Madonna, durante su actuación en Eurovisión. MICHAEL CAMPANELLA GETTY

Fue trending topic mundial y tuvo repercusión en todos los medios de comunicación del mundo. Madonna volvía a ser el centro de atención tras interpretar dos temas en la final del festival de Eurovisión, pero lo fue por una actuación calificada por la mayoría como mediocre, con muchos fallos vocales y, por algunos, directamente como desastrosa. Solo unos cuantos artículos ponían el foco en lo que había pretendido la reina del pop con su presencia en el certamen celebrado en Tel Aviv, que era lanzar un mensaje de paz. Incluía algunos dardos a Israel, mediante versos como “se creen que no somos conscientes de sus crímenes”, o con una de sus bailarinas con la bandera palestina en la espalda. Las críticas no se quedaron en que desafinara o en que la actuación fuese aburrida al priorizar lo político sobre lo festivo. Madonna fue despedazada, con referencias continuas a su edad (60), a su cara, a su aspecto, o pidiendo que se jubile con insultos cargados de crueldad. Ella publicó una foto en Instagram enseguida, con el texto “Madame X no escucha vuestras maldades”, y aunque no ha dado explicaciones sobre lo sucedido en la gala, está decidida a responder a la pregunta que todos se hicieron esa noche: si está o no acabada.

Esta semana se han contado todo tipo de teorías acerca de la actuación de Madonna. Una más conspiradora circulaba por las redes, según la cual la organización del evento boicoteó los monitores de sonido de la cantante tras descubrir que pensaba incluir consignas pro palestinas. Algunos medios británicos comentan que a última hora el equipo de Madonna intentó organizar con los realizadores la actuación y la forma de presentarla, y que hubo una bronca tremenda porque ella se negaba a aparecer junto a Bar Refaeli —presentadora del certamen— porque es mucho más alta y, además, llevaba tacones.

Al final tuvieron que cambiar el guion y retrasar la aparición de Madonna, que actuó muy tensa. Otros achacan el resultado a que apenas dispuso de un día para ensayar o, simplemente, a que no tuvo su mejor noche como le puede pasar a cualquier artista. Sea lo que fuere, las reacciones fueron desmedidas para una cantante que nunca ha destacado por tener una gran voz ni un directo impecable.

Dejando a un lado si se trata de machismo hacia una mujer que quiere seguir rompiendo moldes con casi 61 años o, sencillamente, hacer lo que le de la gana como ha hecho siempre, hay hechos que indican que Madonna podría estar viviendo los estertores finales de una carrera legendaria. Tantos como datos que prueban que su figura es más relevante que nunca.

En contra de Madonna juega principalmente la edad. No por los años en sí, sino por las barreras que existen para los artistas que alcanzan la madurez. La industria discográfica está orientada a las audiencias jóvenes y se enfoca en promocionar a estos artistas para adolescentes, tanto en las radios como en los medios audiovisuales y sociales. Madonna trata de cambiar esto, y busca innovar con lanzamientos sorpresa en las redes para sortear ese muro existente para las cantantes de su edad. Pese a todo, la industria le tiene un gran respeto, ya que pocos recaudan tanto con sus giras y también se demuestra en el hecho de que los artistas de moda quieren colaborar con ella, como Swae Lee, Quavo o Maluma. Sus dos últimos discos tampoco han ayudado, ya que fueron recibidos por la crítica como mediocres y muy alejados de sus grandes clásicos del pop. La diva podría estar jugándose una de sus últimas cartas con Madame X, su decimocuarto álbum de estudio y que verá la luz el próximo 14 de junio. Esta semana se ha ofrecido una escucha privada para algunos periodistas en Londres que, sin poder desvelar detalles, sí han reaccionado muy positivamente. Algunos de ellos lo han calificado como “extraordinario”.

Salta a la vista que Madonna sigue generando más debate que nadie, aunque sea en forma de cotilleo y críticas. Cada uno de sus últimos movimientos ha sido tendencia mundial en redes como YouTube. Su vídeo con Maluma en el que chupa el dedo del pie al colombiano, su actuación junto a él en los premios Billboard, con cuatro millones de euros en tecnología de realidad aumentada (y con voz en directo sin desafinar). O la última polémica, el vídeo de Eurovisión que subió a su canal de Youtube pero con el audio retocado. Acumulaba cuatro millones de reproducciones en tres días con tantos likes como “no me gusta”.

El morbo que despierta su presunta decadencia es total. Pero ella está acostumbrada a que se diga que está muerta artísticamente casi desde sus inicios, y algunos medios ya la llamaban abuela cuando tenía 35 años. Este miércoles ha visto la luz una entrevista suya a la revista francesa Têtu, en la que hace este resumen de su carrera: “He tragado mucha mierda. Tengo la impresión de que he derribado barreras para las mujeres que han venido después, pero es una lucha que está muy lejos de haber terminado, y honestamente parece que aún tengo que pelear por las mismas cosas hoy”. Su otra gran baza es una legión de fans que no la abandona. Para su próxima gira, que será en teatros, está siendo casi imposible conseguir entradas. Ha vendido todo el papel para 17 recitales seguidos en Nueva York y la reventa alcanza los 6.000 euros por ticket. Esa misma entrevista concluía sin hacer referencia a Eurovisión, pero con el siguiente mensaje: “Rechazo formar parte de un mundo donde la gente es esclavizada por las redes sociales y por opresores que discriminan continuamente. Hablo el idioma de Juana de Arco. No me da miedo morir por aquello en lo que creo”.