que se fortaleció.

El recordatorio real del 68 mexicano no debe darse en las calles con marchas sin sentido, sino en una revisión de enfoques críticos más allá de cualquier militancia:

1.- En julio de 1968, el mismo día en que comenzó la primera marcha reprimida que desencadenó la crisis, el ex priísta Manuel Moreno Sánchez comenzó en Excélsior una serie de artículos para desnudar la estructura autoritaria y no-democrática del sistema priísta y completaría el análisis con otros para fundirlos en el libro Crisis política de México (1970).

2.- En octubre 1969 el ensayista y poeta Octavio Paz, que había pasado a retiro como embajador en protesta contra la represión de Tlatelolco, redactó un breve ensayo político de 29 páginas como Conferencia en la Universidad de Texas en Austin para interpretar la movilización estudiantil como una protesta contra el autoritarismo. La tesis final de Paz después del 68 fue sencilla: democracia o dictadura.

3.- En 1971 el investigador Salvador Hernández publicó su libro El PRI y el movimiento estudiantil de 1968 bajo el argumento de que “el movimiento estudiantil popular que tuvo lugar en México en 1968 puede ser considerado como el primer paso en la larga lucha hacia la instauración de una democracia socialista”.

4.- En 1978 el escritor y ensayista marxista José Revueltas reunió en un libro sus análisis, cartas, proclamas y ensayos sobre el 68: México: juventud y revolución y ahí fijó su tesis de que las revoluciones las hacen los trabajadores y que los estudiantes tenían la obligación de incidir en su universo educativo. La propuesta de Revueltas fue la “autogestión universitaria” por parte de alumnos, aunque el ministerio público lo acusó formalmente de promover “la autosugestión universitaria”.

5.- El escritor Carlos Fuentes apoyó en Tiempo Mexicano la interpretación del sector progresista y nacionalista-revolucionario del PRI de que se trató de una lucha dialéctica entre autoritarismo y democracia y de una maniobra del viejo régimen.

A 51 años de distancia del 68 hay que registrar como dato mayor a la nueva élite dirigente del país, sobre todo la presencia en el gobierno progresista morenista de López Obrador de tres personajes del pasado sesentaiochero: Manuel Bartlett Díaz fue en 1968, con 32 años, asesor del líder de la Confederación Nacional Campesina del PRI, Renaldo Guzmán Orozco, el sector corporativo que por primera vez destapó a un candidato presidencial, Luis Echeverría Alvarez, entonces con funciones de secretario de Gobernación encargado de la administración desde el gobierno de Díaz Ordaz el movimiento estudiantil.

En 1968 el entonces joven valor priísta Porfirio Muñoz Ledo, con 35 años, fue designado de manera directa por el presidente Díaz Ordaz como secretario general del Instituto Nacional del Seguro Social y desde ahí realizó, por instrucciones presidenciales, trabajo político para el PRI, al grado de que en 1969 Muñoz Ledo pronunció dos discursos de apoyo ciego a Díaz Ordaz por su gestión represiva del movimiento estudiantil del 68. Muñoz Ledo era diputado en funciones en octubre de 2018 cuando la Cámara de Diputados inscribió en letras de oro en el muro oficial la frase “Movimiento Estudiantil de 68”.

Y en 1968 el entonces líder de la Juventud Comunista del Partido Comunista Mexicano, Pablo Gómez Alvarez, con 22 años, fue detenido en Tlatelolco y encarcelado en Lecumberri hasta la amnistía de Echeverría en 1971, regresó al PCM, militó en la lucha por el socialismo, avaló al solicitud de registro del PCM en 1977 para meter al comunismo en la lucha legal, aprobó la decisión del Comité Central del PCM para sumarse a la candidatura presidencial del expriísta Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano del Frente Democrático de 1988 y aceptó la entrega del registro del Partido Comunista a los expriístas cardenistas para dar a luz al Partido de la revolución Democrática con un programa asistencialista-cardenista. Hoy Gómez es diputado de Morena junto a Muñoz Ledo y en el mismo cajón morenista que Bartlett. Como militante del Partido, Gómez siempre repudió el parlamentarismo por burgués, pero desde 1979 ha saltado de una Cámara a otra a lo largo de 40 años.

El 68 fue traicionado en 1969 por dirigentes que pasaron al gobierno y al Estado priísta: en 1969 los intelectuales, en 1970 los universitarios y en 1971 los presos políticos liberados por Echeverría. En el 2001 Fox intentó ajustar cuentas con los funcionarios del 68, pero luego se arrepintió. El partido Morena en el poder no ha hecho suyo el 68.

Por ello la imagen deleznable del 68 está en la imagen de Bartlett, Muñoz Ledo y Pablo Gómez como compañeros de sector y de partido, como si la represión del 68 hubiera sido inexistente.

Política para dummies: La política sirve para justificar lo execrable.

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